Capítulo III

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『 °*• ❀ •*°』

Reyna
...

El sol se estaba poniendo sobre Nueva Roma, bañando la ciudad en tonos cálidos y dorados que daban paso a una noche tranquila después de un largo día de trabajo. Reyna se encontraba en la colina de los Templos, más específicamente en el santuario dedicado a su madre, la diosa de la guerra, Belona.

Estaba sentada en uno de los escalones del templo, revisando las tareas del día siguiente pero lejos de las oficinas y el ruido habitual.

No estaba sola; su mejor amiga apareció acercándose con una sonrisa tranquila, cargando un par de tazas de té que había preparado especialmente para las dos.

Era uno de esos momentos donde Reyna quería descansar en silencio con una persona de suma confianza. La presencia de Gwen era un bálsamo para la agotada pretora.

—Aquí tienes, Reyna —dijo Gwen, entregándole una de las tazas. Sus ojos azules brillaban con una mezcla de simpatía y travesura.

—Gracias, Gwen. —Reyna tomó la taza, inhalando el aroma del té antes de dar un sorbo. Puso en sus rodillas el listado de sus deberes para dedicar su atención a su amiga.—No puedo creer que me hayan dejado otra de esas malditas notas.

Gwen contuvo una sonrisa. Sabía muy bien el origen de las notas y su intención. Era un secreto que sólo ella y el pretor Jason conocían perfectamente. El propósito estaba lejos de ser hiriente.

—¿Otra nota? —preguntó Gwen, fingiendo sorpresa— ¿Qué decía esta vez? ¿Te dijeron que tu sonrisa es la cosa más hermosa del mundo?

—Algo así... —Reyna suspiró cansada y sacó la nota de su bolsillo, desplegándola cuidadosamente.

El papel era de un color azul claro, y las palabras estaban escritas con la misma caligrafía elegante y constante que las anteriores, con un toque de ternura que desafiaba las expectativas de la perfección romana a su parecer.

“Las estrellas brillan más cuando te veo sonreír. Tu valentía es una llama que ilumina el camino de quienes te rodean.”

Reyna frunció el ceño mientras leía, luego miró a Gwen con una mezcla de exasperación y curiosidad. Su expresión llena de incredulidad.

—No entiendo quién puede estar detrás de esto. Son palabras bonitas, pero me está poniendo de los pelos. ¿Te imaginas? ¿Quién podría estar tan interesado en mí?

Gwen tomó un sorbo de su té, ocultando su sonrisa en el proceso.

—Quizás sea alguien que te admira mucho más de lo que crees. Aunque también podría ser una estrategia para hacerte sonrojar y que te pongas nerviosa.

—Si fuera una estrategia, sería la más sutil que he visto —dijo Reyna, con un toque de ironía en su voz.— Aunque debo admitir que el mensaje es… Reconfortante, de alguna manera.

La hija de Cupido arqueó una ceja, jugando con su taza.

—¿Reconfortante? Me pregunto si es por las palabras que son bonitas o si hay algo más que no me quieres decir. Aunque, conociéndote, apuesto a que palabras como esas no te afectan mucho.— Gwen sonrió más al tener una recuerdo fugaz.— Oh, como aquella vez que casi te dió un ataque cuando te subieron al pódium durante el desfile.

Reyna la miró mal en ese momento. No era de sus recuerdos favoritos y tampoco gustaba de que Gwen estuviera aprovechándose de la situación al recordarle ese embarazoso día.

—Y tú, ¿por qué te interesas tanto en esto? ¿Acaso te preocupas por mi bienestar emocional, Princesa?

—No es que me preocupe —respondió Gwen con una sonrisa ante su apodo.— Simplemente me divierte ver cómo te quiebras la cabeza por algo tan trivial. Después de todo, eres una pretora honorable y respetada. ¿Qué podría hacer sentir tan insegura a mi flamante Señora Reyna?

La pretora le dedicó otro ceño fruncido casi de inmediato. Odiaba que la llamaran señora.

—Quizás lo que me inquieta es que no tengo idea de quién podría estar detrás de esto.—confesó Reyna— Además, ya sabes cómo es. No puedo permitirme distraerme con juegos románticos. Hay demasiadas responsabilidades. No tengo tiempo para cursilerías.

La otra chica se encogió de hombros, su expresión juguetona no desapareció.

—Creo que alguien está jugando conmigo.—tratando de sonar casual, el tono de la pretora revelaba más de lo que pretendía. Quizás estaba exagerando.— Está tomando provecho de mis deberes y responsabilidades para distraerme. ¿Qué opinas?

Gwen se acercó y tomó la nota, examinándola con cuidado. Sus ojos azules brillaron con una mezcla de complicidad y diversión.

—Yo creo que estás divagando demasiado y simplemente ese alguien quiere hacerte sentir especial. No hay maldad en eso.—sugirió Gwen, con una sonrisa tranquila para relajar a Reyna de sus pensamientos negativos. —Aunque, si tuviera que ser sincera, me imagino que este alguien también querría ver cómo te pones roja de la frustración.

Movió sus hombros, hacía burla a su amiga con esto a propósito notando apenas un ligero rojo en las mejillas morenas de Reyna.

—Sí, claro. —ella bufó, a veces esto llegaba a pesar más de lo que quería. —No puedo dejar de preguntarme si no es sólo una broma pesada. Jason no me ha dicho nada al respecto, y sospecho que él sabe la verdad pero por alguna razón no quiere decirme.

La más joven miró a su compañera, sus ojos llenos de comprensión y algo más en la profundidad de su alma. Sabía más de lo que estaba dispuesta a revelar. Las palabras de Afrodita a Gwen resonaban en su mente casi todos los días cuando le daba al hijo de Júpiter la nota de la semana. Sabía que el verdadero reto no era sólo seguir el camino destinado para ella, sino también ayudar a Reyna a descubrir el suyo.

—Estás pensando demasiado. ¿Por qué no disfrutas de un poco de misterio? Ya sabes, para relajarte de tus deberes por un rato riéndote de esto. —dijo Gwen, tratando de aliviar la tensión. —Después de todo, tú eres la pretora. Seguro que puedes manejar esto, no es gran cosa.

Reyna sonrió débilmente, agradecida por el apoyo de Gwen, aunque no podía evitar sentir que había algo más detrás de las palabras de su amiga.

—Gracias, Gwen. —dijo Reyna, su tono más suave. —Siempre le ves el lado bueno a las cosas, incluso a las más simples.

—Es mi especialidad.—respondió Gwen, con un toque de sinceridad en su voz. —Para eso están las amigas.

Sin embargo, en el fondo, mientras la conversación se desviaba a asuntos triviales del campamento durante ese día, Reyna seguía cuestionándose la verdadera identidad del autor secreto. Era un asunto que lastimosamente no podía ignorar a la ligera.

Gwen, mientras tanto, mantenía sus propios secretos bien guardados, sabiendo que el verdadero desafío apenas estaba comenzando. Sólo necesitaba ser un poco más específica, pero a su debido tiempo.

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|| 𝐂𝐈𝐍𝐍𝐀𝐌𝐎𝐍 𝐆𝐈𝐑𝐋 || 𝚁𝚎𝚢𝚗𝚊 𝚁𝚊𝚖𝚒́𝚛𝚎𝚣-𝙰𝚛𝚎𝚕𝚕𝚊𝚗𝚘 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora