Jaemin estaba moviéndose por el espacio. Sí. Había descubierto que era una especie de shifter pájaro y volaba... al menos hasta que el dolor explotó en su interior y le recordó dónde estaba. En la cabaña de Jeno. En cama. En proceso de parto de un maldito bebé.
Hospital, pensó. Pero no podía tropezar en un centro médico para dar a luz a un bebé. Sería llevado a ser estudiado por alguna organización sombría. Pero algo no se sentía bien. Su hijo estaba tranquilo, inmóvil... y su instinto le gritaba. Intentó separar sus labios para hablar, pero todo lo que salió fue un gemido dolido. Ojos. Verdad. Recordó que tenía ojos. Obligó a sus párpados a abrirse, el interior de la habitación borrosa. Una figura femenina oscura apareció de repente, cuerdas que rodeaban su cara de ébano... Ojos que parecían bailar como la luz de la luna lo miraron.
—Sh, bebé —dijo, presionando una palma en su mejilla. —Estás bien. Ahora me ocupo de esto.
Ella siseó algunas palabras duras a alguien y el sonido de pies revoloteando flotó a sus oídos. Jeno. ¿Dónde estaba su pareja? Jaemin se acordó de morder al chico, pero ahora necesitaba a su alfa.
—¿Qué pensabas encerrando al chico aquí solo? —Gruñó ella.
—Pensé que podría manejarlo —, dijo Jeno, el sonido de su voz lo calmo. —Obviamente estaba equivocado. Por favor, ¿puedes ayudarlo?
La mujer volvió su atención a él, su expresión se suavizó. Sus ojos líquidos le recorrían por todas partes, acariciándolo como agua tibia. Las manos tibias y suaves rozaron su vientre hinchado.
—El canal no está abierto. Tiene sangre humana, ¿verdad?
—¿Me estoy muriendo? —Interrumpió. Sabía que era una pregunta tonta, pero seguro que se sentía como si lo estuviera.
—No, bebé. No te preocupes. Tiffany va a arreglarlo. —Con eso, ella ladró más órdenes a Jeno y recitó una lista de cosas que incluía cuchillos.
Su corazón martilleó y acunó su vientre. Nunca imaginó que el cachorro podría estar en peligro... ¿y si el pequeño no lo lograba? No sabía cómo manejaría eso. Quería a este niño. Quería que el bebé estuviera sano y completo, quería ver como la vida que él y Jeno habían creado diera sus primeros pasos y pronunciara su primera maldición. No era justo obtener una muestra de una vida tan increíble, para entonces quitárselas.
—Tienes que relajarte ahora, ¿de acuerdo? —Dijo la mujer, su tacto suave. —Jeno, ven a consolar a tu pareja.
Jeno estuvo a su lado en un instante, su expresión reflejaba preocupación y miedo. Él esbozó una sonrisa débil y le sostuvo la cabeza para que pudiera beber de un tazón.
—¿Qué es? —Preguntó. —En realidad sabe bien.
—Un sedante —dijo Jeno, y luego dirigió una mirada a Tiffany. —Así no sentirás nada.
Tragó saliva, mientras la mujer empezaba a colocar objetos afilados.
—¿Una cesárea?
Jeno asintió con la cabeza. Dejó caer su cabeza contra la almohada, sus ojos queriendo cerrarse.
—¿Y yo estaba preocupado por las estrías?
Jeno en realidad escupió una risa y se acurrucó cerca de él, dándole un beso contra su mejilla.
—Descansa ahora, compañero mío. Todo estará bien, cuando te despiertes.
Chocó su cabeza contra Jeno. El hombre lo sostuvo cerca, su pulgar le acarició la mejilla suavemente. Sus párpados se pusieron rápidamente pesados y el dolor de las contracciones se apagó. Intentó mantenerse despierto, temiendo que nunca volviera a despertar, pero el tirón del sueño era demasiado fuerte.
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Calor inesperado
FantasyA Jaemin le gusta su vida tranquila y aburrida. Pero como cada año desde su décimo séptimo cumpleaños, una necesidad desenfrenada de fo/llar a cada chico que se mueva toma el control. Durante este tiempo, encuentra que puede salir de su cueva y ser...