veintiséis.

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La vuelta a la rutina después del viaje se hace más pesada que cualquier retorno vacacional que haya tenido.

Los ensayos se multiplican, la demanda del público hace que hagamos dos pases por día cuatro días a la semana. Los photocalls se masifican. Y todo al dinero que se ha gastado producción en publicidad.

Bueno, no os voy a contar la primera vez que vi mi bigote asomando por un cartel de tres metros colgando de un edificio en Gran Vía. No sé si me emocioné o de tal vergüenza me tiré sin pasar por el centro unas dos semanas.

Juanjo lleva tres días en Portugal reuniéndose con varias empresas navales. Tampoco es que podamos hablar mucho. Cuando yo estoy libre, él está trabajando, y viceversa.

Estos días Chiara y Ruslana se han acoplado en mi piso, y la verdad es que no me quejo. Las pobres me han ayudado con todo lo que no he podido hacer, desde la limpieza hasta la compra. Y emborracharnos en la terraza acurrucados en la terraza debajo de una manta mientras contamos múltiples batallas.


-Dios, Martin... Dime que alguna vez le has contado a Chiara la anécdota de cuando fuimos a un concierto y nos vimos corriendo delante de un toro- escupo parte de la cerveza que tenía en la boca. Si alguna vez me queréis contar algo, por favor, aseguraos de que no esté bebiendo, porque mis amigas no lo hacen y pasan cosas como esta. Y la cerveza es sagrada. Si el contenido sale de la lata, que sea por favor para caer dentro de la boca.

-Bua, no. No se lo he contado. Suelta la cerveza que esto es buenísimo. Empieza tú, Rusli.

-Fuimos a un concierto que vimos en una programación que había gratis a la una de la mañana un domingo. Y claro está que la idea de ir a trabajar el lunes habiendo dormido poco nos encantaba. Y allí que fuimos.

-Llegamos y al aparecer era como una verbena por un barrio, entonces varias calles estaban decoradas y había varias atracciones. Pero todos los bares estaban ocupados, por lo que cogimos, fuimos a un quiosco y allí nos sentamos con un varias cervezas y una bolsa de patatas Lays por delante.

-Fui al servicio- Rus expulsa el humo del cigarro-, y cuando salgo, veo a Martin descompuesto. Habíamos visto que había un toro infantil a las once, pero claro, eran las doce y media y había fuegos artificiales que estaban anunciando la salida del toro. Pues Martin había visto al toro pasar por la calle de al lado y era un toro embolado.

Kiki parece que está en un partido de tenis. Con la boca ligeramente abierta con la vista de Ruslana a mí mientras de vez en cuando da pequeños sorbos.

-Nos levantamos porque vimos que no había vallas por ningún lado y decidimos irnos al sitio donde era el concierto y que si escuchábamos que el toro llegaba, cerrábamos las puertas y a tomar por culo. Bueno, pues de camino al local, vamos por una calle y vemos una avalancha de gente corriendo hacia nosotros. La gente nos miraba super raro porque empezamos a correr como locos y metiéndonos entre las plazas con más gente para que no nos pillara.

-A todo esto, la gente nos decía también, '¿Os da miedo? Ya... El año pasado le hizo daño a un chaval en el brazo...'

-Eso. Eso es lo peor. Pues llegamos al sitio del concierto, y cuando llega un amigo nuestro nos dice '¿Habéis visto el toro? Mira os lo he grabado'

-Mira, Chiara... no sabes las ganas de vomitar que me entraron cuando vi el video.

-¿Por?

-¿Que por qué? ¡Habíamos estado huyendo de un hombre con un toro de mentira a los hombros! - el estallido en carcajadas de los tres no tardó en suceder. Si es que poco nos pasa...

Pídemelo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora