Capítulo 12: El Último Reflejo

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La Preparación para el Ritual Final

Elena y David han descubierto que el único modo de acabar con la maldición es realizando un último ritual, un sacrificio de sangre que deberá llevarse a cabo en el lugar donde Edmond Ashcroft selló el pacto original con las entidades oscuras. La presión de esta revelación ha dejado a Elena devastada, pues sabe que es ella quien debe sacrificar su propia sangre para romper el vínculo maldito de los Ashcroft con las fuerzas sombrías. Sin embargo, en este punto, la resolución de Elena es firme; aunque el miedo la carcome por dentro, está decidida a terminar con el legado de oscuridad que ha perseguido a su familia.

David, aunque también aterrado, se ha comprometido a estar a su lado en este viaje final. La relación entre ambos ha evolucionado a lo largo de la historia, y en este capítulo se refleja la fortaleza del vínculo que han desarrollado. Aunque David teme por la vida de Elena, sabe que no puede detenerla, ya que comprende la importancia del sacrificio y el peso de la maldición.

Después de realizar una última revisión de los textos y documentos dejados por Ariadne Ashcroft y otros miembros de la familia, David y Elena finalmente encuentran las indicaciones para llegar al altar oculto en el que Edmond Ashcroft realizó el pacto. Este altar, según los registros, no está en la mansión, sino bajo ella, en un conjunto de catacumbas antiguas que se extienden por debajo de la propiedad. Estas catacumbas, olvidadas y selladas durante siglos, fueron el escenario del oscuro ritual original, y ahora deberán ser el lugar donde todo termine.

El viaje hacia las catacumbas es una experiencia claustrofóbica y aterradora. David y Elena descienden por un conjunto de escaleras de piedra enmohecidas, que parecen no haber sido tocadas desde la época de Edmond. El aire es pesado, y una sensación de maldad latente parece impregnarse en las paredes. A medida que descienden, los ecos de sus pasos se amplifican, y sombras misteriosas se arrastran a su alrededor, como si algo los estuviera observando.

La atmósfera es tensa, y ambos personajes sienten que, en cualquier momento, las entidades oscuras podrían manifestarse. Las visiones y susurros que Elena ha experimentado a lo largo de la historia se intensifican en este momento. Escucha voces que la llaman desde el fondo de las catacumbas, figuras fantasmales que parecen proyectar las almas de antiguos Ashcroft que también fueron víctimas de la maldición.

Finalmente, llegan a una gran cámara subterránea. En el centro de la sala se encuentra el altar: una estructura imponente, hecha de piedra negra, tallada con inscripciones antiguas que no reconocen. Sobre el altar, hay marcas de sangre seca que parecen haber estado allí durante siglos, el testimonio del sacrificio original que selló el destino de la familia.

Este es el lugar donde Edmond Ashcroft, el antepasado de Elena, hizo su fatídico pacto con las entidades oscuras. A través de un flashback, narrado a través de las visiones de Elena, podemos ver el momento en que Edmond, desesperado por obtener poder y riqueza, fue seducido por una entidad sin forma que le ofreció todo lo que deseaba. Sin embargo, lo que Edmond no sabía era que su ambición condenaría no solo a él, sino a todos sus descendientes.

En este punto, Elena comprende el verdadero alcance de la maldición. No solo fue un error de Edmond, sino que la naturaleza del pacto era perversa desde el principio. Las entidades que le otorgaron poder lo hicieron para atrapar a su linaje en un ciclo de sufrimiento interminable. La maldición, por lo tanto, no es solo una herencia familiar, sino una condena eterna para aquellos de sangre Ashcroft. Y ahora, ese ciclo debe ser roto.

Elena, siguiendo las instrucciones del grimorio, comienza a preparar el ritual. Coloca velas en los puntos clave de la cámara y dibuja un círculo protector alrededor del altar usando sal y símbolos antiguos que ha memorizado de los escritos de su antepasada Ariadne. Mientras tanto, David, inquieto y consciente de que algo oscuro acecha, la observa, con una mezcla de miedo y admiración.

A medida que Elena comienza a recitar las palabras del ritual, la atmósfera en la cámara cambia. El aire se vuelve más pesado, y una vibración oscura parece emanar desde las profundidades de la tierra. Las paredes de la cámara comienzan a temblar ligeramente, y los susurros que habían acompañado a Elena durante toda la historia ahora se hacen más fuertes, más insistentes, casi como si las almas atrapadas de los Ashcroft estuvieran presentes, observando el momento en que la maldición podría finalmente ser rota.

Justo cuando Elena está a punto de derramar su sangre sobre el altar para completar el ritual, las entidades oscuras, conocidas como las Sombras Eternas, hacen su aparición final. Estas sombras, que han sido la principal manifestación de la maldición, toman forma a su alrededor, emergiendo de las paredes y el suelo como figuras espectrales y amenazantes. Sus ojos brillan con una luz roja y maligna, y sus voces emiten gritos desgarradores que llenan la cámara.

Elena y David se ven rodeados por estas criaturas. Las Sombras Eternas no están dispuestas a dejar que el ritual se complete, ya que esto significaría el fin de su conexión con el mundo de los vivos. Las sombras atacan a los protagonistas, y David intenta proteger a Elena, pero es incapaz de enfrentarse a las entidades que parecen ser invulnerables a cualquier ataque físico.

Aquí, el conflicto alcanza su punto más intenso. Elena se enfrenta a una decisión desgarradora: si completa el ritual y derrama su sangre sobre el altar, hay una posibilidad de que las Sombras se desvanezcan, pero también es probable que su vida se extinga en el proceso. Por otro lado, si falla en completar el ritual, la maldición persistirá, y las entidades finalmente podrían consumirla a ella y a David.

En un momento de desesperación y claridad, Elena toma la decisión de continuar el ritual, sabiendo que podría ser su último acto. David, aunque devastado, la apoya en su elección, sabiendo que es la única manera de salvarse y destruir la maldición de una vez por todas.

Elena recita las palabras finales del grimorio y, con una daga ceremonial, corta su palma, dejando que su sangre caiga sobre el altar. Al hacerlo, una luz cegadora inunda la cámara, y las Sombras Eternas comienzan a retorcerse y gritar, debilitadas por el poder del ritual. La tierra tiembla violentamente, y el altar emite un sonido profundo, como si algo en su interior estuviera rompiéndose.

Las sombras intentan acercarse a Elena por última vez, pero no pueden atravesar el círculo protector que ha dibujado. Con un último grito, las Sombras se disuelven en el aire, dejando la cámara en un profundo silencio.

Aunque el ritual ha sido exitoso y las sombras han sido destruidas, el futuro de Elena queda incierto. ¿Su sacrificio será suficiente para liberarla por completo de la maldición, o su sangre la ha vinculado aún más a los oscuros secretos de su linaje?

El destino de los Ashcroft, aunque aparentemente sellado, sigue siendo incierto. David, con Elena en sus brazos, se pregunta si realmente han roto el ciclo o si solo han retrasado lo inevitable.

La Maldición del Espejo RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora