Epílogo

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"Aunque el camino esté sembrado de incertidumbre, cada paso adelante es una semilla plantada en el jardín de nuestras posibilidades infinitas."

3 años después

En el pintoresco pueblo de Haro, en la ciudad de La Rioja, conocido por su impresionante arquitectura y la calidez de su gente, se extienden vastos campos, majestuosas montañas y fértiles terrenos de vid. Aquí, las fincas de las familias viticultoras han prosperado durante generaciones. Entre ellas, destaca la familia Reyes Torres, reconocida por su tradición y excelencia en la elaboración del vino. En los últimos seis años, han alcanzado la cima del reconocimiento mundial, gracias a la dedicación y pasión de la joven Samantha Torres de Reyes, quien ha elevado el prestigio de su familia a nuevas alturas.

Nos encontramos en su hogar, donde el cálido sol de la mañana ilumina las paredes de esta hermosa casa. El suave sonido de una puerta al abrirse revela a una niña de ojos verdes, quien se encuentra con dos pequeños de ojos azules y sonrisas cómplices. —Vamos, no hagan ruido.— susurra la niña mientras sale de su habitación y avanza por el pasillo en cuclillas, seguida de cerca por sus hermanitos, imitando sus movimientos.

Al bajar las escaleras, se dirigen hacia la cocina, donde una señora mayor los espera. —Buenos días, abuela.— dicen los tres al unísono, llenando el ambiente de ternura y complicidad familiar.

La señora se voltea y, con una sonrisa, les devuelve el saludo a sus hermosos nietos. —¿Listos para comenzar?.—pregunta.

—¡Sí!.— chillan los tres emocionados.

Hoy es un día especial, su mamá Emma, estaba de cumpleaños. Junto con su abuela, los niños le prepararían un desayuno especial y su pastel de chocolate favorito. Mientras los pequeños ayudan con el desayuno, en la habitación principal, Samantha se estaba despertando. Se estiró y abrió los ojos y con cuidado de no despertar a su esposa, se levantó y se dirigió al baño. Mientras se lavaba la cara, en la cocina todo era risas y diversión. A la algarabía se sumó su abuelo, quien intentaba mantener el orden, pero era imposible; esos tres eran muy tremendos.

Samantha lista para empezar su día, salió de la habitación con la misma intención de preparar un desayuno especial para su esposa. Lo que no sabía era que sus tres angelitos ya se le habían adelantado. Al acercarse a la cocina, escuchó risas y murmullos. Al entrar, vio a sus padres cocinando con sus hijos.

—Buenos días.—dijo ella. Todos levantaron la mirada hacia ella. Sus gemelos fueron los primeros en saludar.

—Hola, mamá.

—Buenos días, mamá.— saludó la pequeña Emily.

—¿Están cocinando sin mí?.— dijo con tristeza.

—Era sorpresa para mami, para ti y para el hermanito.— dijo el pequeño Sebastián.

—Nosotros solo ayudamos.— añadió el señor Samuel.

Samantha les regaló una sonrisa a su familia. —Bien, ¿en qué puedo ayudar?.— preguntó.

—Vamos a poner el desayuno en las bandejas para subirlo a la habitación.— dijo Emily.

—¿Comeremos en la habitación?.— preguntó Samantha.

Los gemelos asintieron con la cabeza. —Sí, para que mami no se levante porque no puede.— dijo Santiago.

—Sí, porque está gorda.— añadió Sebastián.

—Mami no está gorda, tonto.— lo regañó Emily.

—No soy tonto.— le respondió Sebastián.

—Niños, no peleen.— intervino su mamá. —Y Sebastián, tu mami no está gorda, lleva a tu hermanito en la pancita.

Hilos del Destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora