Emma.8

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Al salir de la cocina, la tristeza me invade. Verla, tenerla cerca, no me hace bien. Estuve a punto de besarla, pero no puedo. Ella siguió con su vida y ahora es feliz con Lucas.

Estoy agotada, sin fuerzas. Todas las noches me refugio en mi habitación a llorar. Ese día que los vi en las caballerizas besándose, mi corazón se partió en miles de pedacitos. Ver a la mujer que amas ser feliz con otro duele.

Llegué a la habitación de mi hija. Entré y la luz de la lámpara iluminaba el lugar. Ella está en su cuna. No pude evitar llorar. No puedo, ya no tengo fuerzas para seguir adelante. Lo intento, pero siento que una parte de mí se fue con ella.

—Lo siento, princesa.— murmuré. —Mami no puede más.

Las horas pasan y aún sigo en su habitación, sentada en la mecedora, velando su sueño. No sabe cuánto desearía que estuvieras aquí, mamá, y que me dijeras qué hacer.

—Señorita, señorita.— escuchaba una voz. —Señorita Emma, despierte.— Abrí los ojos, me estiré bostezando y vi a Elena con Emily en sus brazos frente a mí.

Me dolía el cuerpo. —¿Qué hora es?.—pregunté.

—Son las 7 de la mañana. Durmió toda la noche allí.

Me levanté.—No me di cuenta cuando me quedé dormida.— respondí.

—!Mami!

—Buenos días, mi princesa. — le di un beso en la frente. —Iré a lavarme la cara, y bajamos a desayunar.

—Si, señorita.

Salí de la habitación y caminé hacia la mía. Fui al baño y me miré al espejo. Me sorprendí al verme tan mal, con ojeras y ojos hinchados. Respiré profundamente, me eché agua en la cara, me cepillé los dientes. Me quité la ropa para darme una ducha rápida. Había tomado una decisión, aprovecharía el tiempo que las chicas estarían aquí para relajarme. Luego, arreglaría todo en la finca para irme. Necesito estar lejos de ella. Necesito seguir adelante por mi hija, necesito olvidarla.

Salí de la habitación y fui por Emily. Bajamos hacia el comedor, nos sirvieron el desayuno. Al terminar, caminé al despacho, mientras Elena y Emily iban al jardín a tomar sol. Entré y me senté para pensar a quién dejaria encargado de la finca, ya que no sabía cuánto tiempo me tomaría en volver. Revisé algunos documentos para dejar el fin de semana desocupado. Miré el reloj y eran las 9. A.m no faltaba mucho para que las chicas llegaran.

Salí del despacho y subí a la habitación de Emily. Al entrar, ella estaba jugando.
Me miró, sonrió iluminandome el alma. —!Mami! —dijo, caminando hacia mí.

Me agaché. —Hola, ¿me extrañaste?.— Ella movió su cabecita afirmando.

Sonreí, mi niña es muy inteligente, aprende rápido; todo lo que ve le da curiosidad. —¿Sabes? Hoy llega tu tía, y también Amanda.— Aplaudió feliz. Le di un besito y salimos de la habitación.

Caminé hacia la cocina para hablar con la señora Carmen. Al entrar mi corazón, como siempre que la ve, late más fuerte de lo normal. Sam está cortando verduras y también esta la chica de servicio llamada Anna.

—Buenos días, niña Emma.

—Buenos días.— respondí.

—!Am, am¡. — dice Emily emocionada por verla, Sam le sonríe.

—Señora Carmen, quería pedirle que para el almuerzo no utilice la pimienta. Una de las chicas que viene es alérgica.— expliqué.

—Oh! entiendo, no se preocupe niña Emma.

—Am, mami, am.— insistía Emily estirando sus brasitos hacia ella. Sam nos miraba. —Sam está ocupada, mi amor.

—Gracias.— dije y salí. Ya no quería verla.

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