VI | Un Beso de Dolor

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Los objetos eran arrojados con tanta furia dentro de la habitación, algunos llegaron a quebrarse en pedazos grandes y pequeños, y otros sólo con raspones. El impacto de estos era tan estruendoso que llegaba a los oídos de todos dentro del castillo. Las personas que pasaban cerca de la habitación del rey invitado no entendían por qué tenía ese comportamiento que había pasado de tristeza a una completa ira. Los murmullos surgieron entre la servidumbre, pero pronto callaron ante la presencia del monarca wakandiano y un par de integrantes de la familia Barnes. Hasta ese momento, ninguno se atrevió a abrir la puerta, pero Helmut lo hizo. Un jarrón salió disparado hacia el exterior y que, por suerte, fue esquivado por el rubio.

—¿Usted puede manejar esta situación?— le preguntó T'Challa a Zemo, quien asintió sin problemas.

—Ya viví esto una vez, majestad. En ese entonces, él tenía 8 años.

El rubio conocía muy bien a su sobrino y aún recordaba esa primera vez en que se comportó de aquella forma. Fue poco después de saber que su abuelo ya no regresaría.

El rey dejó todo en sus manos y pidió al personal que se retiraran. Incluso Winnie se fue de ahí, ya sabía por qué James estaba así y es que los medios no escatimaron en las imágenes y notas referentes a la celebración que había en el castillo.

—James... James...— pronunció Helmut una vez cerrada la puerta. Esperaba que el castaño hablara pero no fue así.

Lo encontró sentado en la cama con los dedos de las manos enterrados entre el cabello, el cual caía hacia adelante cubriéndole el rostro.

—No fue tu culpa que esto sucediera...— pero ni siquiera con esa frase que se repetía desde que dejaron el reino, logró que lo mirara— Vi el beso.

Pero James estaba estático y sin decir o emitir algún sonido a manera de respuesta. Ya llevaban poco más de un mes en Wakanda y no tenían refuerzos, una armada o algo que le sirviera para idear un plan para recuperar a Wanda y al reino. La palabra "culpa" siempre se hacía presente cuando su familia lo veía hundido en su frustración, pero si no la tenía... ¿Quién era el verdadero culpable de todo lo que sucedió?

Wanda no lo era, ni Rebecca, y mucho menos William. Todo ese colapso ya existía desde antes que fuera el rey regente y no sucedió nada parecido cuando su abuelo reinó... Y de la nada, James ya tenía la respuesta. Levantó la cabeza, después de unos minutos. Su mirada era oscura e ignoraba todo lo que Helmut le decía en su sermón.

—Tienes razón... No es mi culpa todo lo que sucedió. La culpa es de mi padre por dejarme un reino en problemas y hundido en la pobreza... Y tú, también, eres el culpable— dijo James.

—¿Yo?— exclamó Helmut con los ojos abiertos y señalándose asímismo con el dedo en el pecho.

El castaño se levantó y asintió con la cabeza antes de cruzarse de brazos.

—Sí, tú. Tienes parte de la culpa de todo lo que sucedió. Eras su consejero, tú debías aconsejarle sobre las malas decisiones que tomó.

—James... Pareciera que nunca conociste a tu padre. Sabes que tan voluble fue su carácter, cuando no le parecía algo que yo hiciera... Era capaz de casi golpearme... Él fue como mi hermano— el rubio sintió la mirada fulminante de su sobrino, quien no cambió su postura— y, te entiendo por todo lo que estás pasando. George estuvo el día en que lo perdí todo. Perdí la vida que tanto amé, perdí a mi esposa y a mi hija por un accidente automovilístico. Así que te entiendo a la perfección, pero no puedes culparme de todo lo que pasó.

"¿O sí?", pensó Helmut.

—Tu esposa sigue con vida, James. Aún puedes recuperarla— continuó después de haber soltado un respiro.

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