Kiara se dejó caer en su cama, aún con el corazón acelerado por la emoción de la mañana. El vestido rosa que se había probado descansaba cuidadosamente doblado sobre una silla, la tiara brillando junto a él bajo la luz de la tarde que se colaba por la ventana. Había sido una mañana perfecta: el taller mágico, la energía contagiosa de Valentina, conocer a Carol... todo parecía sacado de un sueño.
Sin embargo, mientras miraba su reflejo en el espejo del tocador, un pensamiento incómodo comenzó a nublar su felicidad. Durante la prueba del vestido, había estado conteniendo la respiración, temerosa de que alguien notara que sus senos no eran reales. El brasiere con relleno que usaba había funcionado hasta ahora, pero con ese vestido ajustado... ¿y si no era suficiente?
Kiara se llevó las manos al pecho, tocando suavemente el relleno a través de su blusa. Había aprendido a vivir con esta solución temporal, pero ahora que su vida tomaba un rumbo más serio, más real, la preocupación se hacía más presente. No era solo el trabajo de animadora; pronto empezaría en el instituto como Kiara y tendría que estar vestida por horas rodeada de gente.
Con manos temblorosas, tomó su teléfono. Necesitaba hablar con Mateo. Habían compartido tanto, pero esto... esto era diferente. Más íntimo, más vulnerable. Marcó su número, el corazón latiendo tan fuerte que casi podía escucharlo.
"¡Hola, preciosa!" La voz alegre de Mateo la hizo sonreír a pesar de su nerviosismo. "¿Cómo fue todo? ¿Te probaste el uniforme?"
"Sí," respondió Kiara, intentando mantener un tono ligero. "Todo fue increíble. El taller es como un mundo mágico, Mateo. Y conocí a Carol, mi compañera de animación. Es tan dulce... creo que seremos buenas amigas."
"Me alegro tanto," dijo Mateo, y Kiara podía escuchar la sonrisa en su voz. "¿Y el uniforme? ¿Cómo te quedó?"
Kiara tomó una respiración profunda. Era ahora o nunca.
"El uniforme es precioso," comenzó, su voz bajando ligeramente. "Pero... hay algo de lo que necesito hablarte." Hizo una pausa, reuniendo valor. "Algo que me preocupa y que... nunca te he dicho."
"¿Qué pasa, Kiara?" La voz de Mateo se volvió más suave, más seria, como si pudiera sentir su vulnerabilidad a través del teléfono.
"Es sobre... mi cuerpo," dijo Kiara, las palabras saliendo en un susurro. "Yo... uso un brasiere con relleno. Para parecer... ya sabes, para tener..." Su voz se quebró ligeramente. "Para tener senos. Pero no es... no es real. Y con el uniforme ajustado, tengo miedo de que se note. Que alguien se dé cuenta. Que tú..."
Se detuvo, las lágrimas comenzando a formarse en sus ojos. Al otro lado de la línea, Mateo guardó silencio por un momento, un silencio que a Kiara le pareció eterno.
"Kiara," dijo finalmente, su voz llena de una ternura que hizo que las lágrimas de Kiara comenzaran a caer libremente. "Mi amor..."
Era la primera vez que la llamaba así, y el corazón de Kiara dio un vuelco.
"Escúchame," continuó Mateo, su voz suave pero firme. "Te amo exactamente como eres. No me importa si..."
"Pero a mí sí me importa," interrumpió Kiara suavemente, secándose las lágrimas. "No es solo por el uniforme o... por ti. Es por mí. Yo..." Tomó una respiración profunda. "He estado investigando sobre terapia hormonal."
Hubo un momento de silencio al otro lado de la línea.
"La verdad es que mi cuerpo siempre ha sido... diferente," continuó Kiara, las palabras saliendo ahora como un torrente. "En el colegio, los otros chicos siempre se burlaban de mis piernas. Decían que parecían de chica. Y nunca me creció barba, ni vello en el cuerpo. Es como si... como si mi cuerpo siempre hubiera sabido quién soy realmente."
"¿Has consultado con algún médico?" preguntó Mateo con gentileza.
"Cuando tenía catorce años, mi madre me llevó a varios doctores," recordó Kiara, su voz teñida de nostalgia. "Decían que era un 'retraso en el desarrollo', que eventualmente mi cuerpo 'se normalizaría'. Pero nunca pasó. Y ahora entiendo por qué. No era un retraso, era... era mi verdadero yo intentando manifestarse."
Kiara se levantó de la cama y comenzó a caminar por la habitación, su energía nerviosa necesitando una salida física.
"He leído mucho sobre el tema, Mateo. Con terapia hormonal, los cambios pueden ser... significativos. Especialmente en alguien como yo, que ya tiene características... femeninas naturales. Mi metabolismo, mi estructura ósea, incluso mi distribución de grasa corporal... todo indica que mi cuerpo respondería bien al tratamiento."
"¿Has pensado en los próximos pasos?" preguntó Mateo, su voz llena de apoyo.
"Sí," respondió Kiara, deteniéndose frente al espejo. "Necesito encontrar un endocrinólogo especializado en terapia hormonal. Alguien que entienda... que esto no es un capricho. Es quien soy. Ya no puedo seguir esperando, Mateo. Esta transición... ya empezó. Desde el momento en que decidí ser yo misma, desde que tú me aceptaste, desde que conseguí este trabajo... Todo está alineándose. Es el momento."
"Estoy contigo en esto, Kiara," dijo Mateo con firmeza. "Cada paso del camino."
"Hay una clínica," continuó Kiara, su voz ganando confianza. "La encontré en internet. Tienen especialistas en terapia hormonal para personas trans. He estado pensando en hacer una cita. Pero tenía miedo. Miedo de dar este paso sin decírtelo primero."
"¿Quieres que te acompañe?" ofreció Mateo.
Kiara sintió que su corazón se expandía con amor y gratitud. "¿Lo harías?"
"Por supuesto. ¿Cuándo quieres llamar para pedir la cita?"
Kiara miró el reloj. Apenas eran las cuatro de la tarde. "¿Ahora?" susurró, mitad pregunta, mitad esperanza.
"Hagámoslo," respondió Mateo. "Pon el altavoz. Estoy aquí contigo."
Con manos temblorosas, Kiara buscó el número de la clínica en su teléfono. Antes de marcarlo, se detuvo un momento.
"Mateo..."
"¿Sí?"
"Gracias. Por todo. Por... por amarme como soy."
"Kiara," respondió él, su voz llena de emoción, "tú me enseñaste que amar es aceptar a alguien en su verdad más profunda. Y tu verdad... es hermosa."
Con lágrimas de felicidad rodando por sus mejillas, Kiara marcó el número de la clínica. Era el primer paso de un nuevo capítulo en su vida, y no podía imaginar una mejor persona que Mateo para acompañarla en este viaje.
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Descubriendo a Kiara
Fiksi RemajaMateo está ilusionado con la hermana gemela de Carlos, amigo del instituto donde estudia, pero hay algo que le está llamando la atención, nunca los ha visto juntos.... ¿Qué está sucediento?