"La mitología griega es eso, un mito"
Pero que pasaría, si lejos de serlo, es una realidad, solo que esta, ya no perduraba en la Tierra o en el cielo como suelen decir en los lobos fantásticos piede que esta tal vez hubiera avanzado tanto... como pa...
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Es... como estar en el infinito.
Pensó Felix, mirando alrededor y dando pasos por el agua cristalina, esta estaba reflejando un cielo interminable...
No había nada más que solo el azul del mismo y las nubes, siquiera tierra, solo era agua la cuál le llegaba a los tobillos y poco más.
— ¿Ésto es su interior?.— murmuró, pero se escuchó en un eco solitario.
Se había sumergido en la tan aterradora mente de aquél Surrante lo más rápido que pudo para que este no lo evitara a toda costa.
Luego de tener miedo, oír gritos y voces con palabras horribles viniendo de todas partes, se despertó ahí. En el lugar más puro que su propia alma podía captar, se sentía bien, tan a gusto como en el calor de los brazos de sus padres.
— Ryvela — susurró y sus ojos brillaron.
Toda la energía alucinativa del hermoso lugar se fue encogiendo y fue revelando lo que verdaderamente era al interior de aquél monstruo...
Aunque aun seguía el cielo y el suelo acuoso, había partes en donde el rojo de la sangre no se podía disimular. Ya que todo lo demás era en colores blanco y negro demostrando la podrida alma de aquél. Habían cuerpos donde piernas, brazos o cabezas faltantes no se podían dejar de mirar o temer...
En el aire que antes era puro, ahora se veían unas pequeñas pintas negras acompañadas de un humo algo difuso del mismo color. Por lo que siguió absorbiendo energías que caían en la bola que cada vez se hacía más grande detrás de él.
La que antes era cristalina ahora se llenaba de negro, justo como el color de todas las cosas malignas ahí dentro.
— ¿Donde... donde están?, por Zeus tengo que encontrarlos — murmuró nervioso.
En el interior del Surrante debía buscar un núcleo, lo que normalmente era el lugar donde había muerto aquél ser o donde tenía su mayor trauma. Muchas veces solía ser un hospital, sus propias casas o algún lugar fuera de lo común donde habían sufrido mucho.
Ahí se quedaban, deambulando y siendo algo malo que debía ser llevado a su propio paraíso.
— Una... ¿Logia de Masonería? — susurró para sí mismo.
Las Logias eran algo muy antiguo, un lugar donde la primera generación de Dioses iban a tener reuniones.
Se dice que aún quedaban muchas de esas repartidas por todo Olympus, pero en toda su vida, nunca había visto una tan grande como esa. Por lo que debía ser de las que esas que hace unos años habían sido derivadas para renovarlas por lo que ahora se llamaba Ecclesia.
Caminó con cautela sintiendo como la emergía de un alma en pena lloraba desde adentro de aquél lugar.
Suspiró con alivio, había encontrado el núcleo antes de lo que pensaba, había mejorado todos esos años... antes le habría costado horas.