Enamorándome

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Shou jaló a Ritsu hasta una cafetería cercana, no perdería la oportunidad de burlarse de Hanazawa después de que el rubio le ganara en una competencia de levitación. Además el cotilleo de saber como uno de sus amigos probablemente había dejado de ser virgen en un hotel de paso era jugoso.

– No quiero estar aquí cuando salgan – se quejó Ritsu.

– Oh, vamos. No me vas a decir que no te da curiosidad saber quién es la rubia... además... siempre pensé que ese chico estaba enamorado de tu hermano. Esto es una sorpresa –

Todas las cucharas de la cafetería se doblaron al instante y los demás clientes salieron corriendo.

– Disculpa, mi novio quiere la carta – dijo Sho muy contento de hacer enojar al menor de los Kageyama.

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Dentro del hotel una mujer muy amable que llevaba una caja llena de lubricantes recibió a los chicos.

– ¿No son muy jóvenes para trabajar como exorcistas? – cuestionó analizando el panfleto con la cara de Reigen.

– El maestro Arataka Reigen es mi tío, y yo soy Hitomi Reigen, una espiritista experimentada. Y mi amigo aquí presente es Hanazawa, un psíquico muy poderoso. Nos será muy sencillo resolver su problema. –

– Te llamas igual que mi madre – sonrió la dueña – adelante chicos – dijo la mujer encantada con el trato de la rubia y los terminó guiando a la habitación B15.

Les explicó que siempre que se acercaba San Valentín, a pesar de ser la habitación más solicitada durante el mes, todos los clientes salían despavoridos y varios incluso habían amenazado con demandar por fraude al hotel.

Sin falta, a los 10 minutos, algo se hacía presente y los acechaba.

– El hotel era de mi madre, y antes de que ella enfermara y yo terminará haciéndome cargo de él, me contó que en esa habitación sucedió un desafortunado accidente – miró a los chicos y pensó un poco antes de continuar – digamos que hay personas que no soportan un rechazo –

Reigen y Hanazawa se vieron algo nerviosos.

– Bueno, me voy, espero que puedan ayudarme – soltó y los abandonó en el lugar.

Los chicos inspeccionaron la habitación, era un espacio... algo peculiar... Tenía un espejo enorme sobre la cama y otro en la cabecera.

– El paraíso de un degenerado – se quejó la chica – No puedo creer que haya personas que crean que se le pueden declarar a alguien en un lugar así –

– Las personas a veces son raras – Teruki se reía nervioso mientras abría las puertas de un compartimento que contenía una máquina dispensadora de preservativos – No sabía que hubiese tantos tipos de condones – se llevó la mano al mentón analizando las posibilidades – ¿Qué es un enema? –

Reigen corrió a cerrar las portezuelas completamente sonrojada – Cuando vuelva a ser yo te lo explicaré – eso era vergonzoso, siendo un adulto su pudor no era tan intenso – Esto es ridículo, llevamos más de 20 minutos aquí y no ha aparecido nada –

– Tienes razón, no he sentido nada desde que llegamos... tal vez... – miró a Reigen y se rio nervioso.

– No creo que sea necesario – también había pensando en lo mismo y eso le avergonzaba – esperemos cinco minutos más, si no sucede nada intentaremos algo –

Ambos se sentaron en la cama y no se dirigieron la palabra en más tiempo del que habían estimado.

– Y tú... – rompió el silencio Teruki – ¿cómo?... ¿Cómo fue tu primera vez? – le pregunto a Reigen sin mirarle a la cara... Aún así, la rubia sabía que el chico se moría de vergüenza por preguntar algo así.

16 otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora