Difícil de amar

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El sonido hueco del choque de electrones que componía las auras de Mob y Serizawa inundó el lugar.

– Por favor, apártate Arataka – le dijo Mob con una voz profunda y decidida – Tal vez si lo exorcizó nuestros problemas se acaben –

Los libros comenzaron a levitar y a la par el poder que emanaba de ambos espers amenazó con destruir el lugar.

Hoyuelo se hizo hacia atrás protegiendo a Tome por si eso se salía de control, temía ser exorcizado por accidente.

– Por favor, hazle caso a Kageyama... Arataka – la severidad en la voz del castaño se sentía extraña.

Le estaban hablando por su nombre en horas de trabajo...

¿Qué se creían esos dos?

¿Le estaban dando órdenes?

¿En su oficina?

Su ceño se frunció y extendió su mano para empujar a la extraña mujer detrás de su menudo cuerpo.

– No – contestó algo enfadada, eso ya no se trataba de deshacerse de ese espectro, oh no, se trataba de que él/ella era la jefa del lugar y aunque estuviera en peligro o lo que fuera tenía que marcar su liderazgo, además, algo de lo que había hecho aquel espectro funcionó y no perdería la oportunidad de saber que fue y mandar a la mierda a esa estúpida maldición de una vez por todas – Ustedes dos tienen que pensar antes de actuar... ¿Acaso no vieron que fui yo mismo por unos segundos?... ¡Par de idiotas! – terminó gritándoles.

Serizawa bajo la mano, su odio hacia el espectro le cegó en el momento en el que lo sintió y después vio cerca de aquel rubio, esa cercanía sólo lo hizo perder más la paciencia, ahora que le escuchaba decir eso regresaba a sus cabales – Ti-Tienes razón, lo siento – dijo, ganándose la comprensión de Reigen, al final él sabía qué se sentía culpable por no terminar aquel trabajo él sólo, llevando a su jefe a ese desafortunado problema.

Pero Mob, él no parecía dispuesto a desistir. Tal vez era su astucia juvenil o el odio que compartía por el ente, o era algo más, el temor a una pérdida. El miedo a perder a su maestro una vez que volviera a ser quién era, a aceptar una vez más la lejanía.

La mano de Hoyuelo en su hombro lo sacó de su ensimismamiento.

El guardía se inclinó y le dijo algo al oído, un secreto que sólo el esper de 16 años pudo escuchar. Apenado bajo su mano y tomó sus cosas amenazando con irse.

– ¿Mob? – su apodo salió de la boca de la rubia – ¿A dónde vas? –

– Lo siento, maestro Reigen – su voz se oía entrecortada – No me siento muy bien – cumplió con lo implícito en sus acciones y Hoyuelo salió tras de él haciéndole una seña a la rubia de que volvería a lo que ella sólo se limitó a asentir.

Aún tenía que asegurarse de que era lo que podían hacer con aquel fantasma .

– Uffffffffffff – respiró la castaña – Pensé que pasaría a mejor vida –

– Eres un espíritu maligno, cualquier cosa es mejor a que estés deambulando en este plano – le reclamó Reigen – Ahora inténtalo de nuevo – ordenó subiéndose los pantalones que yacían en sus tobillos.

– Está bien, corazoncito ¿lista? – el espectro estiró el cuerpo que poseía como si fuese a hacer un esfuerzo físico.

Tome y Katsuya vieron a Reigen con expectativa, finalmente la primera vez había funcionado de maravilla, aunque había sido cuestión de segundos.

La mujer frunció el ceño, no salía nada de poder espiritual. Intentó una segunda vez. Nada. Una tercera. Nada de nada.

– Creo que ocupe todo mi poder espiritual en ese intento – se veía claramente acongojada – tal vez soy más débil de lo que creía – La mirada de Reigen se clavó molesta en su atacante – Pero no me mires así, prometo ayudarte sólo dame un poco más de tiempo – suplicó ella – lo malo es que sólo absorbo energía de las plantas, así que podría tardar una semana más o dos – parecía sudar frío.

16 otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora