dieciséis

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La imagen que nos encontramos cuando abrimos la puerta es prácticamente desastrosa. Todos los objetos que antes se encontraban en los muebles y en la mesa, ahora se encuentran en el suelo. Incluso puedo distinguir que hay alguno roto.

La pelirroja está hecha un ovillo en el sofá con la cabeza tapada con una manta de borreguito, y no se molesta en destaparla ni cuando le estoy dando un abrazo. Cuando me separo al cabo de unos minutos, quito la manta lo suficiente para verle la cara. Tiene los ojos hinchados inyectados en sangre. Su labio inferior tiembla haciendo pucheros.

-¿Por qué nunca me respetan?-no sé a quién de los presentes le duele menos el corazón cuando escuchamos la pregunta. Me limito a abrazarla de nuevo, notando como otros cuatro brazos se han acercado y se han unido al abrazo.

-Ruslana, cariño. Porque son imbéciles y no han sabido ver lo que tenían delante. Seguro que tienen que estar revolcándose por el suelo habiéndose dado cuenta de lo que han perdido- Juanjo le acaricia la mejilla con suavidad, como si fuese a romperse en cualquier momento.

-Joder, es que todavía no hay ningún tío que no se haya liado con otras mientras estaba conmigo. ¿Tan insuficiente soy?

-Como vuelva a escuchar eso, te juro por dios que no te vuelvo a dirigir la palabra. En todo caso, te les has hecho grande. ¿Insuficiente tú? ¡Solo hay que verte!

-Tú que vas a decir si eres mi amigo...

-Pero yo no te conozco desde hace mucho, y te prometo Ruslana, que no hay persona más guay que tú. Y puede que yo no sea un tío, pero sí sé que voy a respetarte como te mereces. ¡Que le den a los tíos, que son todos iguales! - Chiara no se había pronunciado hasta ahora. Se había mantenido al margen de la conversación sobre Omar y había dado el paso a hablar cuando la conversación se cernía sobre Ruslana-. Go lesbians, go!

Consigue la risa de la pelirroja mientras se limpiaba las mejillas empapadas en lágrimas. Había visto muy pocas veces llorar a Rus, pero siempre había sido por lo mismo. Por su falta de confianza. Ya le he hecho saber muchas veces que cualquier persona con dos dedos de frente se bebería los vientos por ella.

-Rus, eres una tía de puta madre. Ojalá pudieses verte con los ojos con los que te vemos. Eres guay, lista, guapísima, estás cañón... Por no hablar del pedazo de persona que eres. Si eres bonita por fuera, por dentro dejas en pañales a cualquiera- no me acordaba de la presencia de Juanjo hasta que abrió la boca mientras recogía todos los objetos que se encontraban en el suelo-. Quién debería estar llorando es Omar.

-¿Os quedáis a cenar?

Nuestras manos se rozan inocentes en la vuelta al piso. Es curioso como me he dado cuenta dos años después de conocerlo que sus manos encajan perfectamente en cada parte de mi cuerpo.

Hemos rechazado la oferta de Rus de comer con ella, pero hemos preferido dejar a la inglesa con la pelirroja en intimidad.

-¿Qué quieres comer?

-Cualquier cosa, de hecho no tengo mucha hambre. Solo tengo ganas de dormir. Mañana tengo ensayo- dejo mi cabeza caer en su hombro mientras cierro los ojos y camino por inercia. Mis pies van solos guiados por Juanjo.

-Bueno, en ese caso, ya somos dos- me termina de coger la mano con decisión. Siento como si me hubiesen impulsado el corazón con un desfibrilador. Aún me sigo quedando impactado con las muestras de cariño, y más cuando es en público-. ¿Duermes conmigo?

Hemos dormido juntos varias veces, casi tres veces en semana, pero siempre ha sido cuando nos hemos quedado dormidos viendo una película, cuando alguno ha estado malo... La pregunta ha creado una burbuja que parece que nunca podría romperse. Lo paro para darle un beso en la mejilla del que tardo en separarme.

Pídemelo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora