⁺‧₊˚ ཐི⋆♱⋆ཋྀ ˚₊‧⁺⁺‧₊˚ ཐི⋆♱⋆ཋྀ ˚₊‧⁺⁺‧₊Me encontraba en mi auto, manejando por las calles mojadas de Montclair, tratando de procesar lo que acababa de pasar. La lluvia golpeaba con fuerza el parabrisas, el sonido rítmico de las gotas mezclándose con el latido acelerado de mi corazón. Apreté el volante con tanta fuerza que los nudillos se me pusieron blancos, intentando usar el dolor como una distracción de los pensamientos que me acosaban.
Lo odiaba. Lo odiaba con cada fibra de mi ser, con una intensidad que me sorprendía. Pero, al mismo tiempo, no podía negar la atracción peligrosa que sentía hacia él. Eros Montecristo no era simplemente un hombre poderoso y enigmático; era una tormenta, una fuerza que arrasaba con todo a su paso, incluida yo misma.
¿Por qué tenía que ser tan desconcertante? ¿Por qué cada palabra suya me hacía cuestionar todo lo que sabía, todo lo que pensaba? Esa mirada suya, esos ojos azules que parecían penetrar hasta lo más profundo de mi alma... Me enfurecía que pudiera hacerme sentir tan vulnerable, tan expuesta.
Mis pensamientos se arremolinaban en mi mente, una mezcla caótica de confusión, enojo y... algo más. Algo que no quería nombrar. No quería aceptar que, a pesar de todo, había una parte de mí que estaba intrigada, que quería saber más. Era un sentimiento que me horrorizaba, porque sabía que cuanto más me acercaba a él, más riesgo corría.
La lluvia continuaba cayendo, creando ríos que corrían por las calles empedradas de Montclair. Las luces de la ciudad se reflejaban en los charcos, distorsionadas, como si todo el mundo se estuviera deformando a mi alrededor, tal como lo sentía dentro de mí. Los faros de mi coche iluminaban el camino frente a mí, pero incluso con esa claridad, me sentía perdida.
"¿Qué demonios está haciendo conmigo?" pensé, mordiendo mi labio con frustración. Sabía que había un juego en marcha, uno que él había iniciado mucho antes de que yo lo supiera. Pero lo que más me enojaba era que, de alguna manera, ya estaba atrapada en él, tirada entre el deseo de descubrir sus secretos y el instinto de protegerme.
El volante temblaba bajo mis manos cuando pasé por encima de un bache, sacándome de mis pensamientos por un momento. La realidad me golpeó de nuevo, recordándome que estaba conduciendo sola por Montclair, en medio de la noche, después de un encuentro con un hombre que podía destruirme si se lo proponía.
Mis dedos tamborileaban nerviosamente sobre el volante mientras trataba de calmarme. Necesitaba centrarme, necesitaba encontrar una manera de sacar a Eros Montecristo de mi mente antes de que empezara a tomar el control de mis pensamientos, de mis emociones. Pero cada vez que cerraba los ojos, veía su sonrisa, esa maldita sonrisa que prometía desvelar secretos y al mismo tiempo destruirme.
"No lo voy a permitir", me dije a mí misma, con determinación. "No voy a dejar que me controle. No voy a caer en su juego".
Pero incluso mientras lo decía, sabía que no sería tan sencillo. Porque Eros tenía una forma de meterse bajo tu piel, de hacerte cuestionar todo, incluso a ti misma. Y eso era lo que más odiaba de él. La forma en que me hacía sentir como si estuviera perdiendo el control, como si estuviera a punto de caer por un precipicio del que no había retorno.
Aceleré un poco, deseando llegar a casa, a un lugar donde pudiera estar sola con mis pensamientos, donde pudiera intentar descifrar lo que acababa de suceder y cómo lidiar con ello. Pero sabía que, por mucho que intentara escapar de él, Eros Montecristo ya había plantado una semilla en mi mente, una semilla que, a pesar de mis esfuerzos, seguiría creciendo.
La lluvia se hizo más intensa, dificultando la visibilidad, pero no me importaba. El mundo exterior se había vuelto un reflejo del caos dentro de mí. Todo era borroso, confuso, y no podía evitar sentir que estaba perdiendo el control de todo lo que alguna vez consideré seguro y estable.
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Tentaciónes [EN CURSO]
RomanceEn la ciudad de Montclair, donde el poder y el prestigio dominan cada rincón, la familia Meyer Montecristo se erige como la más influyente y temida. Cuando Eros Meyer Montecristo, el atractivo y enigmático heredero, regresa a la ciudad, su llegada d...