El amanecer se filtraba a través de las ramas de los árboles, lanzando destellos dorados sobre la superficie del lago. El viento era suave, calmado, como si la misma naturaleza hubiera contenido el aliento tras la tormenta que había desatado su furia sobre la mansión Ashcroft la noche anterior. David Thompson observaba el agua desde la distancia, sin prestar atención a la tranquilidad del paisaje que lo rodeaba. En su mente, solo resonaban los ecos de lo que acababa de vivir.
Habían escapado. De alguna manera, él y Elena habían sobrevivido a la mansión, a las sombras, y al poder del espejo roto. Pero aunque la mansión ahora yacía en ruinas, devorada por el fuego que ellos mismos habían desatado, David sabía que la pesadilla no había terminado. Las cenizas de la mansión flotaban en el aire, dispersándose en el viento, pero el mal que habían enfrentado seguía ahí, latente, oculto en algún lugar donde aún no podían alcanzarlo.
David recordó el momento en que lanzaron la última antorcha, viendo cómo las llamas consumían los muros de la vieja casa. Los gritos de las sombras, esos susurros inquietantes que los habían perseguido durante toda la noche, se elevaron una última vez antes de desvanecerse en el crepitar del fuego. Sin embargo, mientras las llamas devoraban los restos del espejo, algo dentro de él le decía que no todo había sido destruido. A pesar del humo y el calor, David había sentido que una pequeña parte del espejo, tal vez un fragmento insignificante, había quedado intacto. Y esa pieza, por muy pequeña que fuera, aún contenía el poder de la maldición.
Elena se sentó a su lado en el borde del lago, agotada pero aliviada. Su rostro reflejaba el peso de lo vivido, pero también una determinación renovada. "Se acabó, David", dijo en voz baja, como si necesitara escucharlo de sus propios labios para creerlo.
David no respondió de inmediato. Sabía que Elena necesitaba cerrar ese capítulo de su vida, olvidar los horrores que habían enfrentado y seguir adelante. Pero él no podía. Las imágenes del espejo roto seguían grabadas en su mente, y las voces que había oído aún resonaban en su memoria. Finalmente, tras un largo silencio, dijo: "Lo que sea que comenzamos... no ha terminado".
Elena lo miró, la confusión y el miedo volviendo a teñir su mirada. "¿Qué quieres decir? Destruimos la mansión, rompimos el espejo. No queda nada".
David se pasó una mano por el rostro, agotado física y emocionalmente. "El espejo puede estar roto, pero su poder... no se ha desvanecido. Lo siento, Elena. Lo siento en mi piel. Algo sobrevivió, y está esperando."
Elena no respondió, pero su silencio fue suficiente para que David supiera que ella también lo sentía. Habían cerrado una puerta, pero otra estaba entreabierta, apenas visible. Las sombras no se rendían fácilmente, y aunque por ahora parecían haberse retirado, él sabía que no tardarían en regresar.
Se levantó lentamente, sintiendo el peso de todo lo vivido presionar sus hombros. "Nos vamos de aquí", dijo con firmeza, mientras ayudaba a Elena a ponerse de pie. "Pero no podemos olvidar. Nunca podemos olvidar lo que pasó."
Mientras caminaban juntos hacia el coche, dejando atrás las ruinas de la mansión Ashcroft, David echó una última mirada al lago. El reflejo del agua clara le devolvió una imagen de serenidad, pero por un breve segundo, juró haber visto algo moverse debajo de la superficie. Un destello, una sombra. Parpadeó, y todo volvió a la normalidad.
Subió al coche sin decir una palabra. El motor rugió y comenzaron a alejarse por el camino de tierra que los llevaría de regreso a la civilización. Sin embargo, en su interior, David sabía que no había escapatoria. Podían alejarse de la mansión, pero las sombras siempre estarían cerca, observando, esperando. Quizás no hoy, ni mañana, pero algún día, volverían.
Mientras el coche desaparecía en el horizonte, una figura oscura emergió de entre las ruinas de la mansión. No tenía forma definida, pero sus ojos brillaban en la penumbra, observando el mundo con una hambre insaciable. Se desplazó lentamente por los escombros, acercándose al lugar donde antes estaba el espejo. En el suelo, enterrado bajo las cenizas y los restos carbonizados, un pequeño fragmento de vidrio brillaba débilmente bajo la luz del amanecer.
Las sombras lo rodearon, susurrando, esperando el momento adecuado para despertar de nuevo.
Y en ese fragmento, aún latía el corazón de la maldición.
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La Maldición del Espejo Roto
HororLa Maldición del Espejo Roto es una novela de terror gótico que cuenta la historia de un antiguo espejo maldito que ha devastado a la familia Ashcroft durante generaciones. En el centro de la trama está David, un historiador especializado en lo para...