|Under The Tree| Eremika Fanfic

Dependencia

Armin se sorprendió al ver entrar a Eren con dos platos de fruta. Tenía sobre su cama el traje que usaría para su viaje a Shingashina con Mikasa, junto a él, se encontraba una pequeña maleta de viaje y un libro de carátula marrón.

- Creí que tenía que ser yo quien te buscará. - Dijo Armin tomando la iniciativa de la conversación.

- Ya sería un anciano si me hubiera quedado esperándote. - Soltó Eren mientras le acercaba el plato a su amigo.

- ¿Estás algo ansioso o es mi impresión? - Replico Armin alzando una ceja.

- ¿Por qué lo estaría? - Respondió Eren, pinchando un trozo de manzana con el tenedor. - No es como si hubiese "Algo" por lo cual debiera preocuparme.

Armin lo miro por un momento. - ¿Desde cuando eres el rey del sarcasmo? - Con un suspiro, dejo su maleta a medio hacer, mientras se sentaba a un lado de la cama junto a su amigo. - ¿De qué querías y hablarme?

Eren terminó de masticar lo que seria una uva antes de responder. - Tienes que prometerme que no le dirás nada a Mikasa, no hasta que yo encuentre el momento de decírselo a todos, especialmente a ella. - Sus orbes esmeralda casi lo traspasaron a espera de su respuesta, Armin sabia que si no lo prometía, él no le diría nada.

- Lo prometo. - Respondió con un suspiro de resignación, a veces se sentía entre la espada y la pared, estar en medio de un trio de amigos no era fácil, especialmente cuando entre dos de sus integrantes había algo mas que una amistad, dificultando ENORMEMENTE poder tomar lado en ambas partes. - ¿Vas a decirme lo que esta pasando o tienes miedo a que te golpee por ser idiota? - No sabia lo que Eren estuviera tramando y por lo que había dicho, no parecía ser algo precisamente "bueno".

El castaño guardó silencio unos momentos antes de hablar, debia organizar sus ideas y elegir bien sus palabras, pues tenía que hacerle ver a Armin que su plan obedecía a una buena causa, con ese apoyo seria mas fácil podérselo decir a todos, especialmente a Mikasa.

- Veras, después de lo que Historia nos comentó anoche, estuve pensando en qué seria lo mejor para todos justo en estos momentos, pues si seguimos levantando sospechas, la situación podría salirse de control y lo que menos quiero es que el mundo termine en su contra. - Tomo una pausa al ver como la cara de Armin iba perdiendo color. - No es un plan suicida, ni tampoco aniquilar al resto de la humanidad si es lo que crees. - Desvió su mirada avergonzado. - Esos sacrificios tienen que haber valido la pena, hize lo que hice para ofrecerles un mundo donde pudieran vivir en paz, se necesitaron muchas muertes para llegar hasta aqui, y no quiero echarlo a perder. - Volvió a posar sus ojos en su amigo, quien ahora relfejaba angustia. - Debo alejarme por un tiempo de ustedes, cada uno podrá hacer su vida y dedicarse a sus asuntos sin tener que estarme ocultando o sosteniendo una mentira. Se que si decido continuar viviendo en esta nueva era, tendre que hacerlo como un fugitivo, como alguien que realmente esta muerto, pero se que para ustedes, especialmente para Mikasa, sera dificil de aceptar.

- ¿Tu madre te dejo caer de niño Eren? ¡Claro que no va a ser fácil de aceptar para ella! Tuvo que verse obligada a acabar contigo para romper una maldicion, renunciar a sus sentimientos y el amor que te tenía por el bien de la humanidad. Ella lo ha perdido todo ¿y ahora le vas a pedirle nuevamente que priorice su deber con el mundo antes que con ella misma? ¿Cuánto tiempo esperas que siga actuando para complacer a otros? ¿Esa es la libertad que tanto profesas?

Evidentemente esa había sido una bofetada intelectual. Eren cerró los puños de su mano con frustración y enojo reprimido; parecía como si el rubio no lograra entender lo difícil que ya estaba siendo tomar esa decisión. Se paró con brusquedad, siendo víctima de un leve mareo, su cuerpo aún no estaba listo. Se acercó a la ventana buscando con su mirada en los alrededores a la azabache, no la había visto en todo el día y en más de un momento tuvo el impulso de querer salir a buscarla, pero no podía hacerlo por el maldito secreto que debian cuidar si no querían enfrentar otra guerra.