Capítulo I

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『 °*• ❀ •*°』

Gwen V.
...

Gwen se encontraba sola en uno de los claros del bosque cercano al campamento, practicando con su arco.

Las sombras de los árboles jugaban con la luz del sol, creando patrones en el suelo que se movían al compás del viento. El aire olía a tierra húmeda y a la frescura del bosque, un contraste reconfortante con el calor del día. El suave murmullo de las hojas moviéndose sobre su cabeza era casi como una canción de cuna, mezclado con el ocasional canto de un pájaro en la distancia.

El sonido de sus flechas cortando el aire la ayudaba a concentrarse y le daba un respiro de las labores diarias de la Cuarta Cohorte. Pero ese día, su mente estaba en otro lugar.

Desde hacía un tiempo, se había sentido diferente. Era una sensación que le costó mucho ignorar, una que se intensificaba cada vez que sus pensamientos volvían a Reyna, la hija menor de Belona.

Al principio, había sido fácil justificarlo: después de todo, Reyna había sido su protectora desde que eran niñas. Era natural sentir admiración y afecto por ella, ¿no?

Pero con el tiempo, esos sentimientos habían comenzado a cambiar. Lo que antes era simple admiración se había transformado en algo más profundo, más complicado.

Gwen había notado cómo su corazón latía más rápido cada vez que Reyna estaba cerca, cómo su presencia la hacía sentir a la vez nerviosa y emocionada sin razón alguna, incluso si su mejor amiga no le dirigía la palabra.

Cada vez que su mente regresaba a Reyna, Gwen sentía como si una corriente de electricidad recorriera su piel, erizándola. El miedo y la esperanza luchaban en su pecho, provocando un torbellino de emociones que la mantenían en un estado constante de tensión.

Su presencia le bastaba para tenerla hipnotizada.

Dejó caer su arco y las flechas de madera para después sentarse en el suelo un momento con la espalda apoyada contra un árbol, mirando el cielo despejado. Las sombras que proyectaban las ramas sobre su rostro no lograban calmar el tumulto en su interior.

Sabía que como hija de Cupido, el amor y la pasión eran parte de su naturaleza; nieta de Marte y Venus, sin duda alguna, hija de una humana apasionada.

Pero esto... esto era diferente. No era solo un capricho pasajero o una atracción física. Había algo más en Reyna que la hacía sentir así. Su fortaleza, su determinación, su lealtad, su valentía... había tantas cosas que admiraba de ella.

El problema era que Reyna no lo veía de la misma manera.

Para la hija de Belona, Jason había sido su ideal, y aunque Gwen sabía que Jason no correspondía a esos sentimientos, no podía evitar sentir un nudo en el estómago cada vez que pensaba en ello.

Le dolía tanto como a Reyna que su corazón y su alma no fueran amados de la manera que ella quería. Sentía frustración ardiendo dentro de ella por saber lo vulnerable que estaba Reyna aunque no lo mostrara.

En su mente, las cosas deberían ser simples. El amor es amor, sin importar de quién venga o hacia quién se dirija.

No debería haber complicaciones ni dudas.

Fue así como creció, y lo que ella creía.

Sin embargo, ahí estaba, preguntándose si estaba bien sentir lo que sentía, si Reyna alguna vez podría verla de la misma manera.

Gwen, por su ascendencia no estaba atada a las normas o prejuicios que otros pudieran tener sobre el amor. Su padre, el dios romano del deseo y el amor, amaba sin restricciones, sin barreras; igual que su madre. Ella siempre había sentido que esa era también su verdad.

|| 𝐂𝐈𝐍𝐍𝐀𝐌𝐎𝐍 𝐆𝐈𝐑𝐋 || 𝚁𝚎𝚢𝚗𝚊 𝚁𝚊𝚖𝚒́𝚛𝚎𝚣-𝙰𝚛𝚎𝚕𝚕𝚊𝚗𝚘 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora