Atrapados

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El reloj de la entrada principal del instituto marcaba las 6:55 PM. Mateo, puntual como siempre, esperaba en el vestíbulo, su mochila cargada de libros y su laptop. Sus ojos se desviaban constantemente hacia la puerta, anticipando la llegada de Carlos.

A las 7:03 PM, la figura familiar de Carlos apareció en la entrada. Como de costumbre, vestía ropa holgada: un suéter oversized que le llegaba casi hasta las rodillas y unos pantalones anchos que ocultaban completamente la forma de sus piernas. Su cabello, un poco más largo de lo habitual, caía suavemente sobre su frente, parcialmente ocultando sus ojos.

"Hola, Mateo. Perdón por el retraso," saludó Carlos, su voz suave y ligeramente aguda.

Mateo sonrió, sintiendo un cosquilleo en el estómago que últimamente aparecía cada vez que veía a Carlos. "No te preocupes, acabo de llegar," mintió amablemente.

Se dirigieron hacia el ascensor, sus pasos resonando en el vestíbulo vacío. El silencio entre ellos era palpable, cargado de una tensión que ninguno de los dos podía explicar completamente.

"¿Listo para una noche de estudio intenso?" bromeó Mateo mientras presionaba el botón del ascensor.

Carlos asintió, esbozando una pequeña sonrisa. "Siempre y cuando tengamos suficiente café."

Las puertas se abrieron con un suave 'ding', y ambos entraron. Mateo presionó el botón del noveno piso. Las puertas se cerraron, y el ascensor comenzó su ascenso.

Apenas habían pasado unos segundos cuando sucedió. Un ruido sordo, como un golpe metálico, resonó por todo el ascensor. Las luces parpadearon una, dos veces, y luego se apagaron por completo. El ascensor se detuvo abruptamente, sacudiendo a ambos jóvenes.

"¿Qué... qué está pasando?" La voz de Carlos sonaba tensa, un tono más agudo de lo normal.

Mateo, intentando mantener la calma, sacó su teléfono y activó la linterna. "Parece que el ascensor se ha detenido. No te preocupes, seguro que es solo un corte de energía momentáneo."

Pero Carlos no parecía escucharlo. Su respiración se había vuelto rápida y superficial. En la tenue luz del teléfono de Mateo, podía ver que los ojos de Carlos estaban abiertos de par en par, llenos de pánico.

"No... no puedo... necesito salir de aquí," jadeó Carlos, su voz temblando. Comenzó a golpear las puertas del ascensor con sus palmas. "¡Ayuda! ¡Que alguien nos saque de aquí!"

Mateo, sorprendido por la intensidad de la reacción de Carlos, intentó calmarlo. "Carlos, tranquilo. Estamos a salvo. Respira profundo, ¿de acuerdo?"

Pero Carlos parecía estar en otro mundo. Se había acurrucado en una esquina del ascensor, abrazando sus rodillas contra su pecho. Su cuerpo temblaba visiblemente.

"No puedo... no puedo respirar," sollozó Carlos. Y fue entonces cuando Mateo lo notó. La voz de Carlos había cambiado. Ya no era el tono ligeramente agudo que conocía. Ahora sonaba exactamente como...

"¿Kiara?" La palabra escapó de los labios de Mateo antes de que pudiera detenerse.

Carlos/Kiara levantó la mirada, sus ojos llenos de lágrimas y confusión. "Mateo, por favor... sácame de aquí. No puedo soportarlo."

Mateo se quedó paralizado por un momento, su mente intentando procesar lo que estaba sucediendo. La voz era inequívocamente la de Kiara, pero era Carlos quien estaba frente a él. O ¿lo era?

Sacudiendo la cabeza para aclarar sus pensamientos, Mateo se arrodilló junto a Carlos/Kiara. "Está bien, estoy aquí contigo. Vamos a salir de esto juntos, ¿de acuerdo?"

Descubriendo a KiaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora