El visitante misterioso

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Capítulo 42: El visitante misterioso

Intrigado, Rhaegar se incorporó con cuidado, teniendo cuidado de no agravar sus heridas, y lentamente se dirigió hacia la ventana.

Al mirar hacia abajo, descubrió que la fuente del extraño canto de los pájaros no era un cuco en absoluto, sino más bien un pequeño espadachín con mechones castaños y rizados.

Syrio estaba de pie en el jardín de abajo, ahuecando sus manos sobre su boca mientras continuaba imitando el llamado del cuco.

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Rhaegar frunció el ceño, se asomó a la ventana y gritó: "¿Qué es todo este alboroto a esta hora?"

Tan pronto como Syrio vio a Rhaegar, se inclinó respetuosamente y abandonó rápidamente la habitación, sin ofrecer ninguna explicación.

"Qué extraño..." murmuró Rhaegar, sacudiendo la cabeza confundida mientras cerraba la ventana.

Su mente se llenó de preguntas. ¿Su pesadilla fue una visión? Y si así fue, ¿qué predijo?

Pero pronto otro pensamiento interrumpió sus pensamientos: "¿Por qué está Syrio aquí en la Fortaleza Roja?"

De repente, Rhaegar se dio cuenta y llamó a su escudero, Erryk, que estaba de pie justo afuera de la puerta.

-Erryk, necesito hablar contigo.

La puerta se abrió con un crujido y Erryk entró con expresión alerta. "¿Qué sucede, mi señor?"

Rhaegar no perdió tiempo para contar su encuentro con Syrio.

Erryk ascendió con la cabeza en señal de comprensión. "Syrio ganó el duelo en el torneo y solicitó una audiencia con el rey. Se comprometió a servirte".

—A mí? —repitió Rhaegar, sorprendido por la revelación.

Erryk explicó que Syrio había tratado de convertirse en el maestro de la espada de Rhaegar y había permanecido en la Fortaleza Roja para hacerlo.

Las piezas del rompecabezas comenzaron a encajar, pero Rhaegar no podía deshacerse de la sensación de inquietud que persistía en el fondo de su mente.

Rhaegar reflexionó sobre el motivo de la visita nocturna de Syrio. "Si consiguió lo que quería, ¿por qué me molestó en mitad de la noche? ¿Tendrá algo urgente que discutir?"

—Es posible, Su Gracia —respondió Erryk con cautela—. Pero, dado lo avanzado de la hora, puede que no sea seguro reunirse con él a solas.

Las palabras de Erryk reflejaban la cautela que había en la mente de Rhaegar. El rey había ordenado que no lo dejaran solo con Syrio, y por una buena razón.

Aun así, una sensación inquietante carcomía el corazón de Rhaegar. Sus pesadillas lo habían hecho sentir extrañamente conectado con Syrio y no podía evitar la necesidad de conocerlo.

Tras un momento de vacilación, Rhaegar tomó una decisión: —Ser Erryk, acompáñame al jardín. Necesito saber qué quiere Syrio.

Erryk se acercó solemnemente, con la mano apoyada en la empuñadura de su espada. —Por supuesto, Su Gracia. Permítame ayudarle.

Con la ayuda de Erryk, Rhaegar se dirigió al jardín; sus heridas ralentizaron su ritmo pero no disminuyeron su determinación.

Bajo la tenue luz de la luna, encontraron a Syrio esperando pacientemente bajo el árbol Fishbeam.

Al encontrarlo, la curiosidad de Rhaegar aumentó. "Syrio, ¿qué te trae por aquí a estas horas?"

Syrio le ofreció una cálida sonrisa. “Le pido disculpas por la visita inesperada, pero algo me llamó la atención y me sentí obligado a compartirlo con usted”.

Juego de Tronos: Soy el heredero por un díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora