Emma.9

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El día de irme llegó. Anoche había tenido una de las conversaciones más dolorosas de mi vida. Había aceptado mi destino, pero trataré de sanar para volver a ella como amiga, porque a Sami la quiero tener en mi vida.

Mientras desayunábamos, el personal bajaba el equipaje; me iría después de comer. Minutos después, estábamos listas para partir. Estaban los padres de Sam, pero ella no. Tal vez no quería despedirse, pensé que al menos lo haría con Emily. Pero bueno, no puedo ponerme triste si ella no quiere estar aquí.

—Cuídese mucho, niña Emma.— dijo la señora Carmen.

—Gracias por todo. ¿Puede hacerme un favor y darle esto a Sam?.

Ella me miró y dudo en tomarlo. —Sí, niña Emma.— respondió.

—Hasta pronto, señorita Emma.— dijo el señor Samuel.

—Hasta pronto, estaremos en contacto.—dije.

—Sí, señorita cuídese y feliz viaje.

—Gracias, señor Samuel.

Subí al auto luego de despedirme. El auto arrancó y, antes de llegar al portón, miré hacia atrás, tal vez con la esperanza de que Sami estuviera ahí. Una lágrima recorrió mis mejillas al no verla.
El regreso a casa fue tranquilo, con Emily durmiendo todo el viaje. Después de cinco horas de carretera, ya estábamos en la ciudad. Llegamos a casa, el personal sacó nuestro equipaje y le envié un mensaje a las chicas, ya que estaban pendientes de nuestra llegada.

***

Los dias siguen pasando rápido, me encontraba en mi despacho, ordenando los detalles de mi viaje a Francia para mañana. Siento que la vida sigue adelante, a pesar de la tristeza. Mi asistente estaba al teléfono, organizando mi agenda para París, volvería un día antes del juicio de mi padre.

Todo está listo para su viaje, Señorita Reyes.— dijo mi asistente.

—Gracias, Esther. Aprecio mucho tu ayuda.—respondí.

Notó que mi voz sonaba firme, una fachada que he construido para enfrentar la realidad. Pero, por dentro, aún lucho con el torbellino de emociones.

—¿Necesita algo más?.— preguntó.

—No, eso es todo por hoy. Gracias de nuevo, Esther.

—De nada, Señorita Reyes. Que tenga un buen viaje.

Al colgar, decidí ir a ver a Emily. Antes de subir las escaleras, el sonido del timbre me sorprende.

—Voy a abrir.— le digo a la ama de llaves antes de que pueda moverse. Caminé hacia la entrada y abrí la puerta.

Me sorprendió mucho verla aquí, frente a mí.

—Hola, hermosa— sonreí, ella hace lo mismo.

—Hola— respondi y la hago pasar. Juntas caminamos a la sala.

—¿Qué haces aquí?— le pregunté, mientras nos sentamos. —No me avisaste que vendrías.

Ella sonríe.

—Vine a la ciudad por un seminario y pensé en ti. Quería verlas— respondió, sus ojos azules brillaban.

—Me alegra mucho que estés aquí.

—¿Y mi princesa, cómo está?.

—Bien, ¿quieres verla?— le pregunté.

—Sí, pero antes quiero hablar contigo.

La miré con curiosidad.

—Te escucho.

—Quiero invitarte a cenar.

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