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Varias semanas después...

Jaemin hizo una cara tonta a Taeyong y el chico rió incontrolablemente. Se sorprendió de lo fácil que era divertir a un bebé. A veces llegaba al punto en que Jeno y él se reían hasta que pensaron que morirían por una sobrecarga de ternura. Taeyong golpeó sus puños en el aire mientras su alegría llenaba la cabaña. Cuando el cachorro se tiró un pedo, volvió su atención a Jeno.

—Uh oh. Huele como si alguien se hubiera hecho popo.

Jeno ofreció una sonrisa dócil y se puso de pie. Había puesto a su alfa al deber de cambiar pañales permanentemente y el hombre levantó a Taeyong de sus manos. Riendo entre dientes, observó cómo Jeno hacía su tarea sin quejarse. Las cosas se habían calmado cuando se curó y el cachorro creció. Olvídense de las malas hierbas. Taeyong estaba creciendo como una secoya. A las tres semanas de edad, parecía tener más de tres meses de edad y cada día crecía cada vez más, no era nada menos que notable. Cuando Jeno aseguró el mameluco, su alma se llenó de calor. Ver a su pareja cuidar a su hijo... era el mejor sentimiento del mundo.

—Ahí está —dijo Jeno y le hizo cosquillas al vientre de Taeyong. —Todo limpio.

Sosteniendo a Taeyong contra su pecho, Jeno se frotó su espalda, y le sonrió.

— ¿Y tú? ¿Por qué no vas a lavarte y se ponen ropa limpia?

Arqueó una ceja.

—¿Por qué? Sólo nos vomitará de nuevo.

—¿Oyes eso? —Le preguntó Jeno a Taeyong, que estaba ocupado quedándose dormido. —¿Me pregunto quién podría ser?

—¿Qué? —Preguntó, mientras concentraba su oído en la puerta. Aún no estaba acostumbrado a sus nuevos sentidos, ¿había pensado que eran buenos antes? Se dio cuenta de la agitación de tela, el tum-tum de un corazón y el tintineo de adornos de metal. Sonrió mientras Tiffany entraba.

Ella le sonrió, sus ojos plateados arrugando en las esquinas.

—Te ves cada vez mejor. ¿Cómo te sientes bebé?

—In-creíble —le dijo sinceramente, deseando haber tomado el consejo de Jeno y haberse limpiado. —La cicatriz no es tan mala.

Ella asintió.

—Tengo dedos mágicos, ¿sabes? —Sus entrañas rebotaron. —Así que he aprendido.

—Tu curación shifter te ayudó también —, intervino Jeno y salió a saludar a Tiffany. Le entregó el bebé y ella lo abrazó. —Bueno, vamos. Prepárate.

Lo miró con curiosidad.

—Estoy aquí, para hacer de niñera. —Dijo Tiffany y echó a Taeyong sobre su hombro. Él manoseo su cara, sus mejillas elevándose en una sonrisa. Cuando la golpeó en la nariz, ella fingió sorpresa. —Vas a ser un poco luchador, estoy apostando.

Sonrió. Taeyong era alfa y sabía que iban a tener las manos llenas. Al darse cuenta de ello, suspiró aliviado. Era triste que estuviera agradecido de que su hijo hubiera nacido alfa y no tuviera que preocuparse de ser secuestrado y obligado a criar. No tendrían que lidiar con eso, pero su corazón fue hacia los shifter padres de omegas. Mientras las palabras de Jeno lo empapaban, preguntó —¿Dónde me llevas?

—Es una sorpresa. —Dijo Jeno y metió los pies en las botas. —¿A menos que prefieras quedarte encerrado aquí?

—No —admitió mirando a Taeyong con nostalgia. Estaba casi tentado de quedarse y no soltar a su hijo. —Necesito un poco de aire.

Un cambio de ropa rápido y estaba del otro lado de la puerta con su compañero. El día de mediados de invierno era cómodo. Mientras Jeno lo conducía hacia la línea de árboles, su atención se dirigía constantemente hacia la cabaña.

Calor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora