[17] Conexiones

282 24 71
                                    

Estaba en la cocina de su casa. No la suya definitivamente, la de Él. Ella debería estar agradecida de tener un lugar donde pasar sus días siquiera, gracias a Él había podido escapar de ese infierno... 

Esos eran los pensamientos que ese tipo le había inculcado, y que ella no tenía más opción que aceptar. Por muchos años, su razonamiento había sido manipulado a su favor.

Ella tomó el cucharón y comenzó a mezclar, la cena debía estar lista antes de que Él llegase. No tenía ganas de verlo, pero no tenía otra opción, vivían juntos.

Sus manos temblaban con ligereza, intentando alcanzar la botella del aceite. A pesar de que la casa era grande y que tenían un buen estilo de vida -seguramente por el dinero que a Él le sobraba-, a ella no le era permitido usar ciertas de esas comodidades. Como el termostato, o el agua caliente de la ducha. Lo único que tenía para combatir las gélidas temperaturas era un abrigo de lana. Aún así no le era de mucha ayuda.

Mientras que esparcía el aceite en la sartén, escuchó como el motor del carro se acercaba a la frentera de la casa. Sus nervios se tensaron, y dejó la botella a un lado, casi tirándola, para correr a la sala del comedor, tenía que arreglar la mesa lo más rápido posible. A Él no le gustaba cuando encontraba la casa desarreglada al llegar, se ponía furioso. Y eso era lo que menos deseaba.

Al terminar, volvió a la cocina de inmediato. Su espalda se puso firme al escuchar sus pasos detrás de ella, pero no se volteó, no quería mirarlo. De todas formas, a Él no le importaba.

Siguió preparando la comida, batiendo un huevo con la cuchara, aún sin decir palabra alguna. En eso, escuchó como Él tiraba su maletín encima del mesón, soltándose también esa azul corbata que siempre llevaba.

- ¿Cómo te fue en el trabajo? -Preguntó ella de pronto, tratando de mantener esa relación que hace tiempo se había roto.

- ¿De verdad te importa saberlo? -Le respondió, riéndose con levedad. Su voz era exactamente como la recordaba, grave y ligeramente rasposa-. Bueno, no hay mucho que destacar. Las cosas en la empresa están yendo bien. Uno que otro problema con el desarrollo del proyecto, pero todo va bien.

- Mmm... eso es... bueno -Dijo, colocando una olla con agua en la estufa.

Él se quedó callado, un silencio ensordecedor envolvió la sala de repente. Ella temía haber dicho algo mal, y una pesadez en su estómago apareció cuando lo sintió acercarse por detrás. Podía sentir su calor, el aliento de su boca mientras susurraba su nombre, su antiguo nombre. Y sus manos encima de partes que nunca quiso que fueran tocadas, no por sus manos.

- ¿Por qué tan callada, mi vida? -Murmuró, al notar que ella no respondía ante sus gestos-. ¿Hay algún problema?

- No... sólo estoy cansada. No me he sentado desde la madrugada cuando te fuiste -Respondió, colocando ahora los fideos en la olla.

- Sé que esto es cansado, amor. Pero sólo será por un momento hasta que encuentres otro trabajo.

Él comenzó a apegarse un poco más contra ella, asomando su cara por su hombro, tratando de ver lo que estaba haciendo. Ella no se movió, en cambio, le hizo un poco de espacio. Las cosas eran mejor cuando cooperaba.

- ¿Qué cocinas? -Habló nuevamente.

- Pasta y huevos revueltos -Respondió, forzando una sonrisa.

- ¿Cómo? -Dijo disgustado, su actitud cambió de una manera tan rápida, que la hizo sobresaltar mínimamente-. Te dije que ya no quería pasta, carajo.

~Un Amor Artificial~  Caine x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora