XII | El Hombre Más Buscado De Todo El Reino

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Los minutos de espera fueron una eternidad en el castillo costero. No llegaban Helmut y los gemelos, tampoco Wanda y Bucky. Sólo sabían, a través de la información difundida por los medios televisivos, que se había iniciado una búsqueda exhaustiva que llevó al cierre indefinido de las fronteras. Ya había sucedido una vez, dos días después a la repentina desaparición de los Barnes y la caída de la casa real. Ninguno estaba tranquilo y menos lo estuvieron en cuanto Kurt entró corriendo y con un gesto de preocupación bastante marcado en su rostro.

—Creo que tendrán que partir antes de lo esperado y también nosotros— dijo mirando a Charles y a Jean.

Antes de siquiera preguntarle por qué, en el televisor se anunciaba una persecución entre un auto robado y la guardia de los Red Arrows en plena noche al igual que un combate armado entre otro grupo contra la misma guardia que el rey colocó.

—Ustedes tienen que irse. Esperaremos a que Bucky y Wanda lleguen— mencionó le Winnie al duque y su hija.

—También por los gemelos— agregó Erik.

Se despidieron entre abrazos y palabras de aliento, esperando que no fuera la última vez que se vieran. Ya afuera, Scott tomó su auto y regresó al distrito fronterizo sur, mientras que Charles y Jean a Sokovia. Por lo menos, quedó la satisfacción en que pudieron reunir a un matrimonio que se pensaba acabado, pero aún estaban preocupados por el paradero de los gemelos Maximoff, el ex consejero, James y Wanda.

§

Esperaron hasta el anochecer, para que las posibilidades de ser reconocidos fuera poca. El auto que usaron para llevar a Wanda lo dejaron en el mismo callejón y tuvieron que robar otro. Iban disfrazados, Wanda con una peluca pelirroja y James con una gorra de baseball y unos lentes. El castaño abrió la puerta del vehículo y buscó los cables para encenderlo. Al tenerlos entre sus manos, los unió por las partes de cobre hasta que hubo una ligera chispa y los torció. Wanda subió al asiento del copiloto y se prepararon para irse. James miró a Wanda con una sonrisa, ella le respondió de la misma manera. El ojiazul quitó el freno de mano y aceleró.

La castaña observó la ciudad, grabándola entre sus memorias con cada detalle bueno que habia de ese lugar. Tal vez nunca regresarían y tampoco verían a sus amigos, de nuevo; pero, por lo menos, ya no estarían separados. Bucky le había encargado a Sam que si ponían a Alpine y Orión en venta, los comprara y cuidara de ellos. El moreno no se negó a esa petición de su mejor amigo.

James vio, por el espejo retrovisor, un auto con luces azules y rojas... Los descubrieron. Aceleró y el auto, que los seguía, hizo lo mismo, con eso lo confirmó. Era una ventaja conocer perfectamente la capital, ya que usó unos cuantos atajos que le permitió despistarlos y ganar tiempo para su huida.

—Creo que los perdimos— murmuró Wanda.

—Pero no será por mucho tiempo y aún falta por llegar al distrito costero— dijo Bucky sin despegar su vista del frente— Un equipo de Wakanda nos está esperando en el pueblo más próximo.

—¿Y será suficiente?

James parpadeó un par de veces, pensando en la respuesta. Antes de regresar, habían analizado la brutalidad de los Red Arrows y los wakandianos eran guerreros, pero eso no le garantizaba completamente que podrían con ellos.

—No...

Wanda se hizo un ovillo en el asiento, pensando en que había probabilidades en vivir, morir o ser capturada, otra vez, y eso no lo quería. Si tenía que morir, quería que fuera al lado de James; pero si el destino aún la quería viva, esperaba que fuera al lado de su esposo y sin importar el lugar.

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