En donde Yura atrapada en una dinámica familiar disfuncional, se ve envuelta en una relación apasionada con su misterioso vecino, Toji Fushiguro. En medio de una relación marcada por la pasión y la disfuncionalidad, Yura y Toji se sumergen en un tor...
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Toji no podía creerlo. Allí estaba Yura, con esa actitud exasperante que siempre se repetía una y otra vez. Le resultaba difícil reconciliarla con la imagen de vulnerabilidad que había mostrado hace solo unas horas, cuando estaba bajo su cuerpo, enredándose con cada uno de sus movimiento. Ahora, estando de pie frente a él, se veía tan firme y llena de vida, borrando cualquier rastro de aquella muchacha envuelta en sufrimiento.
Sabía ocultar sus heridas con sorprendente habilidad.
Su mirada oscura era desafiante, y Toji odiaba con todo su alma ser desafiado. Esa actitud prepotente de ambos se enfrentaba como dos huracanes en colisión, siempre desatando conflictos inútiles que, para él, no valían la pena.
Le recordaba a... ella.
Pequeña y frágil, pero con un carácter tan fuerte y determinado que, a pesar de los años y de amarse tanto, no siempre estuvieron absueltos de fuertes discusiones sin sentido.
. . .
"— Ahí vas otra vez a huir.— al escuchar eso Toji rechinó los dientes — ¿No puedes quedarte y resolver las cosas como un adulto? —
— Y tú te sientes muy adulta vociferando ¿Verdad, Izayoi? —
— Tu comienzas a alzar la voz. No me dices que te pasa, te lo guardas todo y me agobia verte tan estresado, solo quiero entenderte.— su voz se suavizó tanto que logro estremecerlo — ¿Por que es tan difícil que me digas que te pasa? Actúas como... ¡Como un niño! —
Estaba tan cansado, ese día tenía tantas cosas en la cabeza, y lo último que quería escuchar era que actuaba como un crío. Pero la amaba tanto que lo único que sabía hacer era huir para no seguir discutiendo, le dolía cuando lo hacían.
— Quiero estar solo.— fue lo último que dijo antes de salir del departamento."
. . .
La puerta se cerró de golpe en la cara de Yura, haciendo que sus ojos se abrieran con asombro antes de que su expresión cambiara a una furia total. Sin pensarlo dos veces, volvió a golpear la puerta con tanta fuerza que parecía estar a punto de derribarla.
— ¡Abre la maldita puerta, bastardo! — gritó, sintiendo cómo la palma de su mano ardía por el impacto. No le importaba si su madre, en el departamento al final del pasillo, escuchaba el escándalo — Voy a denunciarte por... —
De repente, la puerta se abrió y Toji reapareció, esta vez con una chaqueta en mano y una gorra en la cabeza. Su expresión estaba cargada de molestia, así que su tono de voz salió más tosca de lo usual.
