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Olympus tragarme y escupeme en la Tierra

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Olympus tragarme y escupeme en la Tierra...

Había un escándalo en el jardín del templo, ya que a cierto pecoso se le había salido de las manos esconder a su mascota, la cuál, era demasiado grande como para no ser vista ahora.

Hace unos dos años, mientras Felux paseaba por la biblioteca leyendo como la mayoría del tiempo, se había encontrado un pequeño camaleón por entre los pergaminos. Se sorprendió, porque el alma de ese pequeño animal decía que era otra cosa totalmente distinta. Pero el animal se encariñó, se convirtió en su único mejor amigo de travesuras o noches aburridas, volviéndolas divertidas y más alegres...

Así que se propuso que sería su nueva mascota y cuidó que la criatura no mostrará su verdadera forma.

Mi padre tiene un perro gigante de tres cabezas  y no le dicen siquiera pío...

Lo cuál era cierto, esa bestia, más bien Cerbero, era la que cuidaba las puertas del inframundo y todos le tenían miedo, pero era la cosa más tierna del mundo realmente. Entonces se preguntaba porqué él debía esconder a su majestuoso y llamativo cambiaformas de él mundo solo porque le daba miedo a los demás.

Logró esconder a su mascota dos años haciendola pasar por un simple camaleón, cuervo o un gato y nadie se enteró, siquiera sus padres sospecharon...

Todo pareció bien hasta hoy, que los empleados vieron a la criatura recostada, descansando en el jardín del templo junto al pecoso. Para su mala suerte, uno de los empleados que lo vio, llamó a su cuidador o guardaespaldas personal, el cuál ahora lo estaba regañando.

— E-Es u-un d-

— Dragón — terminó Felix la oración por aquel empleado.

Resultaba, que las lindas y amistosas mascotas que el pecoso había tenido por dos años en su hombro o a su lado, se resumían en una sola criatura mítica muy difícil de ver y mucho más de domar. Los dragones, de por si solían ser hostiles, pero uno cambiaformas, o con algún poder único, eran aún más imposibles...

— Perdón... ¡pero Bbokari nunca le ha hecho daño a nadie! — dijo con un puchero mirando a su mascota.

— ¡¿Bbokari?! — gritó el mayor alterado.

La criatura estaba sentada, al lado del pelinegro con la cabeza baja a petición de su dueño, aunque estaba enojado porque le habían gritado al pecoso. Bueno Bbokari solía ser sobre-protector, porque había pasado por muchas cosas junto al de ojos azules y desde el primer instante, nunca fue capaz de alejarse.

— Mañana te mudas a la academia y tener drogones no está permitido que — habló el mayor en un suspiro.

— Reih... —

Ese era el nombre de la persona que había tenido que soportar cada travesura de Felix desde que este era un bebé. De hecho, más que un guerrero de alta gama, parecía niñera, pero el amaba serlo aunque no lo reconociera, porque protegía al pecoso a puños y espada. Lo cuidaba de que sus travesuras no salieran de su círculo y de que no molestara a algún otro dios, pero la realidad era que él no molestaba a nadie.

Olympus | Hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora