capítulo 9

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Bill regresó a la cabaña de los Misterios en un instante, materializandose justo fuera del laboratorio. Podía sentir a Ford dentro, como una llama que se negaba a apagarse. Algo en él lo atrajo como un imán, y por primera vez en mucho tiempo, Bill se permitió reconocer la verdad: Ford no era solo un experimento, no era solo un desafío. Ford era... importante.

Se deslizó dentro del laboratorio, apareciendo sin previo aviso. Ford estaba sentado en su escritorio, con la mirada fija en un montón de papeles, pero Bill sabía que mo estaba concentrado en su trabajo. La tensión en sus hombros, la forma en que sus manos temblaban ligeramente mientas sostenía un bolígrafo... Ford estaba en conflicto y Bill lo adoraba.

"¿Pensando en mí, Sixer?" Preguntó Bill, su tono burlón pero con un matiz suave qué no había usado antes.

Ford se tensa al escuchar la voz de Bill, pero no guro la cabeza para mirarlo. "¿No tienes nada mejor que hacer que acosarme, Bill?"

Bill sonrió dando un par de pasos hacia el. "Podría preguntarte lo mismo. ¿Por qué siempre estás tan concentrado en tus investigaciones cuando sabes que estoy aquí? Tal vez, solo tal vez, te gusta mi compañía más de lo que estás dispuesto a admitir."

"Me gustaba más cuando eras solo una amenaza lejana," replicó Ford, pero la mordacidad en su voz no tenía la misma fuerza de antes.

Bill lo rodeó, colocándose frente a Ford, inclinándose ligeramente para mirarlo a los ojos. "¿Sabes qué es lo más divertido dd todo esto, Ford? Que cada vez que intentas alejarte de mí, solo te acercas más."

Ford frunció el ceño, sus ojos azules brillando con frustración y alfo más que Bill no pudo identificar de inmediato. "No tienes ni idea de lo que estás diciendo, Bill. Estoy intentando salvarme, salvar a todos, de ti."

"¿Salvarte?" Bill se rió suavemente, su aliento cálido contra el rostro de Ford. "Lo que estás haciendo es luchando contra ti mismo. Yo solo soy el catalizador."

Por un momento, Ford se quedó en silencio, y Bill pudo ver la lucha interna en su mirada. Sabía que Ford estaba cerca de romperse, que estaba al borde de algo grande, algo que cambiaría la dinámica entre ellos para siempre. Y aunque Bill solía disfrutar de la tensión previa a la caída, ahora sentía una urgencia que no podía explicar

"¿Qué quieres realmente, Bill?" Ford susurró, su voz cargada de cansancio y desesperación.

Bill lo miró fijamente, la sonrisa en su rostro desvaneciéndose ligeramente. ¿Qué quería realmente? Esa era la pregunta que lo había estado rondando, la que había intentado ignorar. Pero ahora, con Ford tan cerca, tan vulnerable, no puedo evitar enfrentarse a la verdad.

"Quiero... a ti, Ford," admitió finalmente, su voz más baja, más sincera de lo que había planeado. "Quiero verte aceptar lo que eres, lo que podrías ser conmigo."

Ford parpadeó, sorprendido por la confesión. No era lo que esperaba oír, y por un momento, no supo cómo responder. Pero luego, una chispa de furia y deseo se encendió en sus ojos, y antes de que Bill pudiera reaccionar. Ford se levantó, agarrando a Bill por la camisa y tirándolo hacia él.

"¿Eso es lo que quieres, Bill?" Susurró Ford, sus labios apenas rozando los de Bill. "¿Crees que solo porque lo admites, re lo voy a dar?"

El corazón de Bill latía con una intensidad que no sabía sentido antes. Este no era el Ford que solía conocer. Este era un Ford lleno de ira, deseo y algo más, alfo que lo hacía aún más irresistible.

"Sí," respondió Bill con una sonrisa provocadora. "Porque sé que tú también lo quieres."

Ford lo miró intensamente, como si intentara leer algo en los ojos dorados de Bill, buscar una verdad más allá de las palabras. Y luego, con un suspiro resignado, finalmente cedió. Sus labios se encontraron en un beso feroz, lleno de años de tensión acumulada, de negación y deseo reprimido.

El beso fue un choque de voluntades, un tira y floja de poder donde ninguno quería ceder. Ford lo agarró con fuerza, tirando de Bill hacia él, mientras qje Bil, aun que sorprendido por la intensidad, correspondió con la intensidad, correspondió con igual fervor. Sus menos se movieron por el cabello y el cuerpo del otro, tocando, explorando, reclamando lo que ambos habían estado negando durante tanto tiempo.

El laboratorio alrededor de ellos se desvaneció, convirtiéndose en un escenario borroso mientras se entregaban al momento. No había palabras, solo el sonido de respiraciones entrecortadas, de ropas arrugándose bajo el contacto desesperado.

Pero incluso en medio de esa pasión, Bill no pudo evitar sonreír internamente. Sabía que esto era solo el principio, que la verdadera batalla apenas comenzaba. Ford había cedido, pero había más que conquistar, más que explorar.

Cuando finalmente se separaron, ambos estaban jadeando, sus miradas entrelazadas en una mezcla de confusión, deseo y aceptación. Bill levantó una mano y acarició suavemente el rostro de Ford, disfrutando de la sensación de su piel bajo sus dedos.

"Te dije que no podías seguir resistiéndote para siempre," murmuró Bill, su tono suave pero lleno de una confianza peligrosa.

Ford lo miró, su respiración aún agitada, y aunque no dijo nada, Bill pudo ver la aceptación en sus ojos, la rendición parcial que tanto había esperado. Pero también vio algo más: un desafío una promesa de que esto no terminaría aquí, de que Ford no se rendiría tan fácilmente en lo que venía.

Y eso solo hizo que Bill lo deseara más.

"Esto no significa que haya terminado, Bill," dijo finalmente Ford, su voz baja pero firme.

Bill sonrió, inclinándose para besar suavemente los labios de Ford, apenas un roce. "No, Ford. Esto es solo el comienzo."

fuego en la mente (Billford)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora