Samantha.3

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Me desperté temprano, antes de que el sol se alzara por completo. El aire de la mañana me acarició el rostro mientras me dirigía al establo. Hope, mi fiel compañero, relinchó suavemente al verme. Cepillé su pelaje con cariño, coloqué la silla de montar y juntos salimos al campo, Le murmure palabras de aliento mientras cabalgábamos.
Al atardecer, me acurruqué junto a él, prometiéndole que superaríamos cualquier obstáculo juntos. La noche cayó, y me quedé allí, sintiendo su respiración tranquila mientras el mundo se sumía en la oscuridad.

Ha pasado un mes desde que Emma partió de la finca, y desde entonces, mi mundo se ha vuelto un laberinto de incertidumbre. Las cartas que le escribí con desesperación, no han sido contestada. La finca, que solía vibrar con sus risas ahora es un eco vacío. El teléfono que antes era un constante ruido de esperanza por las mañanas ha dejado de hacerlo.

Mis padres han notado mi tristeza y tratan de llenar el vacío con pequeñas atenciones, Lucas ha sido mi roca, escuchando mis desahogos sin juzgarme, ofreciéndome su hombro y su tiempo. Con él, encuentro momentos de alivio en medio del dolor, pero incluso su amistad no puede disipar la ausencia que Emma ha dejado en mi alma.

Las mañanas ya no me reciben con el mismo brillo, y el aroma del café no logra despertar mi espíritu como antes. Aun así, me aferro a las rutinas, encontrando consuelo en el amasar del pan y en el calor de la cocina que compartimos mi madre y yo. Ella no dice nada, pero sus abrazos se han vuelto más frecuentes, más fuertes. Las noches son las peores. Me acurruco bajo las sábanas, imaginando su voz susurrando promesas en mi oído. ¿Me extrañará tanto como yo a ella? Y entonces, en la oscuridad, me atrevo a soñar. Sueño con su regreso, con sus brazos rodeándome, con sus labios buscando los míos. Pero al despertar, la realidad me golpea como un vendaval. Emma sigue sin regresar, y yo, estoy atrapada en este drama romántico.

Me encontraba en los establos, el sonido de los caballos masticando era una melodía tranquila. Cada tarde después de ayudar a mi madre en la cocina, vengo a ver a Hope, se que la ausencia de emma le está afectando mucho y que siente mi dolor. Ambos nos damos apoyo para seguir adelante.
Le acaricio el hocico y le susurró palabras que solo él entendía, mientras el sol se filtraba por las rendijas del establo, Hope bajó la cabeza y comenzó a comer el heno que le había ofrecido. Sus ojos recuperaban su brillo perdido, y su tristeza parece dispersarse un poco. Me sentí aliviada y agradecida.

Lucas esta apoyado en la puerta con esa sonrisa cálida. Él me miraba con esos ojos que parecían leerme el corazón. - A los viejos amigos no se les puede engañar fácilmente, Sam - dijo, y supe que no tenía sentido ocultarle nada, mientras caminaba para salir de los establos.

- Solo hablaba con Hope - confesé sin poder evitar una sonrisa melancólica. - Él la extraña mucho, al igual que yo - Lucas se acercó a mi y puso su mano en mi hombro con la familiaridad de años compartidos.

- Todo estará bien sam!, Él estará bien! Sabes que cuentas conmigo para lo que necesites  - Sonreí.

- Gracias, Lucas - expresé, sintiendo cómo se acumulaban las emociones en mi garganta. - No sé qué haría sin ti.

Miré hacia el horizonte, donde el cielo se pintaba de colores cálidos, <<Algún día, las cosas serán diferentes>>. Él me dio una palmada amistosa en la espalda y se alejó para darle espacio a mis pensamientos.

Dejó atrás el olor a heno y la calidez de los caballos, mis botas levantan pequeñas nubes de polvo con cada paso que doy hacia mi casa, un camino que he recorrido incontables veces pero que nunca deja de sentirse como un regreso a mi hogar.
Al acercarme, el murmullo de voces me guía hacia la parte trasera, donde encuentro a mis padres sentados en nuestras viejas sillas de madera, cada uno con una taza de café humeante en las manos. La escena es un cuadro de tranquilidad y amor.

Hilos del Destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora