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Título: Sombras del Corazón parte 1

Después de que el equipo 141 descubriera que Soap era un Omega, la dinámica en la base cambió drásticamente. Pero nadie lo tomó tan personalmente como Ghost. Desde ese momento, Ghost comenzó a idear formas de acercarse a Soap, atraído por la idea de protegerlo y hacerlo suyo.

En los días siguientes, Ghost empezó a mostrar su interés de maneras sutiles, casi imperceptibles para otros, pero evidentes para Soap. Le dejaba notas anónimas con cumplidos, asegurándose de que el papel oliera ligeramente a su propia esencia, dejaba su comida favorita en su mesa durante las comidas, y una vez, incluso había reparado un equipo de Soap sin que él se diera cuenta. Todo, con la esperanza de ganar su atención y, tal vez, algo más.

Pero cada uno de estos gestos solo incrementaba la incomodidad en Soap. Sabía lo que Ghost estaba haciendo, y cada intento solo reforzaba una idea en su mente: Ghost solo lo veía como un Omega, un objetivo más.

Una tarde, después de que Ghost dejara un pequeño ramo de flores silvestres en la oficina de Soap, este decidió que ya era suficiente. Con el ramo aún en la mano, se dirigió directamente al lugar donde sabía que Ghost estaría entrenando. Al encontrarlo solo en el gimnasio, Soap tiró las flores al suelo con un movimiento brusco, captando la atención de Ghost.

—¿Qué demonios crees que estás haciendo, Ghost? —la voz de Soap era baja pero cargada de una furia contenida.

Ghost, aún enmascarado, se enderezó, sorprendido por la confrontación.

—Solo intento demostrarte que me importas, Soap. Ahora que sabemos lo que eres...

—¿Lo que soy? —Soap lo interrumpió, acercándose más—. ¿Qué soy para ti, Ghost? ¿Solo un Omega al que puedes seducir porque crees que es lo que necesito?

Ghost intentó dar un paso adelante, pero Soap lo detuvo levantando la mano.

—No. Escúchame bien, Simon —el uso de su nombre real era un golpe directo al corazón de Ghost—. No quiero nada de esto. No quiero tus flores, ni tus gestos, ni tu lástima. Porque eso es lo que es, ¿verdad? Piensas que porque soy un Omega, soy débil, que necesito que alguien me cuide.

Ghost intentó protestar, pero Soap no le dio la oportunidad.

—Te respeto como soldado, Simon, pero esto... esto no va a pasar. No quiero nada contigo, no así. No cuando parece que solo me ves como un Omega y nada más.

Hubo un silencio pesado entre los dos. Ghost finalmente asintió lentamente, su habitual aura de confianza desmoronándose un poco.

—Entiendo... —murmuró Ghost, su voz baja y contenida—. Lo siento, Johnny. No volverá a ocurrir.

Soap lo miró por un largo momento antes de darse la vuelta, sintiendo una mezcla de tristeza y alivio. Mientras se alejaba, escuchó el leve sonido de Ghost levantando las flores del suelo, pero no miró atrás.

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