capitulo 6

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perspectiva de Bill

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El amanecer rompió el silencio del laboratorio con una luz suave y dorada, bañando el caos de la noche anterior en un resplandor casi pacífico. Para cualquiera que mirara desde afuera, el laboratorio parecía un lugar de calma. Pero dentro, el aire estaba cargado de una energía diferente, más oscura, más intensa.

Bill se despertó antes que Ford, aunque "despertar" no era el término adecuado para alguien como él. Observó al humano que dormía a su lado, una sonrisa lenta y satisfecha curvando sus labios. Ford estaba allí, vulnerable, atrapado en un sueño que seguramente era menos caótico que la realidad que había vivido la noche anterior.

"Siempre tan conflictivo, Sixer," pensó Bill, su mirada recorriendo los rasgos de Ford. Aún había sudor perlado en su frente, un recordatorio de la pasión que había estallado entre ellos unas horas antes. Pero más allá de eso, Bill podía ver la tensión en su rostro, incluso en reposo.

Bill se inclinó sobre Ford, su aliento rozando la piel del hombre mientras susurraba suavemente: "¿Y ahora qué, Stanford? ¿Seguirás huyendo? ¿O aceptarás lo inevitable?"

Sabía que Ford se despertaría pronto, y cuando lo hiciera, la tormenta de emociones volvería a desatarse. Era una rutina a la que Bill se estaba acostumbrando, y aunque le encantaba el caos, no podía evitar sentir una punzada de frustración cada vez que Ford intentaba resistirse.

"Siempre tan terco, tan reacio a admitir lo que realmente quieres," se dijo a sí mismo mientras se levantaba lentamente de la cama. Cambió de forma con facilidad, su cuerpo humano desapareciendo en una neblina dorada antes de que su familiar forma triangular flotara en el aire. En esta forma, Bill sentía que tenía más control, más perspectiva. Desde aquí podía planear, manipular, jugar.

"¿Pero qué sentido tiene un juego si la otra parte siempre intenta resistirse?" reflexionó mientras giraba lentamente en el aire. Había algo en Ford que lo intrigaba, algo más allá de la simple resistencia. Ford era más que un desafío; era una anomalía, una criatura compleja con capas de emociones y pensamientos que Bill aún no había desentrañado por completo.

Se dejó flotar por el laboratorio, sus ojos únicos tomando nota de cada pequeño detalle. El desorden, las herramientas esparcidas, los papeles arrugados... Todo contaba la historia de la lucha interna de Ford. Era un campo de batalla, y Ford era tanto el general como el soldado, luchando una guerra que Bill sabía que no podía ganar.

"Y sin embargo, sigue intentándolo," pensó Bill con una mezcla de admiración y diversión. Era esa lucha lo que lo mantenía fascinado, lo que hacía que este juego valiera la pena. No era solo la conquista lo que le interesaba; era el proceso, la resistencia, el conflicto interno de Ford.

Flotando cerca de uno de los viejos espejos del laboratorio, Bill se detuvo a observar su reflejo. "Eres un monstruo, Cipher," se dijo con una risa suave. "Pero incluso los monstruos necesitan algo que los desafíe, algo que los haga sentir vivos."

Con un giro de su cuerpo, volvió a adoptar su forma humana, eligiendo una apariencia ligeramente diferente esta vez. Su cabello era un poco más largo, sus ojos un poco más intensos. Algo más atractivo, quizás. Todo era un juego para Bill, un cambio de forma, una máscara que podía usar y desechar a su antojo.

Volvió su atención a Ford, que comenzaba a moverse, los primeros signos de despertar apareciendo en su rostro. Bill decidió que este era el momento perfecto para avivar las llamas de la confusión y el deseo.

"Buenos días, Sixer," dijo en voz baja, su tono suave pero cargado de intención. Se acercó, sentándose al borde de la cama, sus ojos fijos en Ford mientras este despertaba. "Dormiste bien, supongo. Aunque, después de anoche, ¿quién podría culparte por estar exhausto?"

Ford abrió los ojos lentamente, parpadeando ante la luz del día que entraba por las ventanas. Su expresión pasó rápidamente de la confusión al reconocimiento, y luego, inevitablemente, a la tensión.

"Bill..." murmuró, su voz ronca y llena de una mezcla de emociones que luchaba por controlar. Pero Bill no le dio la oportunidad de recuperar el control.

"Shh," lo interrumpió suavemente, deslizando una mano sobre el hombro de Ford. "No lo pienses demasiado. Solo disfruta del momento, ¿sí?"

Ford apartó la mirada, su cuerpo tensándose bajo el toque de Bill. Pero no se apartó, y eso era suficiente para Bill. Sabía que Ford estaba al borde, luchando contra algo que no podía controlar.

"¿Sabes qué es lo que realmente me gusta de ti, Sixer?" continuó Bill, inclinándose más cerca, su voz un susurro contra el oído de Ford. "Es esa lucha constante que tienes. Es casi poético, en realidad. Eres como una marioneta que intenta cortar sus cuerdas, pero nunca lo logra. Siempre hay una parte de ti que quiere rendirse, que quiere ceder."

Ford cerró los ojos, como si quisiera bloquear las palabras de Bill, pero no podía. Las palabras se filtraban en su mente, encontrando un hogar en sus pensamientos más oscuros.

"Pero aquí está la verdad, Ford," dijo Bill, su tono volviéndose más serio, más oscuro. "No puedes ganarme. Y, francamente, no creo que realmente quieras hacerlo."

Hubo un momento de silencio en el que Ford simplemente respiró, sus ojos aún cerrados, su cuerpo en una batalla interna que Bill podía casi sentir. Luego, lentamente, Ford habló, su voz apenas un susurro.

"Esto es un error... Tú eres un error, Bill. Todo esto..."

Bill soltó una risa suave, pero sin verdadero humor. "Quizás. Pero los errores son la mejor parte de la vida, ¿no crees? Sin ellos, no aprenderíamos, no creceríamos. Y, honestamente, Sixer, me gusta pensar que soy tu error favorito."

Ford no respondió, pero Bill pudo ver la tormenta de emociones en su rostro, la lucha que lo consumía. Sabía que Ford estaba atrapado entre el deseo y el odio, y esa era exactamente la posición en la que Bill quería que estuviera.

Levantándose de la cama, Bill se estiró, mirando a Ford con una sonrisa traviesa. "Nos vemos luego, Sixer. No pienses demasiado en mí... aunque sé que lo harás."

Y con eso, se desvaneció en el aire, dejando a Ford solo una vez más, atrapado en su propia mente, sabiendo que la batalla estaba lejos de terminar, y que cada vez que se enfrentaba a Bill, se hundía más en ese pozo de caos y deseo.

fuego en la mente (Billford)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora