capitulo 1

1.4K 68 23
                                    


Ford Pines estaba sentado en su escritorio, absorto en la lectura de un viejo manuscrito que había encontrado en su última expedición. La tranquilidad de la cabaña de los Misterios era una rareza, algo que Ford había aprendido a valorar desde que el apocalipsis había sido evitado. Sin embargo, esa calma siempre venía con un peso en su mente, un recordatorio constante de que el caos nunca estaba lejos, especialmente con el rastro de Bill Cipher siempre acechando en los rincones de su subconsciente.

Mientras Ford se sumergía en las letras desgastadas del libro, un familiar escalofrío recorrió su columna vertebral. Era una sensación que conocía demasiado bien, una que lo hacía girar lentamente en su silla con los puños apretados. Frente a él, flotando en su forma triangular, estaba Bill Cipher, con esa misma sonrisa burlona que tanto lo atormentaba.

"¡Hola, Sixer! ¿Me extrañaste?", preguntó Bill con su voz cantarina y burlona.

Ford no respondió de inmediato. Sabía que enfrentarse a Bill con enojo solo lo alimentaría. En cambio, se obligó a mantener la compostura, aunque su mente estaba a punto de estallar de frustración.

"Pensé que te habías desvanecido en la nada," respondió Ford, su voz controlada, pero sus ojos llenos de ira contenida.

Bill rió, un sonido que hizo eco en la habitación, pero en un parpadeo, su figura triangular comenzó a brillar, distorsionándose hasta que se transformó en la de un hombre alto y delgado, con cabello rubio desordenado y un traje amarillo que parecía salido de otra época. La sonrisa permaneció, pero ahora en un rostro humano.

"Vaya, vaya, Sixer. ¿Te sorprende mi nueva habilidad? Parece que las reglas han cambiado un poco, ¿no crees?", dijo Bill, acercándose lentamente a Ford con pasos casi felinos.

Ford se levantó de su silla, intentando mantener la distancia, pero el cambio en Bill lo había desestabilizado. No era solo la transformación física; era la facilidad con la que Bill se movía entre sus formas, como si deseara demostrar que ya no era una simple criatura de otra dimensión, sino algo mucho más... tangible.

"Esto no cambia nada," dijo Ford con firmeza, aunque sintió que su corazón latía con fuerza en su pecho. "Sigue siendo el mismo monstruo, sólo que en un disfraz diferente."

Bill sonrió, deteniéndose a pocos centímetros de Ford, tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo. "Oh, Sixer, sabes que no soy solo un monstruo. Soy mucho más que eso... y creo que tú también lo sabes."

Antes de que Ford pudiera replicar, la puerta de la cabaña se abrió de golpe y Mabel y Dipper entraron corriendo, riendo por alguna broma que solo ellos entendían. Al ver a Bill, los dos se detuvieron en seco, la risa desapareciendo de sus rostros.

"¡Tú!", exclamó Dipper, con una mezcla de miedo y rabia.

Bill se volvió hacia ellos con una expresión divertida. "¡Oh, miren quiénes están aquí! Si no son los pequeños Pines. Pensé que estarían ocupados siendo héroes en su propio cuento."

Mabel frunció el ceño, sacando su pistola de pegamento como un acto reflejo. "¡No te atrevas a hacerle daño a mi familia otra vez, Bill!"

Bill levantó las manos en un gesto de rendición, pero la sonrisa nunca abandonó su rostro. "Relájate, Estrella. Solo estoy aquí para charlar con tu querido tío. No hay necesidad de ponernos violentos... todavía."

Ford sintió una oleada de protección por sus sobrinos, pero también notó que Bill había desviado su atención justo cuando él comenzaba a ceder a algo más oscuro, algo que había intentado reprimir. La proximidad de Bill en su forma humana había encendido una chispa en él, una que no podía ignorar.

"Bill, lárgate de aquí antes de que te obligue," advirtió Ford, su voz grave y autoritaria.

Bill lo miró de nuevo, sus ojos brillando con una malicia juguetona. "Como desees, Sixer. Pero recuerda, siempre estoy más cerca de lo que piensas."

Con un parpadeo, Bill desapareció, dejando a Ford, Mabel y Dipper en una tensa quietud. Ford soltó un suspiro pesado, tratando de calmarse, pero la sensación del calor del cuerpo de Bill tan cerca todavía quemaba en su piel.

"¿Tío Ford, estás bien?", preguntó Mabel, con preocupación en su voz.

"Sí," respondió Ford, aunque sabía que no era del todo cierto. "Sólo... manténganse alejados de él. No dejen que los manipule."

Dipper asintió, aunque no pudo evitar notar la expresión extraña en el rostro de su tío. Había algo diferente en esta interacción, algo que no podía entender del todo.

Mientras Mabel y Dipper salían de la habitación para planear su próxima jugada, Ford se quedó mirando el espacio vacío donde Bill había estado. Sabía que el peligro no había terminado, pero había algo más que lo aterrorizaba: la sensación de que estaba empezando a desear algo que nunca debería haber querido.

Los días siguientes estuvieron llenos de tensión. Ford evitaba a propósito estar solo, temiendo que Bill volviera a aparecer, pero era inevitable que en algún momento estuviera en su laboratorio, en silencio, cuando sintió el aire volverse denso.

"Te dije que siempre estoy cerca, Sixer," la voz de Bill se deslizó por la habitación antes de que su figura humana se materializara frente a Ford.

Ford estaba a punto de responder con una amenaza, pero Bill lo detuvo al acercarse tan rápido que apenas pudo reaccionar. Bill lo acorraló contra la pared, sus manos firmemente sobre los hombros de Ford, mirándolo a los ojos con una intensidad que lo dejó sin aliento.

"¿Sabes cuál es tu problema, Ford?" susurró Bill, su voz suave y peligrosa. "Tienes miedo de lo que sientes, de lo que realmente quieres."

Ford intentó zafarse, pero Bill lo sostuvo con más fuerza, inclinándose hasta que sus labios rozaron los de Ford, apenas un toque, pero lo suficiente para que Ford sintiera un fuego encenderse en su interior.

"No juegues conmigo, Bill," murmuró Ford, su voz temblorosa.

"No estoy jugando, Sixer," replicó Bill antes de capturar los labios de Ford en un beso firme, uno que Ford intentó resistir pero que finalmente lo hizo ceder. El beso fue feroz, una batalla de voluntades, y cuando Ford finalmente respondió, lo hizo con la misma intensidad.

El caos estaba de vuelta, pero esta vez, Ford no sabía si quería detenerlo.




1046 palabras

fuego en la mente (Billford)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora