Capítulo 26: Sopa

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Sonny dejó de mirarlos de inmediato y desvió la cabeza, tomando la bandeja entre sus delgadas manos, listo para salir de la habitación a pasos rápidos. Cristian abrió la boca y solo atinó a cerrarla de inmediato, empujándola con todas sus fuerzas. 

—Vete a la mierda —gritó, y sus músculos se le paralizaron mientras veía a Sonny salir rápidamente de la habitación y desaparecer de su vista. 

Maldición. 

Cristian se quedó estancado un momento, mientras su cabeza daba vueltas, repasando la escena que acababa de ocurrir una y otra vez y sus músculos se activaban poco a poco. 

—Uy, qué humor, ¿trabaja aquí? ¿en serio son novios? Esa vez que los vi besándose en la cocina, no pensé que la cosa iba tan en serio. Lo siento, Cuti, pero creo que tendrás que terminarlo, ya has escuchado a tus padres y no creo que, si les dices que, en lugar de novia, quieres novio, se pongan felices. Y mucho menos si es un trabajador, tú sabes, hay ciertas cosas en nuestra sociedad que uno tiene que respetar y acostarse con tu trabajador no es una de ellas, ¿comprendes?... 

Maldición. 

Como reaccionando al fin, se levantó del asiento como una bestia, parándose en seco frente a la puerta cuando su madre se acercó con el teléfono en mano, sonriendo. 

—Ya está, lo siento mucho, era la compañía que necesita unos papeles urgentes, pero mandaré a que luego los lleven —dijo con una media sonrisa en su rostro antes lacrimoso y los observó en silencio— Bueno... supongo que ustedes quieren conocerse más y debo irme un rato para no resultar molestosa. 

—No, no se preocupe, ¿cómo cree?, usted nunca molesta. Más bien, yo me tengo que ir ahora mismo. Solo vine para verlos un momento, porque tengo un asunto pendiente con mi padre y me está llamando a cada rato. 

—¿Pero no te quedarás a cenar con nosotros? Quédate un rato, hija, siéntete en casa. 

—No, de verdad, tengo que irme. Con gusto, vengo otro día y almorzamos juntos. 

La muchacha se recogió el cabello negro en una coleta y se ajustó el bolso negro sobre su hombro. 

—Acompáñala a la puerta, Cristian —suplicó la mujer, pero no obtuvo ninguna respuesta— Discúlpalo, no está pasando por un buen momento ahora... 

—No se preocupe, puedo hacerlo sola. Cuídese mucho, nos vemos. Adiós, Cuti. 

Cristian controló la respiración cinco segundos más, mientras la veía desaparecer de su vista y el estudio se quedaba tan solitario como antes, solo con la destacada presencia de su madre, que se cubría los labios y extendía una mano hacia él, tomándolo del brazo. 

—Cielo, quería decirte que... —susurró, pero el sonido de su celular vibrando la interrumpió y le hizo un gesto de espera, al tiempo que respondía— ¿Aló? Sí, estoy acá en casa... exacto, no... sí, sí, estoy yendo en unos minutos, espérenme. 

Se soltó de su agarre y le dio una mirada fría, que reflejaba toda su rabia reprimida y salió disparado del estudio, moviéndose hacia la cocina con mucha urgencia. Frunció el ceño cuando no vio nada más que la bandeja sobre la mesa y otros platos más. 

—Sonny, ¿estás ahí? 

Atravesó la otra puerta, dirigiéndose hacia el pasillo de las habitaciones, pero se detuvo al ver, a través de una de las ventanas, a Sonny sentado de espaldas en una silla del patio, escribiendo algo en un cuaderno. Se volvió rápidamente y se metió por la otra puerta, exhalando ante el aire frío de la noche que se infiltraba por sus fosas nasales. 

Inocencia Pasional ADAPTACION CUTISONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora