Como domar el fracaso

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Capítulo 32: Cómo domar el fracaso

El sonido de sus botas aplastando una pila de excrementos de dragón resonó por la caverna, seguido por un tintineo agudo cuando Rhaegar, sin darse cuenta, pateó un esqueleto marcado con profundas marcas de mordeduras, sacudiendo el inquietante silencio del espacio oscuro.

El ruido arrepentido provocó escalofríos en la columna de Rhaegar y su corazón se aceleró en su pecho.

Por un momento, su mirada se dirigió nerviosamente hacia la figura oscura, temiendo que cualquier paso en falso pudiera desencadenar su ira.

Mientras luchaba por estabilizar su corazón, que latía violentamente, Rhaegar no podía deshacerse de la inquietante sensación de que, dada su condición física solo medio año antes, su corazón ya podría estar fallando, propenso a fallar en cualquier momento.

Tomando una respiración profunda, intentó calmar su creciente ansiedad y continuó tarareando la melodía inestable con menos delicadeza.

Luego, una serie de ruidos rompieron el silencio una vez más.

Después de un rato, el choque de cadenas resonó una vez más, señalando la aproximación de Rhaegar a la guarida de Dreamfyre.

A medida que se acercaba, la silueta de Dreamfyre comenzó a tomar forma en la tenue luz.

Su cuerpo esbelto, adornado con escalas de color azul claro y acentos plateados, junto con sus amplias alas plegadas cuidadosamente contra sus costados, creaban una figura imponente pero elegante.

Aunque la cabeza del dragón permaneció oculta entre las sombras, el brillo de dos cuernos plateados largos y ligeramente curvados insinuaba su formidable presencia.

Deteniéndose en seco, Rhaegar no pudo evitar sentir una sensación de inquietud ante la visión que tenía ante él.

A pesar de parecer en reposo, Rhaegar sabía que Dreamfyre había sido alertado de su presencia por la melodía tarareada.

Con solo la silenciosa compañía del dragón no reclamado, Rhaegar no pudo negar el miedo que se apoderó de él.

La antorcha tembló en el agarre de Rhaegar, sus piernas pesaban como si estuvieran ancladas en un lugar, e incluso la melodía de sus labios se sentía distante y entumecida.

"¡Muévete, muévete!" gritaba su mente, luchando contra el agarre paralizante del miedo que lo mantenía en ese lugar.

Se había embarcado en esta búsqueda para domar al dragón, y abandonarla ahora no era una opción.

A medida que los momentos se extendían hasta la eternidad y Dreamfyre no hacía ningún movimiento agresivo, la resolución de Rhaegar comenzó a fortalecerse.

Impulsado por la determinación, obligó a sus piernas a dar otro paso adelante, y luego otro.

Treinta metros, veinte metros, quince...

Con cada paso que avanzaba, Dreamfyre se hacía más grande y claro en su visión.

El dragón, con sus imponentes cuernos y ojos color ámbar, lo miró con una tranquila indiferencia que envió escalofríos por la columna de Rhaegar.

El espacio confinado parecía asfixiarlo bajo el peso de la presencia del dragón, como una amenaza inminente a punto de atacar.

"Jujuju"

La canción vaciló en los labios de Rhaegar mientras su respiración se aceleraba, resonando fuerte en el silencio cavernoso.

La tensión se apoderó de su cuerpo, endureciendo cada músculo mientras Rhaegar fijaba su mirada en Dreamfyre.

Juego de Tronos: Soy el heredero por un díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora