Devuelta

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Eren respiró con dificultad mientras permitía que sus ojos se adaptaran a la oscuridad. Trataba de comprender dónde estaba, intentando convencerse de que, de alguna forma, estaba muerto y nada de eso era realidad, excepto que se sentía excesivamente realista; el aire gélido que se filtraba por algún lugar, combinado al sonido de insectos y animales que elegian la noche como escenario perfecto para producir su melodía.

Lo más realista de la situación, era el calor agradable que sentía a su costado izquierdo, era casi palpable, como si... Sus ojos se abrieron con sorpresa al notar una figura humana tumbada a su lado. Aún en medio de la oscuridad, podía sentir con sus dedos ese cabello sedoso que solo podía pertenecer a una persona en el mundo. Mikasa. Si ese era el purgatorio o infierno, ¿Por qué ella estaría ahí ? No, tenía que ser algún tipo de consuelo que su mente había fabricado, era una forma de escapar de lo inevitable. En el fondo sabía que su teoría no tenía argumento, pero la idea de pensar que en realidad estaba vivo era aún más absurda. El había visto el futuro, sabía que el moriría y que sería a manos de Mikasa y así ocurrió, por ende, no era posible que ahora ambos estuvieran solos en la misma habitación. Pero entonces, por qué se sentía tan malditamente real.

En un intento por incorporarse sintió un mareo seguido de una debilidad que poseía su cuerpo, tenía un cuerpo. Otro hecho a la lista de imposibilidades, pues sabía que lo había perdido antes de activar el retumbar a manos de la niña Marleyense. Sus manos se sentían pesadas y hormigueantes, reacias ante de idea de responder a las ordenes de su cerebro para ayudarlo a salir de las cobijas que lo cubrían. Necesitaba ver y tocar su cuerpo para confirmar que fuese de carne y hueso, comprobar que no se fuera a desvanecer. En medio de un gran esfuerzo logro medio sentarse, sus ojos más adaptados al ambiente oscuro del lugar le permitieron detallar a la mujer que estaba a su lado. Sin duda, era Mikasa; su cabello azabache estaba desparramado a lo largo de la cama, con algunos mechones rebeldes sobre su rostro, era más largo de lo que recordaba. Sus ojos estaban cerrados en lo que parecía un sueño tranquilo. Las pestañas espesas de Mikasa proyectaban sombras bajo sus ojos, las cuales resaltaban sobre su piel clara, acompañada por sus labios carnosos con un tono rosaseo Eren trago fuerte. No era la primera vez que veía ese rostro ni esas cualidades, sabía que Mikasa era por mucho, la mujer más bella que conocía. Y que eso no le era indiferente a otros chicos, como Jean y demás reclutas o miembros de la legión. No obstante, era diferente, él la conocía desde que era una niña, pero no entendía en qué punto su belleza había madurado a un nivel más femenino y adulto. Tal vez las circunstancias no se lo habían permitido, después de todo, tenían cosas más importantes en las que pensar antes que en la belleza física de otros, a excepción de las habilidades de combate, en las cuales para completar, ella siempre habia destacado, haciéndola prácticamente perfecta.

El impulso de querer tocar su cabello fue inevitable. Sus dedos pesados se alzaron lo suficiente para sentir el terciopelo que se delizaba exquisitamente a través de su piel. Notó que ella se encontraba sentada sobre el suelo, por lo cual, debía sentir frío, no sabía por qué estaba acostada de esa forma a su lado, como si estuviera esperado que él ¿Despertara? Deslizo sus ojos a través de la habitación, viendo a su izquierda un gran ventanal que se alzaba del suelo al techo, dando vista hacia la noche. Las paredes parecían de un tono blanquecino, frente a él un poco lejos había un pequeño mueble, tenía una lámpara, algunos libros encima y plumas de escribir. Una silla estaba ordenadamente puesta en el centro. A su derecha había una puerta, y también había otra pero al lado izquierdo del escritorio. No podía detallar con claridad el color de la cosas debido a la oscuridad, pero también pudo notar que contra la pared izquierda, justo al lado del ventanal, había un sofá con sábanas dobladas y una almohada, como si alguien durmiera en el. Sus ojos regresaron a Mikasa, quien ahora tenía el ceño fruncido, como si aquello con lo que estuviera soñando no fuera agradable. ¿También la perseguirá en sus sueños todo el horror y tragedia que habían vivido? Cuando el había aceptado su destino de sacrificarse, estaba convencido de que sus amigos tendrían una vida feliz, pero no pensó en cómo afrontarían el trauma de todo lo que habían vivido antes de llegar a ello, si es que era posible superarlo para empezar.

|Under The Tree| Eremika FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora