Capitulo 3

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Me senté frente a la casa de Fernando mientras jugaba con Luz. Ella realmente me agradaba. Y la verdad era que quería distraerme de todo lo que había pasado últimamente. Quizá si estaba con él un rato podría distraerme...

—Hola de nuevo—Levanté la vista y sonreí mientras Fernando se acercaba a mi.

—Hola—Respondí—. ¿Puedo pasar un rato?

—Puedes pasar el tiempo que quieras.

—Gracias, de verdad.

Lo seguí y nos metimos en su casa. Me quede conversando con él un poco y luego me puse a ver una película. Bueno, en realidad ambos nos pusimos a ver una película. Encontramos una película de terror y, bueno, habíamos decidido verla. Aún era temprano. De todos modos, nunca había visto una, tenía curiosidad.

~

—¿Y? ¿Qué opinas?—Me pregunto Fernando cuando la película termino. La verdad era que estaba cagado de miedo, pero no iba a admitirlo.

—Estuvo buenísima. Pero, de todos modos, no dio miedo—Mentí en lo último.

—¿De verdad?

—Ajá...¿¡QUÉ FUE ESE RUIDO!?—Me levanté, sobresaltado, del sillón por un pequeño ruido. Mire a mi alrededor.

—Luz jugando—Fernando se rió—. ¿Acaso esa película tanto te afecto?

—No, yo...solo preguntaba. Simple curiosidad.

—¿Podrás dormir esta noche?—Se burlo. Le mostré mi dedo del medio.

—¡Claro que si! ¡Esa película no me dio miedo!

—¿Y si te digo que la película se baso en cosas reales? ¿Y si te digo que eso si fue real?—Pregunto.

—¿Eh? ¿E-Eso...fue real?—Pregunte. De repente, la película me dio mas miedo.

—¡Obviamente no, pero si que te asusto mucho!—Fernando comenzó a reírse bastante alto.

Mi expresión cambio a una de enfado y, de nuevo, le mostré el dedo del medio. Él, sin embargo, ni prestó atención a mi gesto y continuó riéndose. Camine hacía él.

—¡Ya deja de reírte, maldita sea!—Intente taparle la boca, pero él se movió y termine en el suelo—. Mierda.

Eso solo le dio mas risa a Fernando, y mas ira a mi.

—¡Vete a la mierda, Fernando!

—Ya no me puedes decir que la película no te dio miedo—Me miro con una sonrisa...y yo no respondí—. ¿De verdad te enojaste?

—Un poco.

—Bueno, bueno, lo siento. Solo quería divertirme un poco.

Suspire.

—Al menos me distraje. Eso era lo que quería.

—¿Tuviste un mal día?—Me pregunto.

—Si, podría decirse.

—Comprendo eso. Puedes venir aquí cuando quieras, incluso teniendo un buen o mal día.

—Gracias.

Mire a Fernando unos segundos. No nos conocíamos desde hace mucho y tampoco era que nos conociéramos demasiado (aunque eso parecía que estaba cambiando poco a poco), y sin embargo él dejaba que viniera a su casa cuando quisiera. La verdad era que cada vez me estaba cayendo mejor.

—No hay de que.

Mas tarde, estábamos en el patio de su casa. Había un banco al lado de un árbol y allí nos habíamos sentados. No era ni pequeño ni grande. Y el sitio era bonito, a decir verdad. En un rincón, por cierto, había algunas flores. Y de aquí se podía ver, un poco lejos, el bosque.

Amor ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora