Capítulo 16: Encrucijada

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"A veces, el camino más difícil es el único que queda por andar."

Scorpius pasó la noche en vela, atormentado por un miedo visceral que se apoderaba de él con cada minuto que pasaba. Las sombras en su habitación parecían alargarse, como si fueran a envolverlo en una oscuridad sin retorno. Se dijo a sí mismo que debía esperar a la mañana para buscar el frasco, pero la decisión le costaba. Cada segundo de espera se sentía como una eternidad, y la paranoia de que McGonagall o cualquier otra persona descubriera lo que había hecho lo asfixiaba. Si lo encontraban... no habría escapatoria.

Se sentía atormentado; él ya tenía antecedentes, y definitivamente no tardarían en culparlo. Las noticias de la muerte del unicornio llegarían de inmediato y, si revisaban la varita de Isabelle, no tardarían ni dos segundos en atar cabos y asociarlos. Con el historial de Scorpius, su nombre quedaría manchado sin posibilidad alguna de limpiarlo y seguramente sería condenado a Azkaban, lo mismo para Isabelle, quien cometió un crimen imperdonable.

Le abrumaba pensar: ¿qué pensaría su madre si lo encarcelan? ¿Rose? ¿Todo habrá valido la pena?

Bajó al pasillo, pero el frasco no estaba donde lo había dejado. Desconcertado, fue al comedor. Se topó con Rose, quien seguía molesta; instintivamente se sentó a su lado, buscando a Isabelle con la mirada.

—¿Estás bien? Te ves distraído...— la voz suave de Rose apenas rompió la niebla que envolvía la mente de Scorpius. Sus palabras eran como un eco distante, incapaz de penetrar la maraña de pensamientos oscuros que lo invadían. Miró a Rose, pero su mente seguía atrapada en un torbellino de ansiedad, incapaz de ofrecerle la tranquilidad que ella buscaba.

—Sí... —fue lo único que pudo responder.

Estaba perdido , podía sentir cómo el alma se le iba del cuerpo. Había demasiado en riesgo y no sabía cómo gestionar la situación. Su tormentosa mente descansó un poco cuando escuchó al grupo de lechuzas ingresar al comedor, aunque la paz no le duraría más que un segundo, pues sobre su mesa cayó un periódico con las noticias más recientes.

Rose comenzó a leer, completamente horrorizada.

—Qué tragedia... ¿Cómo se atreven a hacerle esto a una criatura tan pura?, son bárbaros desalmados sin una pizca de bondad...este tipo de personas no deberían existir, solo buscan satisfacer sus propios intereses...

Cada palabra de Rose fue como una daga para Scorpius, clavándose en su conciencia con una precisión que dolía. Hablaba de los responsables como si fueran monstruos, seres carentes de humanidad, y él sabía que, aunque Rose no lo hacía con intención, esas palabras estaban dirigidas hacia él. El peso de su culpa se hizo insoportable, y por un momento, deseó no haberse involucrado nunca en este desastre.

A los pocos minutos, Isabelle Zabini entró al comedor con una tranquilidad que golpeó sus pensamientos, interrumpiendo todo lo que pasaba por su mente.

—¡Zabini! — la llamó él, con demasiada fuerza.

La chica le dedicó una mirada amenazante, indicándole que se callara; estaba haciendo demasiado escándalo y eso podría ser sospechoso. Ante su llamado, se aproximó a la mesa con paso grácil.

—Weasley, buenos días — dijo, con una nota de desprecio en la voz.

—Hola...

—Zabini, lo busqué, no está ... — Scorpius empezó a hablar con cierta desesperación , interrumpiendo a Rose. Isabelle rodó los ojos.

—Tranquilo, yo lo tengo... te entregaré el libro más tarde, pero no lo pierdas, es valioso.

Scorpius entendió el mensaje y, de inmediato, sintió cómo la tensión que lo había estado atormentando empezaba a desvanecerse. Suspiró profundamente, sintiendo que su corazón, que había estado martillando contra su pecho, finalmente se calmaba. Se dejó caer en su asiento, como si el peso del mundo hubiera sido temporalmente aligerado de sus hombros.

Comprometido a amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora