6

39 3 16
                                    

El ambiente en la academia se sentía muy cargado y por alguna razón que Felix no sabía, las plantas estaban tensas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El ambiente en la academia se sentía muy cargado y por alguna razón que Felix no sabía, las plantas estaban tensas.

Aún así, abrió los ojos para notar que se había quedado medio dormido en la clase, no se culpaba, estaba aburrida. Pero se sorprendió al ver que en lugar de estar lleno de estudiantes, no había nadie, siquiera la profesora...

El reloj en la pared marcaba que faltaba aún una media hora para que la clase de verdad acabara. Se pellizco a ver si estaba soñando todavía, pero no, por lo que bufó levantándose con algo de mareo.

Algo no estaba bien consigo mismo, el ambiente no era para nada lo de siempre, era tenso. De hecho, que no hubiera nadie lo preocupaba aún más todavía... hasta que escuchó unos gritos y se puso alerta.

— ¿Que mierd-

Se cayó cuando miró a la ventana y una ráfaga de lo que pareció hielo rojo explotó todos los cristales y cayó al suelo. Llevó su mano a su boca temeroso, el odiaba el hielo, por defecto y gracias a su fuego, lo único que podría ser su debilidad era el hielo...

Eso preocupaba aún más, ya que se decía que si nacías con ese poder eras condenado a una maldición. Una ira se adueñaba del cuerpo de su portador, la cuál siquiera te dejaba elegir a qué hacerle daño.

Ahora entendía porqué las plantas estaban tan tensas y el ambiente se sentía tan cargado...

Se acercó con cautela a la ventana y lo que vio lo hizo temblar, en el jardín estaba toda la academia en un círculo grande. Mientras rodeaban a cierto rubio de traje demacrado el cuál parecía estar luchando con todas sus fuerzas contra sí mismo. Ese poder era suyo y no lo controlaba, por más sus dos amigos le gritaran que debía resistir, sería en vano e iban a alterarlo aún más.

— Por Zeus... — murmuró acercándose aún más a la ventana.

El de ojos azules apretó sus puños por la impotencia, verlo así no le gustaba, lo estaba odiando. Pero sabía que algo debía haber detonado su enojo, así que comenzó a pensar en mil cosas que pudieron haberlo hecho enfadar de tal manera.

Entonces algo le llamó la atención, había una carta blanca abierta, de sello rojo y a pocos metros. Era sabido que el único sello rojo en todo Olympus viene de Cresvita, el reino de la primavera... el reino de Sam.

Así que corrió por la puerta importandole poco sus cosas y lanzó el sobretodo de su uniforme al suelo. Una vez el menor llegó, se abrió paso entre el bulto de personas aglomeradas en la puerta.

— Sam, ¡cálmate! — gritó Christopher mientras esquivaba un latigo de hielo.

Estos envolvían las manos del chico que estaba arrodillado con las manos en el pasto, pero no se detenían, parecían tener incluso vida propia.

El pecoso corrió un poco y tomó la carta en el suelo para leerla y entender que ocurría.

Al Dios de la Fatalidad:

Olympus | Hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora