capítulo 7

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El día avanzó lentamente en Gravity Falls, pero para Ford, el tiempo parecía haberse detenido. Después de que Bill desapareciera, se quedó en el laboratorio, incapaz de concentrarse en nada. Intentó varias veces retomar sus investigaciones, pero cada vez que se sumergía en los datos, las palabras de Bill resonaban en su mente, arrastrándolo de vuelta al caos emocional que lo consumía.

"Siempre tan conflictivo, Sixer..."

Ford sacudió la cabeza, tratando de despejarse. No podía permitirse seguir en este ciclo autodestructivo. Necesitaba encontrar una manera de librarse de Bill, o al menos, de recuperar el control sobre sí mismo. Pero por más que lo intentaba, la influencia del demonio parecía impregnar cada rincón de su mente.

"Esto no puede continuar así," se dijo a sí mismo en voz baja. "Debo... debo encontrar una solución."

Pero la resolución era más fácil de expresar que de cumplir. El problema no era solo Bill; era lo que Bill sacaba a la superficie, los deseos y miedos que Ford había enterrado durante tanto tiempo.

Finalmente, agotado por la lucha interna, Ford decidió salir del laboratorio. Necesitaba alejarse, aunque solo fuera por un momento. Se dirigió hacia la sala principal de la cabaña, donde esperaba encontrar a Mabel y Dipper ocupados en alguna actividad que pudiera distraerlo.

Al entrar, encontró a Dipper inmerso en un libro antiguo, mientras Mabel trabajaba en uno de sus proyectos artísticos. Al ver a Ford, ambos levantaron la vista, sonriendo.

"¡Tío Ford!" exclamó Mabel, levantándose de su silla y corriendo hacia él. "¡Estamos trabajando en nuevas ideas para proteger la cabaña! Con un poco de creatividad y magia, nada podrá entrar sin nuestro permiso."

Ford intentó sonreír, aunque se sintió forzado. "Eso suena maravilloso, Mabel. Estoy seguro de que tus ideas serán efectivas."

Dipper, más observador, notó la tensión en la voz de su tío y frunció el ceño. "¿Estás bien, Tío Ford? Pareces... preocupado."

Ford se debatió entre la necesidad de compartir lo que le ocurría y el deseo de proteger a sus sobrinos de la verdad. "Estoy bien, Dipper," dijo finalmente, tratando de sonar convincente. "Solo he estado trabajando demasiado, eso es todo."

Dipper no pareció del todo convencido, pero decidió no presionar más. En cambio, cambió de tema, hablando de las investigaciones que estaba haciendo sobre los misterios de Gravity Falls.

Mientras escuchaba a sus sobrinos, Ford intentó concentrarse en sus palabras, usar sus voces como un ancla para mantener su mente alejada de Bill. Pero incluso en esos momentos, podía sentir la sombra de Bill acechando en los rincones de su mente, esperando el momento perfecto para volver a aparecer.

***

Más tarde ese día, mientras el sol comenzaba a ponerse, Ford se encontró nuevamente en el laboratorio, incapaz de alejarse de los recuerdos de la noche anterior. Sabía que Bill volvería, que siempre lo hacía, y cada vez que lo hacía, Ford sentía que perdía un poco más de sí mismo.

"¿Por qué no puedo simplemente... liberarme de él?" murmuró, su voz apenas audible en el vacío del laboratorio. "Debe haber una manera..."

Pero antes de que pudiera profundizar en esos pensamientos, una presencia familiar lo envolvió. El aire se volvió más denso, más cargado de energía, y Ford supo que Bill había regresado.

"¿Pensando en mí de nuevo, Sixer?" La voz de Bill era un susurro en el aire, suave y peligrosa a la vez.

Ford no se molestó en girarse. Sabía que Bill estaba allí, en alguna parte, y que aparecería cuando él quisiera. "Vete, Bill. Ya he tenido suficiente de tus juegos."

Una risa suave resonó en el laboratorio, y Bill apareció frente a Ford, adoptando su forma humana. "¿Suficiente? No lo creo. Apenas hemos comenzado."

Ford apretó los puños, luchando contra la creciente frustración. "Esto tiene que parar, Bill. No puedes seguir jugando con mi mente de esta manera."

Bill se acercó, inclinándose hacia Ford, sus ojos dorados brillando con una mezcla de burla y deseo. "¿Jugar contigo? Oh, Ford, no es solo un juego. Es mucho más que eso, y lo sabes."

Ford dio un paso atrás, pero Bill no lo dejó alejarse, cerrando la distancia entre ellos con un movimiento fluido. "Tú eres el que sigue resistiéndose, el que sigue luchando. Pero, ¿por qué? ¿Qué es lo que realmente temes?"

"¡Temo convertirme en lo que tú eres!" La respuesta de Ford fue inmediata, visceral. "Temo perderme en el caos, en la oscuridad..."

Bill sonrió, inclinando la cabeza ligeramente. "No tienes que temerme, Ford. Y, francamente, no creo que realmente me temas. Lo que temes es lo que yo despierto en ti, esos deseos que has reprimido durante tanto tiempo."

Ford intentó replicar, pero las palabras se quedaron atrapadas en su garganta. Sabía que había algo de verdad en las palabras de Bill, y eso solo lo enfurecía más.

"Vamos, Ford. Admite lo que sientes. No tiene que ser tan complicado."

"¡No lo entiendes!" Ford se apartó bruscamente, su respiración acelerada. "Esto no es... esto no es correcto."

Bill lo observó en silencio durante un momento, sus ojos escaneando el rostro de Ford como si buscara algo. Luego, con un suspiro teatral, se acercó de nuevo, esta vez más despacio, más cuidadoso.

"No estoy aquí para destruirte, Ford," dijo, su voz más suave, más sincera de lo que Ford estaba acostumbrado a escuchar. "Estoy aquí porque, al igual que tú, estoy buscando algo. Y, de alguna manera, parece que lo he encontrado en ti."

Ford sintió un nudo en la garganta al escuchar esas palabras, pero no se dejó llevar por ellas. "Lo que tú buscas es caos, destrucción... No puedes cambiar lo que eres, Bill."

"¿Y qué si es así?" Bill inclinó la cabeza, su expresión enigmática. "Tal vez lo que necesitas no es cambiarme, sino aceptarme, tal como eres incapaz de aceptarte a ti mismo."

La tensión entre ellos era palpable, una corriente eléctrica que corría por el aire. Ford sabía que estaba al borde de otra rendición, otra caída en el abismo que era Bill Cipher. Y, a pesar de su lucha interna, sentía que cada vez le costaba más resistirse.

Bill, siempre atento a las señales de Ford, decidió no presionar más. Sabía que la batalla aún no estaba ganada, pero tampoco estaba perdida. Ford estaba dividido, y era solo cuestión de tiempo antes de que la resistencia se desmoronara por completo.

"Piensa en lo que he dicho, Sixer," murmuró Bill, sus labios rozando la oreja de Ford en un susurro final. "No puedes seguir luchando para siempre."

Y con esas palabras, se desvaneció en la penumbra del laboratorio, dejando a Ford solo una vez más, atrapado en la maraña de sus propios pensamientos.

Ford se dejó caer en la silla, agotado. Sabía que Bill tenía razón en algo: no podía seguir luchando para siempre. Pero lo que no sabía era cuánto tiempo más podría resistir antes de que la oscuridad que Bill traía con él lo consumiera por completo.

fuego en la mente (Billford)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora