Reflexiones Nocturnas

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La oscuridad envolvía la habitación de Carlos, apenas interrumpida por la tenue luz de la luna que se filtraba a través de las cortinas entreabiertas. Recostado en su cama, Carlos miraba fijamente al techo, su mente un torbellino de pensamientos y emociones.

El reloj digital en su mesita de noche marcaba las 23:47, pero el sueño parecía eludirlo. Los eventos del día se repetían una y otra vez en su cabeza, como una película en bucle.

"¿Por qué reaccioné así?" murmuró para sí mismo, pasándose una mano por el cabello en un gesto de frustración.

Cerró los ojos, pero la imagen de Mateo apareció inmediatamente: su sonrisa entusiasta, sus ojos brillantes al hablar de Kiara. Carlos sintió una punzada en el pecho, una mezcla de emociones que no podía descifrar completamente.

Se giró en la cama, abrazando su almohada. "¿Se está enamorando de Kiara?" La pregunta resonó en su mente, trayendo consigo una oleada de confusión y ¿celos? Pero, ¿de quién estaba celoso exactamente?

"Kiara está a miles de kilómetros," se recordó a sí mismo. Su hermana, la verdadera Kiara, estaba en Italia, viviendo su propia vida. La Kiara que Mateo conocía era... él mismo.

Un suspiro pesado escapó de sus labios. "Le gusta la Kiara que ha visto," reflexionó. Una Kiara que era una versión de sí mismo, una parte de su identidad que había mantenido oculta durante tanto tiempo.

Se incorporó en la cama, abrazando sus rodillas contra su pecho. La luz de la luna dibujaba sombras suaves en su rostro, acentuando la expresión de conflicto en sus ojos.

"¿A esta Kiara le gusta Mateo?" La pregunta lo golpeó con fuerza. Porque esta Kiara era él, Carlos. Y si esta Kiara sentía algo por Mateo, ¿significaba que él, Carlos, también lo sentía?

El peso de la realización lo abrumó. Había estado interpretando un papel, pero en algún momento, los sentimientos se habían vuelto reales. La conexión que sentía con Mateo cuando era Kiara no era una actuación; era genuina.

Carlos se levantó de la cama y caminó hacia la ventana. Apoyó su frente contra el cristal frío, observando las luces de la ciudad en la distancia. Su reflejo le devolvió la mirada: un joven confundido, atrapado entre dos identidades, dos versiones de sí mismo que ahora parecían estar en conflicto.

 Su reflejo le devolvió la mirada: un joven confundido, atrapado entre dos identidades, dos versiones de sí mismo que ahora parecían estar en conflicto

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Las preguntas seguían dando vueltas en su cabeza, sin respuestas claras. ¿Cómo había llegado a esta situación? ¿Qué debía hacer ahora? Y lo más importante: ¿cómo podía ser honesto con Mateo sin perderlo?

La noche avanzaba, y Carlos seguía despierto, enfrentando una crisis de identidad y emociones que nunca había anticipado. El camino por delante parecía incierto y aterrador, pero una cosa estaba clara: las cosas no podrían seguir como hasta ahora. Algo tenía que cambiar, y pronto.

Los recuerdos comenzaron a fluir en la mente de Carlos, transportándolo a su infancia. Imágenes de él y Kiara, apenas unos niños, riendo mientras intercambiaban ropas y papeles, inundaron sus pensamientos.

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