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Enfado. Miedo. Shock.

Las emociones corrieron a través de Jeno. Estaba enojado porque Jaemin había huido; Molesto por haberse quedado dormido. Jaemin había sido inteligente, un hecho que tanto lo molestaba y llenaba de orgullo. Todo el tiempo, el joven había estado esperando su tiempo, fingiendo aceptar el mundo que había empujado sobre él cuando planeaba escapar. No fue difícil seguir a Jaemin a un motel destartalado en el borde del bosque. Había catalogado el perfume del hombre en sus pulmones. Encontraría al omega en cualquier lugar. Pero otro olor estaba en el viento, un almizcle espeso y potente que no había olfateado por mucho tiempo. Una vez, le había dado la bienvenida. Había llegado a temerle. Ahora lo odiaba.

El sonido de la respiración pesada y un latido del corazón frenético le atrajeron hacia la línea de árboles donde inhaló el perfume de Jaemin, espeso con las feromonas del embarazo y su miedo. Aquí, el almizcle de su enemigo era más fuerte también. ¡SungHyun! ¿Por qué estaba ese monstruo aquí ahora? ¿Se había enterado de que estaba vivo y venía a terminar el trabajo que había iniciado hace cien años? La razón no importaba en este momento. La única cosa que existía para él era la seguridad de Jaemin y estaba claramente en peligro.

Proteger. Proteger. Proteger.

Irrumpiendo a través de la línea del bosque, usó su nariz para seguir el rastro de olor. Los sonidos de una lucha llamaron su atención y una mano fría agarró su corazón. ¿Y si llego demasiado tarde? La comprensión de que Jaemin podía haber encontrado una muerte espantosa, enojó a la bestia dentro de él. Sus colmillos perforaron su labio listo para morder y sus garras se alargaron, ansiosas de rasgar. Ya no se iba a esconder. Si su hermano había herido a Jaemin, lo haría sufrir antes de matarlo. Ya no era un cachorro y no dudaba de que pudiera ganar al macho en combate.

Emprendiendo su camino, pasó un grueso helecho, encontró a Jaemin contra un árbol. Sus ojos estaban firmemente cerrados, mientras el lobo olía su vientre. ¡Él estaba vivo! Se enfocó en SungHyun y su hermano se volvió para mirarlo, el labio del lobo se curvó en una sonrisa animal. Su corazón latía con fuerza y sus tripas cayeron. Recordó lo que se sentía al tener miedo de sus propios parientes, pero lo apartó. Jaemin y su cachorrito estaban en peligro. Necesitaban que fuera fuerte. El lobo dentro suyo se abrió paso hasta la superficie, queriendo mutilar... para matar.

Rechinando sus dientes, rugió a su hermano y cargó. Dejó que su instinto se hiciera cargo. Los colmillos y las garras eran mucho más útiles que las manos y los dientes romos.

Rápidamente apartó a SungHyun de Jaemin y puso su cuerpo entre ellos. La ausencia de sangre en el aire, le hizo saber que Jaemin estaba entero y seguro, pero si iba a mantenerlo de esa manera, sabía que tendría que comenzar a ir más deprisa y ya. Se agarró al lobo dentro y abrazó el cambio. Sus huesos se resquebrajaron y se reformaron, su piel se estiró. El malestar sólo alimentó su rabia. Sacudió su nuevo cuerpo y hundió sus patas en el suelo húmedo, familiarizándose con el mundo que lo rodeaba. Sus sentidos se sintonizaron y se concentró en su enemigo.

Prometió que el bosque sería pintado de sangre esta noche.

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—Jaemin.

Una voz familiar cortó la oscuridad y Jaemin meneó la cabeza. Alcanzó la profunda vibración y forzó sus ojos a abrirse. Una fuerte mandíbula... cabello negro salvaje... ojos de luna brillantes. Jeno... y volvía a ser humano.

Calor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora