Capítulo 19: Sacrificio

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"A veces, el camino hacia el bien está pavimentado con decisiones imposibles."

La oscuridad reinaba en la sala común de Slytherin, donde el silencio se hacía más pesado con cada segundo que pasaba. Desde el dormitorio de mujeres, una figura esbelta descendió con sigilo, sus pasos apenas rozaban el frío suelo de piedra mientras se acercaba a la chimenea. La cabellera negra de Isabelle Zabini contrastaba con la palidez de su rostro, iluminado tenuemente por el fuego que crepitaba en las llamas.

—Estoy aquí... —susurró con voz apenas audible, dirigiéndose a las llamas que danzaban ante ella.

De repente, el fuego se avivó, transformándose en una figura encapuchada que parecía surgir desde las profundidades del abismo. Su presencia inundó la sala con una energía opresiva, la voz que emergió de las llamas era grave, impregnada de un enfado latente.

 Su presencia inundó la sala con una energía opresiva,  la voz que emergió de las llamas era grave, impregnada de un enfado latente

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—¿Por qué has demorado tanto en darme noticias? —la pregunta resonó con un eco que parecía golpear los muros de la sala.

Isabelle sintió un escalofrío recorrer su espalda. Bajó la mirada, su usual altivez se desvanecía ante la presencia intimidante del hombre de la capa.

—Discúlpeme, señor... —comenzó a decir, su voz temblaba ligeramente, pero fue interrumpida con brusquedad.

—¡Cállate! —la figura rugió, su ira se materializaba en las chispas que saltaban del fuego.

Isabelle, acostumbrada a ser la que controlaba las situaciones, se sintió como una niña regañada. Su mirada, habitualmente desafiante, ahora se clavaba en el suelo, sumisa, mientras el silencio volvía a llenar el espacio entre ellos.

—Infórmame —ordenó el hombre con un tono frío, pero no menos autoritario—. ¿Por qué no han hecho el ritual todavía? La poción está terminada desde hace días, ¿no es así?

Isabelle tragó saliva.

—E-es Scorpius, mi señor... sinceramente, no creo que él sea capaz. No ha dicho una sola palabra desde ese día... creo que se ha arrepentido.

Un silencio glacial siguió a sus palabras, antes de que la figura encapuchada hablara de nuevo, esta vez con un tono peligroso:

—¿Cómo permites eso? ¿No me habías asegurado que estaba convencido? ¿Qué es lo que lo detiene?

Isabelle, buscando desesperadamente una respuesta que calmara la furia de su interlocutor, dejó que su mente fría y calculadora procesara la situación. ¿Qué era lo que siempre distraía a Scorpius? ¿Qué era lo que hacía que titubeara en sus decisiones?

—Rose Weasley... —murmuró finalmente—. Ella lo confunde y lo distrae...

El hombre de la capa se quedó en silencio por un momento y, cuando habló, su tono fue más cortante, lleno de desprecio.

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