Capítulo 21: Intervención u omisión

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"Hay momentos en que el amor no se mide por lo que haces, sino por lo que decides no hacer. El dilema está en saber cuándo es el momento adecuado para cada cosa."

La semana pasó en un abrir y cerrar de ojos, el día del juicio final se acercaba, y el ambiente en Hogwarts estaba cargado de una tensión invisible que solo algunos pocos podían percibir. Isabelle, siempre en control, había estado preparando meticulosamente todo en el sitio del encuentro, su mente fría y calculadora analizaba cada detalle con precisión. Solo le faltaba el elemento más importante: la vida que pensaba sacrificar.

Salió del aula abandonada en uno de los pisos prohibidos, sus pasos eran firmes, pero su mente estaba absorta en el plan que debía ejecutar. Sabía que el tiempo apremiaba y que la mentira que habían contado sobre Darcy no aguantaría mucho más. Scorpius eventualmente descubriría la verdad, pero Isabelle confiaba en su astucia. Si lograba ofrecerle otro cadáver, uno que tocara su conciencia, estaba segura de que él no permitiría que ese sacrificio fuera en vano, sin importar de quién se tratara.

Mientras caminaba por los pasillos, su mente calculadora evaluaba las posibilidades, hasta que, inesperadamente, tropezó con alguien. Al levantar la mirada, una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro al reconocer a la persona que tenía enfrente: justo quien había estado rondando en sus pensamientos.

—Weasley —dijo con tono altanero, sus palabras estaban impregnadas de desprecio—. Fíjate por dónde caminas, eres como un duende, casi no te veo...

Rose la miró con desdén, claramente irritada por la interrupción.

—Zabini, deja de molestarme, tengo prisa.

Isabelle, sin embargo, no estaba dispuesta a dejar que Rose se escapara tan fácilmente. Dio un paso al frente, su expresión se tornó seria, casi preocupada.

—Espera.

Rose se detuvo a regañadientes, rodando los ojos antes de volverse para enfrentarla.

—¿Qué quieres?

Isabelle adoptó una postura más casual, como si estuviera compartiendo un secreto trivial, aunque sus ojos destilaban una intención oscura.

—¿Has sabido algo de Scorpius?

Rose parpadeó, sorprendida por la pregunta.

—No, pensé que tú estabas con él en estos días.

Isabelle negó lentamente con la cabeza, su expresión cambió a una de preocupación calculada. Luego, con una lentitud casi teatral, se inclinó hacia Rose, susurrándole al oído con una voz que recordaba al siseo de una serpiente.

—Creo que está metido en algo peligroso...

Rose sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero rápidamente lo reemplazó con una mezcla de escepticismo y preocupación. Aunque detestaba admitirlo, las palabras de Isabelle hacían eco de las inquietudes que Scorpius le había confesado.

—¿Qué quieres decir? —preguntó, su tono era cauteloso, pero la duda se colaba en su voz.

Isabelle fingió un aire despreocupado, como si aquello fuera solo una conversación casual, mientras su mente calculaba cada palabra que pronunciaba.

—Bueno... ha estado muy preocupado por la enfermedad de su madre —dijo, como si aquello fuera una obviedad— Lo he visto en la sección prohibida de la biblioteca, escabulléndose por las noches. Me pidió ayuda para hacer algo... sobre magia oscura. —Este último detalle lo dejó caer como un susurro, saboreando el impacto que sabía que tendría.

Rose la miró con desconfianza.

—No seas mentirosa, Scorpius no haría algo así.

Isabelle sonrió, triunfante.

Comprometido a amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora