Capítulo 11: El Secreto de la Sangre

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La Ilusión de la Victoria;

David y Elena se encuentran exhaustos, pero aliviados por haber logrado sellar el portal que conectaba la mansión con las entidades sombrías que habitaban dentro del espejo. La atmósfera dentro de la mansión parece más ligera, casi como si se hubiera liberado de una pesada carga. Las sombras que acechaban los rincones más oscuros de la casa han desaparecido, y la sensación de terror omnipresente ha menguado.

Sin embargo, a pesar de esta aparente calma, Elena no puede sacudirse la sensación de que algo todavía está mal. Los ecos del pasado, las voces que había escuchado en sus sueños y las visiones de muerte y destrucción continúan acechando en su mente. La mansión sigue siendo un lugar oscuro y cargado de secretos, y Elena siente que no ha llegado al verdadero núcleo de la maldición.

A medida que intentan recomponerse, Elena decide revisar una vez más los documentos encontrados en el desván, especialmente los diarios de Ariadne Ashcroft, una figura clave en la historia de la familia y una mujer que, aparentemente, había llegado a comprender la maldición de una manera que nadie más lo hizo. Mientras hojea sus escritos, Elena encuentra una carta que había pasado desapercibida. Esta carta, dirigida a un miembro desconocido de la familia Ashcroft, contiene detalles crípticos sobre algo que Ariadne llamaba "el secreto de la sangre."

Este pasaje en particular describe cómo la maldición del espejo no se limita a los objetos o rituales, sino que está directamente vinculada a la sangre de los descendientes de los Ashcroft. En un fragmento del texto, Ariadne escribe:

"El espejo es solo un canal, pero la verdadera maldición está en nosotros. La sangre de los Ashcroft lleva el peso del pecado y la oscuridad. No hay escapatoria, no hay refugio; nuestras vidas están entrelazadas con el mal que habita en nosotros. Solo la sangre podrá ponerle fin, de una manera u otra."

Esta revelación envuelve a Elena en una nueva ola de miedo. Todo lo que creía haber aprendido sobre la maldición parecía superficial en comparación con esta nueva información. La maldición no solo se alimenta de los objetos y rituales oscuros, sino que corre a través de las venas de su familia.

Elena y David se dan cuenta de que el siguiente paso para comprender la maldición no será fácil. Ahora que saben que la sangre de los Ashcroft está directamente involucrada, deben investigar más sobre los orígenes de la familia y los oscuros pactos que sus antepasados hicieron.

David, aunque inicialmente reacio, se compromete a seguir ayudando a Elena en esta búsqueda. Ambos regresan al desván y continúan revisando los documentos antiguos. Encuentran un manuscrito más antiguo que cualquier otro que hayan visto, un registro familiar que remonta la historia de los Ashcroft a varios siglos atrás. Según el texto, la familia descendía de una antigua nobleza europea, pero con una oscura historia relacionada con la alquimia y las artes oscuras. El antepasado principal mencionado es Edmond Ashcroft, un alquimista que había hecho un pacto con un ente oscuro a cambio de poder y riqueza.

Este pacto, como revela el manuscrito, fue sellado con la sangre de Edmond, y desde entonces, todos los descendientes de los Ashcroft estarían ligados al ente, no solo en vida, sino también después de la muerte. La maldición fue transmitida a través de la sangre, lo que explicaba por qué las entidades oscuras parecían perseguir a cada miembro de la familia, generación tras generación.

En medio de esta nueva ola de información, Elena comienza a tener visiones cada vez más perturbadoras. Estas visiones son diferentes a las pesadillas que había experimentado anteriormente; ahora, son recuerdos de vidas pasadas, de otros Ashcroft que lucharon contra la maldición y sucumbieron a ella. En una de las visiones más vívidas, Elena se encuentra en el cuerpo de Ariadne Ashcroft, viendo cómo esta intentaba salvar a su familia realizando rituales desesperados. Siente el miedo y la desesperanza de Ariadne al comprender que la maldición no puede ser contenida solo destruyendo el espejo, sino que exige algo mucho más grande: un sacrificio.

En otra visión, Elena ve a Edmond Ashcroft en el momento de hacer el pacto. La escena es oscura y siniestra, con Edmond de pie frente a una figura sombría que emerge de la penumbra. El ente le ofrece riquezas y poder, y Edmond acepta, cegado por su ambición. Elena siente la traición en ese momento, una traición que no solo afectó a Edmond, sino a todas las generaciones que vendrían después.

Estas visiones empiezan a debilitar a Elena, tanto mental como físicamente. Cada vez que se sumerge en uno de estos recuerdos, siente que una parte de su vida se está desvaneciendo. David, preocupado por su salud, sugiere que detengan la investigación, pero Elena sabe que deben seguir adelante. Ahora más que nunca, comprende que la única manera de poner fin a la maldición es enfrentar el secreto de la sangre directamente.

Mientras intentan desentrañar el significado detrás del "secreto de la sangre", encuentran una referencia oscura en el grimorio: un ritual final que puede destruir el vínculo entre los Ashcroft y las entidades oscuras. Este ritual, sin embargo, requiere un sacrificio de sangre, pero no cualquier sacrificio: debe ser la sangre de la familia, y el sacrificio debe realizarlo un miembro de los Ashcroft. Aquí es donde el capítulo alcanza su punto más tenso, ya que Elena se da cuenta de que, si quieren poner fin a la maldición, ella misma podría ser la ofrenda.

Este ritual no solo requiere que la sangre de los Ashcroft sea derramada, sino que también debe hacerse en un lugar específico de la mansión, un altar oculto que, según los escritos, se encuentra en el mismo lugar donde Edmond Ashcroft selló su pacto. Elena y David ahora deben encontrar este altar antes de que las entidades que habitan en la mansión vuelvan a despertar por completo y destruyan cualquier esperanza de liberarse.

A medida que avanzan hacia el clímax del capítulo, la tensión crece a medida que Elena y David se adentran más profundamente en la historia oscura de la familia Ashcroft. Saben que el tiempo se está acabando, y que la maldición, a pesar de haber sido temporalmente contenida, sigue ejerciendo su poder sobre la mansión y sobre ellos.

Las visiones de Elena se hacen cada vez más intensas, hasta el punto de que ya no puede distinguir entre la realidad y los recuerdos de sus antepasados. David, mientras tanto, lucha con su propio miedo. Aunque quiere ayudar a Elena, está aterrorizado por la idea de perderla y, más aún, por la posibilidad de que la mansión se convierta en su tumba.

Aunque Elena teme por su vida, está decidida a enfrentarse a su destino. Saben que, si no realizan el ritual correctamente, la maldición seguirá atormentando a futuras generaciones de Ashcroft, y las entidades que habitan en la mansión seguirán causando estragos. El destino de la familia, y tal vez del mundo, está en sus manos.

La Maldición del Espejo RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora