Por Razones Desconocidas

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Miró sumamente preocupado su cabello, parecía crecer de manera más rápida después de cada exorcismo. La estrategia que habían decidido tomar hace cinco días tendía a ser contraproducente.

Comenzaba a sospechar que con cada cliente que llevaba un caso real, la maldición se aferraba más a él. Y es que incluso había descubierto ciertas actitudes en él que denotaban la edad que aparentaba. Se había vuelto más difícil comportarse como un adulto de casi 31 años.

– Cada día me siento más como una chica - dijo frente al espejo y suspiró como si sus pulmones fueran a salir por su boca.

– ¿Estás bien, Reigen-san? - preguntó Tome tocando la puerta del baño, y es que era de preocuparse porque la rubia no había salido en por lo menos 30 minutos - ¿Necesitas ayuda con algo? -

Golpeo sus mejillas con ambas manos – Calma, yo soy Reigen Arataka y pronto volveré a ser el guapo y sexy fraude que he sido desde los 20 - tomo aire nuevamente y salió al momento – Si, lo siento, me sentía un poco abrumada - hizo una pausa antes de salir, se acababa de dar cuenta que incluso había comenzado a nombrarse como “ella”.

– ¿Te sientes bien? Aún podemos mover al cliente para más tarde - la morena estaba claramente preocupada por su jefe - Hoyuelo y yo podemos atenderlo para que puedas ir a descansar - ofreció.

– No es nada, sólo me cansé del exorcismo de la mañana - se justificó, pero no mentía, en realidad los casos que llegaban eran cada vez más complicados. De algunos se había encargado Serizawa y de otros ella misma - Tomaré un poco de té y estaré lista -

– Si tu lo dices, esta bien - su pupila, que ahora era más alta que ella, le dió una palmada en el hombro  - Te prepararé el té - y regalandole una sonrisa le dijo - Por favor, no te fuerces mucho -

Esos días Kurata Tome se había convertido en una aliada imprescindible, sobre todo porque tanto Mob como Serizawa estaban actuando extraño. De Shigeo lo podría ¿comprender? No mejor dicho, justificar porque aquel día habían quedado muy claras las cosas entre ellos dos: Ahora tenían una relación más que amistosa.

Sus encuentros habían sido furtivos y fugaces, nada de besos como los de aquel día. De pronto caminando, el azabache le tomaba de la mano y ella correspondía, o se mandaban mensajes por InstaMob, pero no más allá gracias /en realidad estaba agradecido/ a las intervenciones de Serizawa, quién le recordaba a como actuaba su estricto padre cuando su hermana tenía algún pretendiente.

Tome tuvo la disposición de organizar el trabajo en la oficina, mientras todo se componía y dado que ella misma había aprendido a analizar el ambiente tan bien como Reigen, decidió que Shigeo y Katsuya debían salir a las misiones peligrosas dejando a las jóvenes y a Hoyuelo en la oficina.

Y en ese momento, los dos espers más poderosos de Ciudad Aliño se encontraban fuera, lo que aunque le pesará admitir le daba un aire de comodidad a la joven rubia.

Hoyuelo la miró acomodarse en su escritorio, le daba la sensación de que efectivamente aquella maldición no se iría drenando los poderes de Shigeo o de lo que fuera que lo mantuviera en esa figura. Algo se les estaba escapando pero no sabían que era. Y, aunque jamás lo diría en voz alta, le preocupaba aquel rubio estupido y extrañaba interactuar con su versión adulta, con la cuál se divertía mucho.

¿Qué había cambiado? Lo obvio, no podía salir a beber o a fumar con una niña de 16 años, no porque le importará la moral, sólo era que no deseaba que su anfitrión/marioneta fuese a la cárcel.

– Te ves cansada, princesita - le comentó desde el sillón en el que se encontraba.

– Estoy cansada, imbécil - respondió Reigen con mal humor, últimamente lo tenía mucho y muy seguido – creo que nada está funcionando - le dijo sin apartar la mirada del monitor de su laptop.

16 otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora