Capítulo 14: Fría noche (2/2)

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Heung min sintió cómo sus labios se estampaban sobre los suyos con tanta fuerza que solo tuvo tiempo para contener la respiración y abrir los ojos lo más que podía. El sabor metálico de la sangre y el alcohol se coló por sus labios, mientras Cristian intentaba abrirse paso entre sus labios y sus manos subían hasta tomar su suave y delicado rostro con mucha necesidad, apretándolo de las ardientes mejillas. El coreano intentó separarlo, pero ninguno de sus músculos le respondió.

—No quiero que vuelvas a sonreírle, odio que le sonrías y no lo vas a volver a hacer—masculló Cristian, deslizándose rápidamente hacia la tersa piel de su cuello

—Sonny...

—¿Q...qué?

—Eres tan inocente y precioso que no sé qué demonios has venido a hacer conmigo.

Empezó a depositar húmedos besos sobre toda la extensión de su sudoroso cuello, mientras el chico se estremecía y ladeaba un poco la cabeza; los latidos de su corazón amenazaban con explotar y los nervios del momento le estaban comiendo la columna vertebral.

—No sabes con quién te estás metiendo —escuchó la voz de Cristian junto a su oído, casi en un susurro— Agradece que te estoy avisando, bonito, porque ya me has dado pena y no deberías dármela...

—Cristian, déjame curarte...

Los labios de Cristian llegaron hasta su hombro y el coreano sonrió, intentando empujarlo con todas las frágiles fuerzas que le quedaban, aunque le era imposible moverlo.

—Abre esos malditos labios y déjame besarte —Cristian retuvo su rostro con más seguridad, aunque sus ojos estaban cerrados y la marea estaba a punto de hacer colapsar sus neuronas.

Heung min cerró los ojos y su sonrisa se hizo aún más dulce, mientras sus mejillas ardían de vergüenza. El agarre de Cristian en su rostro se hizo más leve, más suave.

—Sí, tú puedes besarme cuando quieras, pero tengo que curarte primero, déjame hacerlo, por favor...

Escuchó cómo el otro se reía a carcajadas secas de nuevo y se lanzaba sobre sus labios.

—Me pones, Sonny, me pones mucho — indicó contra ellos y de repente, se quedó inmóvil.

El coreano abrió los ojos poco a poco y notó cómo la respiración de Cristian se hacía cada vez más pausada sobre su pequeño cuerpo. Estaba durmiendo.

Su sonrisa se hizo más profunda cuando lo tomó de los hombros con temblorosas manos y empezó a levantarse, haciéndolo con dificultad. El cuerpo de Cristian cayó completamente sobre la cama y Heung min se le quedó mirando con ternura, entrecerrando los ojos para que sus pupilas se dilatasen y se acostumbraran a la oscuridad.

De pronto, todo el miedo que había sentido hace algunos minutos desapareció por completo, aunque la preocupación seguía latente en su corazón. Estornudó y se movió rápidamente hasta la sala de estar, buscando el botiquín de primeros auxilios en todos los lugares posibles.

—¿Dónde estás? ¿Dónde estás?

Sus manos se pasearon por todas las paredes y luego regresó corriendo a su habitación, sacando una de sus camisetas de su bolso y metiéndose en el baño para humedecerla de agua fría.

Cuando la tela estuvo totalmente húmeda, la presionó entre sus manos y la llevó hasta la cama, intentando girar el cuerpo de Cristian con todas sus fuerzas. Cuando el cuerpo se giró un poco, empezó a pasar su camiseta suavemente sobre su rostro, dando toques en los lugares que estaban heridos y deteniéndose solo para separar su cabello de su inflamada frente con suavidad.

Aunque el olor a alcohol había llenado toda la habitación, a Sonny no le importaba.

Sentía que Cristian era lo más valioso que tenía y el miedo de herirlo de alguna manera mientras pasaba la tela de su camiseta sobre su rostro y su cuello le aceleraba más el corazón. Sonrió y volvió a acomodarle el cabello con la misma delicadeza de siempre, casi acariciando su rostro con las puntas de sus dedos.

No entendía cómo alguien tan perfecto como Cristian Romero podía haberse fijado en él, pero le agitaba el corazón de alegría el simple hecho de pensarlo. Su primer novio, Cristian Romero.

Se movió rápidamente hacia el otro extremo de la cama y tomó la almohada, colocándosela detrás de su cabeza para luego cubrirlo con todo el enorme edredón y continuar acariciándole la cabeza.

Se mantuvo observándolo durante muchos minutos hasta que Cristian se levantó de golpe y se lanzó contra una pared, tocándose la cabeza con ambas manos.

—Mierda —gritó con el rostro fruncido en una mueca de asco — El baño, carajo, el baño.

Heung min se alarmó de inmediato, aunque cuando empezó a moverse, Cristian ya había entrado al baño y estaba tosiendo con la voz más ronca que nunca, soltando maldiciones de vez en cuando. El sonido del vómito llegó mucho después y el coreano abrió los labios, aterrorizado.

—¿Puedo entrar?

La tos se volvió a escuchar y después de diez minutos, Cristian salió como alma que lleva el diablo, lanzándose de nuevo a la cama.

—¿Te sientes bien o quieres que haga algo?

Sonny no obtuvo respuesta, así que lo único que le quedó fue continuar pasando sus finos dedos sobre su cabeza y sentarse junto a la cama, recostándose sobre el frío lateral.

No contó cuántos minutos pasaron, pero cuando abrió los ojos de nuevo, la oscuridad era más notoria.

Se acurrucó mucho más y continuó acariciándole la cabeza, decidido a no cerrar los ojos hasta que el sol apareciera de nuevo. Sentía que el sueño lo vencía, pero no podía atreverse a quedarse dormido; no con Cristian necesitándolo en cualquier momento.

Cuando la luz del dormitorio empezó a aclararse, sus ojos comenzaron a cerrarse, aunque terminaron por abrirse de golpe cuando notó que los oscuros ojos de Cristian lo miraban también.

—Buenos días, Cristian—susurró, sonriéndole con la misma ternura de siempre y quitó la mano de su rostro con la misma rapidez en la que se ruborizó.

Cristian lo miró durante tres minutos sin sonreír ni moverse. Sentía diferentes ideas mezclándose en su adormecida mente; muchas de ellas le gritaban que se levantara y lo golpeara hasta que dejara de sonreír así y otras, que lo tomara y lo follara con tanta fuerza hasta que anochezca de nuevo.

Pero se maldijo internamente cuando lo único que hizo fue sonreírle de vuelta.

Inocencia Pasional ADAPTACION CUTISONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora