Capítulo 9: Desayuno (1/2)

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—No me hagas enojar, Cuti, ¿en serio, no eras tú?

Cristian escribió algunas palabras más y cerró la tapa de su laptop de golpe, volviéndose hacia Lisandro, que estaba recostado sobre una de las sillas de su habitación, con una lata de cerveza en las manos.

—No voy a repetírtelo una vez más, Licha , ¿para qué demonios iría solo a ese lugar?

—Es que no puedo aceptar que estoy ciego, amigo... pero tienes razón, Enzo tampoco te vio, así que posiblemente te aluciné o algo así.

Le lanzó una cerveza y Cristian la atrapó en el aire, colocándola sobre sus piernas, mientras se quitaba la toalla húmeda que tenía alrededor del cuello y la lanzaba al suelo.

El agua de su cabello se escurría por su cuello y empapaba toda su camiseta sin mangas. Maldición.

Abrió la maldita lata con los dientes y se tomó la cerveza de un trago, sintiéndola arder en su garganta seca.

—Es que creí que te habías ido de compras con tu chica del látigo.—Licha se levantó del asiento, levantando las cejas con una risa algo sarcástica.

—¿Compras? ¿Qué carajos es eso? No me jodas, Licha, ¿o me ves cara de gay?

Cristian lanzó la lata de cerveza hacia su escritorio, mostrando una expresión de asco ante las carcajadas de Licha.

Era un verdadero estúpido, pero tenía que aguantarlo.

Lo había soportado más de ocho años, así que no había mucho que hacer. Además, se había olvidado de la idea de que había sido él al que había visto y eso era lo mejor que podía haber hecho.

—Oye, ¿no es demasiado temprano para beber?

—Nunca es demasiado temprano ni para coger ni para beber.—Cristian se lanzó de nuevo hacia su asiento.

—Lástima que se acabaron las cervezas. Por cierto, ¿y tus padres?

—Ni rastro de ellos, si desaparecen de por vida, genial, hombre. Mientras me hereden todo, no hay problema conmigo.

Licha se encogió de hombros, tecleando algo en su celular, mientras una sonrisa se asomaba en su rostro.

—¿Y tu hermana? Me enteré de que tiene nuevo esclavo, lo publicó en su muro con corazoncitos y toda la cosa.

El asco se reflejó en el rostro de Cristian, que simplemente se mordió el dedo pulgar con fuerza y negó con la cabeza un par de veces.

—Es una despreciable de lo peor, debería irse al diablo con todas esas estupideces. Si no llevara mi sangre, posiblemente la habría matado.

Escuchó que Lizandro se reía de nuevo y luego se levantó, tomando las llaves de su auto y lanzándolas al aire para atraparlas de nuevo.

—Me tengo que ir, me está llamando mi viejo. Te veo en la noche, ¿dale?

La puerta se cerró de golpe y Cristian abrió nuevamente su computadora portátil, sacando un cigarrillo de sus pantalones negros. Sin embargo, el sonido de la puerta lo hizo volverse al instante.

—¿Qué te olvidaste ahora, imbécil? – soltó, buscando el encendedor en todos sus bolsillos.

—Pasa.

Observó cómo la puerta se abría lentamente y entonces la imagen que apareció frente a sus ojos no fue la de Licha, sino la de su atractivo criado, que mantenía una sonrisa en sus labios y la mirada en el suelo, sosteniendo una bandeja con alimentos, sin moverse del umbral de la puerta de su dormitorio. 

Inocencia Pasional ADAPTACION CUTISONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora