Capítulo 29: Heung Minnie

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Sonny sacudió los cojines del sofá y los acomodó en un rincón, retrocediendo unos pasos para ver si lucía bien antes de continuar con los otros muebles. 

Encontró el abrigo negro de Cristian tirado sobre uno de ellos y no pudo evitar sonreír y suspirar al presionarlo contra su pecho, pero un pinchazo le dolió el corazón cuando recordó lo que había pasado con los espaguetis la noche anterior. Solo el hecho de pensar que algo malo podría pasarle le aterraba bastante. Abrió las ventanas de la sala para que el sol de la tarde entrara con toda su fuerza y se relajó al pensar que el gran día estaba a solo unas horas de llegar. 

Mañana; mañana sería el día especial. 

Su preocupación fue reemplazada por una eufórica emoción y mientras tomaba uno de los adornos para limpiarlos, escuchó el sonido de la puerta abriéndose. 

Su corazón se aceleró y se dio la vuelta con una radiante sonrisa, que se desvaneció de inmediato al ver a la chica que estaba frente a la puerta, colocándose unas gafas oscuras e ingresando a la sala como si fuera su propia casa. 

—¿Está mi novio? ¿No lo has visto? 

Se acomodó el largo abrigo blanco, dejando caer su melena negra y Sonny pudo sentir sus ojos mirándole a pesar de la oscuridad de sus gafas. Hizo una reverencia e intentó seguir limpiando el adorno. 

—Buenas tardes, Cristian está en clases ahora. 

—Mira tú, qué confianza, aunque claro... tienes su permiso para tutearlo, porque, al fin y al cabo, crees que ya lo engatusaste y le atrajiste el billete, ¿no? Vamos, no tienes que fingir conmigo. 

—No entiendo de qué habla... 

—¿No entiendes de qué hablo? Vaya, cariño, aparte de regalado, eres lento. Tú sí que das pena, deberías mirarte un poco. 

El adorno cayó de sus manos y el aire se le atascó en la garganta, incapaz de salir, mientras asimilaba las palabras y elevaba la mirada, encontrándose con los ojos verdes fijándose en los suyos con una expresión que no logró descifrar, pero que le estremeció hasta el último nervio de su cuerpo. 

—¿No me vas a decir nada? ¿No te importa lo que te digo? ¿No te importa un bledo lo que te digo? ¿Quién te crees que eres? 

Recogió el adorno rápidamente y lo dejó sobre la mesa de vidrio, intentando ignorar las palabras y quedarse callado. Su madre siempre le repetía que cuando una persona estaba enojada, era mejor no decir nada y evitar echar más leña al fuego. 

Y eso era lo que pasaba, la chica estaba demasiado alterada y si le respondía, eso solo serviría para enojarla más, así que tomó la franela consigo y salió corriendo hacia la cocina antes de que la situación empeorara, pero se detuvo al sentir sus rápidos pasos siguiéndole. 

—¿A dónde crees que vas? ¿Me estás ignorando acaso? 

Se detuvo y se giró hacia ella, intimidándose ante su imponente presencia que no hacía más que resaltarse con sus ojos centelleando de rabia, y abrió los labios para calmarla, pero la castaña soltó su bolso de un porrazo sobre la mesa. 

—Solo échame un vistazo y luego mírate. ¿Quieres que te muestre qué cosas tiene una mujer que tú no tienes y nunca tendrás, eh? ¿quieres que te diga qué cosas puedo darle a Cristian que tú no? No sabes qué ridículo te ves intentando hacer el papel de mujer... 

—Y tú no sabes lo mucho que lo prefiero a él ni lo loco que me tiene. 

Sonny sintió que el corazón le dio un vuelco cuando la puerta de la cocina se abrió frente a él y Cristian apareció, ingresando con una media sonrisa desinteresada dibujada en sus labios. 

Inocencia Pasional ADAPTACION CUTISONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora