Una semana de sorpresas

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El sol del domingo se filtraba por las cortinas del pequeño apartamento de Carlos cuando sonó su teléfono. Era Mateo. Con el corazón acelerado, Carlos respondió, su voz suave y femenina, la voz de Kiara.

"Hola, Mateo," dijo, una sonrisa involuntaria formándose en sus labios.

"Kiara," respondió Mateo, y Carlos pudo escuchar la sonrisa en su voz. "¿Cómo estás después de... bueno, después de nuestra conversación de anoche?"

Kiara se sentó en el borde de la cama, sus dedos jugando nerviosamente con el dobladillo de su camiseta. "Estoy... mejor, creo. Más ligera. Pero también nerviosa. ¿Y tú? ¿Cómo te sientes?"

Hubo una pausa al otro lado de la línea. "Honestamente, todavía estoy procesándolo todo. Pero quiero que sepas que estoy aquí, contigo. No voy a ninguna parte."

Kiara sintió que sus ojos se humedecían. "Gracias, Mateo. Eso significa mucho para mí." Tomó una respiración profunda. "Hay algo más que necesito decirte."

"Te escucho," dijo Mateo, su voz tranquila y reconfortante.

"Mañana... mañana será el último día que iré al instituto como Carlos," dijo Kiara, las palabras saliendo en un suspiro tembloroso. "Voy a avisar que me retiro, que me voy a Italia por varios meses para visitar a mi madre."

Hubo un momento de silencio en la línea. "Entiendo," dijo finalmente Mateo. "Es porque... porque ya no quieres que te vea como Carlos en el instituto, ¿verdad?"

"Sí," admitió Kiara, su voz apenas un susurro. "Ahora que lo sabes todo, yo... quiero ser Kiara todo el tiempo. Las 24 horas del día. No puedo seguir pretendiendo ser alguien que no soy."

"Lo entiendo perfectamente," dijo Mateo, su voz llena de comprensión. "Y te apoyo, Kiara. Completamente."

Kiara sintió que un peso se levantaba de sus hombros. "Gracias, Mateo. No sabes cuánto significa eso para mí."

Hablaron durante una hora más, discutiendo los detalles del plan. Kiara explicó que diría a sus compañeros que su hermana gemela vendría de Italia en dos semanas para estudiar en el instituto.

"¿Crees que funcionará?" preguntó Kiara, la duda filtrándose en su voz.

"Creo que sí," respondió Mateo con confianza. "Nadie tiene por qué sospechar nada. Y yo estaré allí para ayudarte en todo lo que necesites."

Cuando finalmente colgaron, Kiara se sintió más segura que nunca de su decisión.

El lunes llegó más rápido de lo que Kiara hubiera querido. Se vistió como Carlos por última vez, cada prenda sintiéndose como una máscara que ya no podía soportar. Miró su reflejo en el espejo, memorizando cada detalle de Carlos, sabiendo que pronto sería solo un recuerdo.

En el instituto, Carlos mantuvo la compostura durante todas las clases, aunque su mente estaba en otra parte. Podía sentir la mirada de Mateo sobre él, ofreciendo apoyo silencioso.

Finalmente, al terminar la última clase, Carlos se puso de pie. Su corazón latía con fuerza, pero su voz era firme cuando habló.

"Chicos, tengo algo que comunicarles," dijo, atrayendo la atención de todos sus compañeros. Incluso el profesor, que estaba recogiendo sus cosas, se detuvo para escuchar.

"He tomado la decisión de retirarme del instituto por un tiempo," continuó Carlos. Pudo ver la sorpresa en los rostros de sus compañeros. "Mi madre está en Italia, y voy a ir a visitarla por varios meses."

Hubo murmullos de asombro y algunas expresiones de tristeza. Carlos siempre había sido un compañero querido, a pesar de su timidez.

"Pero eso no es todo," añadió, su mirada encontrándose brevemente con la de Mateo. "Mi hermana gemela, Kiara, vendrá de Italia en tres semanas. Ella quiere estudiar aquí, en nuestro instituto."

Descubriendo a KiaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora