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Antes de leer: Holaa! Bienvenida a un nuevo capítulo, la canción que esta ahí arriba es cómo describe las emociones de Hela en este capítulo, pues conocerán un lado vulnerable de ella, espero y les guste este capítulo.

Hela:

Me desperté sintiendo como si un ejército de pequeñas criaturas estuviera marchando por mi abdomen, tamborileando en cada nervio y tejido con una precisión cruel

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Me desperté sintiendo como si un ejército de pequeñas criaturas estuviera marchando por mi abdomen, tamborileando en cada nervio y tejido con una precisión cruel. El dolor me arrancó un gruñido bajo mientras me acurrucaba, abrazando mi estómago con la esperanza de que el calor de mis manos pudiera ofrecer algún consuelo.

—Odio ser mujer cada mes —murmuré, con la voz arrastrada por el sueño y la incomodidad.

Con un movimiento torpe, intenté rodar hacia un lado para alcanzar la mesita de noche y agarrar el paquete de pastillas que sabía que estaba ahí. Pero, por supuesto, en mi estado medio dormido y quejumbroso, calculé mal la distancia y... ¡bam! Terminé en el suelo, enredada en las sábanas, con el dolor menstrual ahora acompañado por un dolor en la cadera.

—Mierda—murmuré, tumbada en el suelo con una mueca de dolor—. Justo lo que necesitaba.

Después de unos segundos de autocompasión en el suelo, decidí que probablemente no iba a morir de dolor menstrual ni de la caída, aunque en ese momento ambas cosas parecían terriblemente posibles. Con un esfuerzo monumental, me levanté y, cojeando ligeramente, me dirigí hacia la mesita de noche.

Agarré las pastillas como si fueran un tesoro perdido y las lancé en mi boca, siguiéndolas con un trago de agua que había dejado de la noche anterior. Sabía que en unos minutos empezaría a sentirme un poco mejor, pero esos minutos parecían una eternidad.

Mientras esperaba que el analgésico hiciera efecto, me arrastré de regreso a la cama, todavía medio enredada en las sábanas, y me dejé caer de espaldas. Miré el techo, intentando distraerme de la incómoda sensación de estar en guerra con mi propio cuerpo. Pensé en todas las cosas que tenía que hacer hoy, y en cómo el universo parecía haber decidido que hoy era el día perfecto para arruinar todos mis planes con un ataque implacable de cólicos.

Pero justo cuando estaba a punto de hundirme en la autocompasión nuevamente, un pequeño rayo de humor se abrió paso entre las nubes. Me imaginé a mí misma tratando de sobrevivir al apocalipsis, luchando valientemente contra hordas de zombis... solo para ser derribada por un dolor menstrual. La idea me arrancó una risa suave y sarcástica, a pesar del dolor.

—Sí, claro. Tan solo Hela Roberts podría acabar así —me dije en voz baja, con una sonrisa irónica en los labios.

Las imágenes de la noche anterior comenzaron a aparecer en mi mente, como un rompecabezas que poco a poco se completaba. Recordé el rugido de los motores, la adrenalina en mis venas, y el rostro de Eros Montecristo, desafiándome en la Ruta del Silencio. Pero sobre todo, recordé las malditas sirenas de la policía, la forma en que la multitud se dispersó en todas direcciones y cómo, en medio del caos, logré salir de allí casi indemne.

Tentaciónes [EN CURSO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora