🫠Capítulo 4😗

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La tarde del jueves se perfilaba tranquis, con la luz dorada del sol filtrándose por las ventanas de la biblioteca, envolviendo todo en un suave resplandor que hacía que la semana pareciera desvanecerse en un parpadeo.

El reloj en la pared marcaba las cinco y media, y como de costumbre me encontraba sentado frente a Fyodor, ambos con la cabeza sumergía en montones de apuntes, libros y el incesante murmullo del ambiente.

Habían sido unos días rutinarios, en los que la biblioteca había sido nuestro lugar de encuentro tras las clases, Fyodor y yo trabajamos en silencio, nuestras conversaciones limitadas a lo necesario.

Aún así, algo en la compañía de Fyodor lograba apaciguar mi naturaleza inquieta, al menos por un tiempo, no había necesidad de llenar el aire con palabras vacías, su presencia era suficiente.

El silencio entre nosotros no era incómodo, sino más bien una especie de acuerdo tácito, una aceptación mutua de que las palabras eran innecesarias a menos que fueran importantes.

Al entrar en la biblioteca hoy, no me sorprendió encontrarlo ya ahí, como siempre absorto en su lectura, su postura perfecta y su expresión imperturbable, como si el resto no existiéramos para el.

Me senté frente a él, dejando caer mi mochila al suelo y me permito observarle por unos segundos más, ya que a veces, me molestaba lo fácil que le resultaba abstraerse de todo, incluyendo a mí.

Solté un leve suspiro y me recosté en la silla, fingiendo que el trabajo que tenía delante era lo más interesante del mundo

Así que después de unos minutos de fingida concentración, decidí romper el silencio que parecía haberse convertido en un tercero omnipresente en nuestra compañía

-¿Ya estás preparado para mañana?.- pregunté, sabía que no necesitaba recordatorio pero quería hablar con el

Fyodor alzó la vista de su libro, sus ojos carmesí posándose en mi con esa mirada suya que parecía leer más allá de lo que decía

-No veo necesario que me preguntes eso.- respondió neutro, no había duda en su voz como si el hecho de venir a un finde con nosotros fuera tan natural como respirar.

Rode los ojos, esbozando una media sonrisa juguetona

-Solo me aseguro de que no te vayas a echar atrás en el último momento, no quiero que te asustes por tanto contacto humano de golpe

Por un breve momento pude apreciar una chispa de diversión en sus ojos pero desapareció tan rápido que no estaba seguro si fue real o producto de mi imaginación

-No soy de los que rompe los tratos, y por lo que veo tú tampoco.- contesto devolviendo su atención al libro.

Con un asentimiento acepte su respuesta y dejé que el silencio volviera a instalarse, sin embargo no tarde en sentir la familiar incomodidad de la monotonía.

No era que el proyecto no fuera interesante pero mi mente no puede evitar divagar, a diferencia de Fyodor que parecía estar completamente en su elemento, inmerso en su lectura con una serenidad que casi provocaba envidia.

-¿Que lees?.- pregunté con curiosidad

Sus ojos se movieron ligeramente, enfocándose en mi unos segundos para volver al libro, no respondió de inmediato

-Crimen y castigo.- dijo finalmente, como si hablarme fuera una tarea horrible para el

Sonreí un tanto divertido por la contestación de él azabache, sacudí la cabeza

-¿Ese es el de Raskolnikov, el tipo que se cree tan listo que puede cometer un crimen y salirse con la suya?.- dije recordando fragmentos de lo que habia oído de ese libro, aunque solo leí diez páginas.

Strings That BlindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora