En multimedia la imagen de Abril.
RUBY GÓMEZ
Decidí no ir al servicio porque estaba muy cansada, además tenía que regresar a casa para terminar de ordenarla, con mi nuevo trabajo casi no me queda tiempo de nada.
...
Me levanté con mucho sueño, aún así oré, me fuí a duchar y me preparé mi desayuno.
Eso hace que recuerde la vergüenza que pasé hace un año, cuando confesé que no sabía cocinar bien.
Me preparé un sándwich y mi jugo de naranja.
Caminé hacia la calle para tomar un taxi.
Cuando estaba fuera ví a una señora salir de la que era la casa de Luisa
—hola, disculpe ¿usted es la nueva inquilina?
Hace mucho tiempo que los dueños de la casa pusieron un rótulo de que se alquilaba el piso de abajo, pero nadie se había mudado todavía.
—no, yo... soy la madre de Luisa. Vine por sus pertenencias. Hace poco supe la dirección de esta casa y gracias a Dios que los dueños no se deshicieron de ellas.
Me sorprendí.
—oh, lo siento mucho. Nosostros creímos que Luisa no tenía familiares porque tratamos de contactarlos, pero no obtuvimos ninguna información.
—ella y yo no nos llevábamos bien.
—¿Y Matías?
—el está en un orfanato, yo no puedo hacerme cargo de él.
Detuve un taxi porque se me hacía tarde.
—disculpe que la tenga que dejar, pero me tengo que ir a mi trabajo. ¿Me dá su número para contactarme con usted?, por favor. Me gustaría hablar más sobre Matías, si no es problema.
—no, claro que no.
Anoté su número en mi móvil y me subí al taxi. Gracias a Dios llegué a tiempo.
...
Cuando salí de la empresa me dirigí al parque al que solíamos ir a comer con los chicos cuando trabajaba en Tecnogeneración.
Iba tan sumida en mis pensamientos, observando con detenimiento todo a mi alrededor, cuando, de pronto, ví que se acercaba Carlos.
—¡hola, cuánto tiempo sin verte! —exclamó Carlos cuando estuvo a unos metros frente a mí.
—si, creo que fué hace aproximadamente tres meses que no te veía.
—creo que sí —dijo dudoso —¿Cómo has estado?
—muy bien, pero con más trabajo.
—en la empresa haces mucha falta.
—eso espero —entrecerré mis ojos, después ambos reímos.
—sabes, hay algo que debo decirte. ¿Te acuerdas cuando te dije que... me gustabas y te pedí que fueras mi novia? —preguntó avergonzado.
—s-si —respondí, incómoda.
—yo... oré mucho por eso y si te acuerdas que antes de que tuvieras ese accidente estaba distante, era porque quería alejarme para saber si mis sentimientos menguaban o crecían —hizo una pausa—. Pues yo... dejé de sentirlo...
Agradecí que por fin aclarara sus sentimientos porque no quería verme en la incómoda situación de volverlo a rechazar.
—debo confesar que fué difícil. Cuando te fuiste de la empresa deseé poder pedirte que no lo hicieras y en los meses que siguieron tuve la intención de ir a tu casa, pero no lo hice y hace tres meses que te ví me dí cuenta de que ya no sentía lo mismo. Necesitaba decírtelo y quiero que sepas que te quiero como una amiga y que me gustaría que me vieras como un amigo. Siéntete libre.
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¡𝕊𝕠𝕪 𝕖𝕤𝕡𝕠𝕤𝕒 𝕕𝕖 𝕞𝕚 𝕛𝕖𝕗𝕖! © ✵Amores inesperados #2✵
Romantizm¿Se puede renunciar a algo que ya estaba escrito? ¿O a alguien? Descúbrelo en ésta historia. Fecha de publicación: 20/agosto/2023. Obra de mi autoría. No se aceptan copias. Para leer este libro es necesario leer la primera parte ¡¿Esposa de mi jefe?!