41. OFICIALMENTE...

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CARLOS LOMBARDI

Hoy es el gran día, le tengo una noticia a todos. Mi familia no sabe, solo mi mamá.

Espero que se sorprendan, pero sobretodo, que se alegren por mí.

Como hoy no hay culto, invité a todos los amigos más cercanos aquí, en casa. Espero que todos vengan.

Le dije a mi mamá que me ayude a hacer unos aperitivos, yo no soy tan bueno en la cocina como Noah.

Pietro también estará, cuando se lo pedí no quería, término accediendo a regañadientes. Con Stefani andan enojados desde hace mucho, no se hablan, supongo que por eso no quería estar.

Arruiné su fiesta de hoy, buajajajaja.

Desde hace algún tiempo deseaba hacer esto y, oré mucho, recibí la confirmación hace unos días, Dios me respondió y sé qué es lo que tengo que hacer.

Estoy feliz, estar aquí me hace feliz. Estoy enamorado de mi Padre porque El hace todo perfecto.

Ahora puedo comprender que mucho tiempo de mi juventud, aún estando en los caminos de Dios, lo gasté en pensando en mi futura esposa, en mi futura familia y eso me provocaba ansiedad, por las noches ya no dormía. Me hacía tomar decisiones apresuradas.

Agradezco que Ruby me rechazara, porque gracias a eso, aunque dolió, me llevó a refugiarme en Dios, a descansar en Él, a desearle a El. Ahora no sólo lo sé, sino que puedo asegurar que los planes de Dios son para bien.

Hoy confío y descanso en que si algún día tengo una familia, será porque confíe, porque me dejé llevar por El. Y eso me tranquiliza.

He aprendido a amarle más que a mis propios sueños. Más que a mis proyectos.

—Carlos, dame un adelanto de lo que nos vas a decir, por favor —rogó Abraham.

—No puedo. Todos lo sabrán al mismo tiempo.

—Aunque sea un poquito —casi juntó sus dedos índice y pulgar.

—No.

...

Fuí el primero en salir de la empresa. Necesito ver que en casa esté listo todo.

Cuando llegué había una mesa con diferentes bocadillos, María había ayudado a mamá. Jam colocaba unos adornos, cuando me miró se me tiró encima.

—Qué es eso tan importante que tenés que decirnos, le rogué a mamá para que me dijera, ¡Crees que lo hizo! —reí. No dije una sola palabra.

Quiero aclarar que antes de hacer los papeleos de lo que hice, también conté con mi mamá. Ella me apoyó. Espero que Jam también.

Junté los sillones para que los invitados no estén dispersados por toda la sala, los necesito a todos juntos.

El ruido de unos autos me alertó. Ya habían llegado los primeros.

Pietro venía en su auto con Steven, Willy y Abraham.

Noah traía a Stefani, Silvia y Arthur, el contador, extrañamente Ruby no venia con ellos, lo digo por ellas tres son amigas.

Al poco tiempo llegaron los demás.

Pietro miraba a Stefani de soslayo mientras la pelinegra hablaba con Arthur.

El timbre sonó, fuí a abrir.

—¡Hola! —Celeste gritó estruendosamente.

—Hola, pasa por favor.

Celeste se convirtió en una gran amiga, desde que nos conocimos en ese volcán supe que es una persona osada, y eso es bueno. Cuando llegamos a la sala, la presenté a todos.

Silvia estaba al lado de Willy, como siempre. Ella luce genial.

—... acercas —apenas escuché.

—¿Acercas, qué? Disculpa, no estaba prestando atención.

—Que por qué no te le acercas.

—Yo, pff —bufé —por qué lo haría.

—Porque no paras de mirarla.

—No es tan fácil —repliqué.

—Lo es, yo me voy a acercar a aquel guapo de allá —hizo un movimiento con su cabeza, cuando volteo a esa dirección solo veo a Noah.

—Ni se te ocurra, si te acercas a el, créeme, saldrás corriendo de aquí y no querrás volver, y aún no he dicho lo que tengo que decir.

Willy y Pietro, de repente, miraban a Celeste. Ambos no son cristianos, son  mujeriegos, ella la nueva aquí, en resumen, ella es la presa.

Ruby se acercó a María, estaban ablando animadamente, la nana de mi primo le daba consejos de cocina. La pobre se notaba confundida.

—Atención a todos —en ese instante todos dirigieron sus miradas a mí, curiosos —les tengo un anuncio importante. Esto lo consulté con Dios y con mi mamá y estoy seguro de que es el propósito de Dios.

—Ya nos tienes con el alma en un hilo —dijo Abraham.

—Si, a mí no me quiso dar ni una pista —esta vez fué Jam la que habló.

Invité a Leonardo y Paola, pero no pudieron venir. Mi tío se fué ayer, así que no nos acompaña.

—Que lo diga, que lo diga... —corearon todos.

—No lo digo, porque no me dejan —me quejé—. Familia, hermanos en Cristo y amigos. Me complace darles la noticia a todos ustedes, que son como de la familia, al menos para mí —hice una pausa —oficialmente... ¡Soy ciudadano nicaragüense!

Un silencio sepulcral invadió la sala.

—¿Es en serio? ¡Digan algo!

Y empezaron a gritar y aplaudir. Sobra decir que hay unas personitas que no lo hacen, pero que sus sonrisas me dicen lo alegres que están.

Todos se acercaron a felicitarme.

Jam se acerca.

—¿Significa que nos separaremos? —me preguntó mi hermana, cabizbaja.

—Claro que no, si ustedes quieren, también pueden quedarse aquí, pero primero debemos arreglar lo de tu universidad.

—No lo sé.

—Es tu decisión —la tomé del mentón —apoyaré lo que decidan ustedes.

—Te quiero —me abrazó con todas sus fuerzas.

Nos quedamos así unos minutos.

Me asusté cuando Celeste me miró con una sonrisa malévola.

Se estaba dirigiendo a donde estaba Noah. Este, al percatarse, subió las escaleras hacia su cuarto, gracias a Dios estaba de pie y al lado de las escaleras. La ahora rubia, dió pasos lentos hacia Silvia, oh, oh. Espero que no le diga algo tonto.

—Que te pasa, estás nervioso, nunca te pones nervioso —musitó Luis, que estaba a un costado mío.

—No estoy nervioso —dije quitándole su vaso de gaseosa de la mano, me tomé lo que faltaba de un trago. Me arrepentí, sentí que me raspó la garganta.

Las dos chicas me miraron.

Ay no.

¡𝕊𝕠𝕪 𝕖𝕤𝕡𝕠𝕤𝕒 𝕕𝕖 𝕞𝕚 𝕛𝕖𝕗𝕖! © ✵Amores inesperados #2✵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora